Con esa concurrencia de empresarios en Palacio Nacional, uno pensaría, con un poco de sensatez, que el Presidente les pediría invertir en proyectos concretos y consensuados de infraestructura para sacar a la economía del estancamiento en que se encuentra.
Ahí estaban los obligados a crear las condiciones para que el país crezca (el gobierno), y los que deben invertir para que haya desarrollo, empleo y recursos para el sector público vía impuestos (los empresarios).
Reunir a esa cantidad de inversionistas y hombres de negocios, en actitud cooperativa (por las buenas o por las no tan buenas), era la circunstancia ideal para sellar un programa de desarrollo que sea ganar-ganar, y frenar el deterioro de la economía y del empleo.
Al fin se reunieron casi todos alrededor del jefe del Ejecutivo, y el encuentro fue para pedirles que inviertan en una vacilada: cachitos de una rifa que se fondea con un cheque incobrable.
Qué desperdicio de ocasión.
Además, el cheque por dos mil millones de pesos que presentó el Presidente como el que va a financiar los premios de la “rifa del avión presidencial” no puede ingresar a la Lotería porque es falso o es ilegal.
Se trata de un engaño que ha tenido la ‘virtud’ de que empresarios, gobierno, instituciones y sindicatos han tragado y degustado como si fuera verdad, aunque todos saben que es mentira.
El Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado no tiene facultades para disponer de una suma de dinero que viene de una estafa al Infonavit, y por tanto le pertenece a los trabajadores y a los empresarios, es decir, particulares, que fueron defraudados.
Con fórceps, el gobierno sólo podría utilizar el 33 por ciento de esa cantidad, ya que el Infonavit es una institución tripartita.
Lo que se anunció fue una falsedad, pues en la Lotería no hay dinero para fondear un sorteo a través de esa vía, del cual el Presidente ya vende boletos a los empresarios en Palacio Nacional.
El director del Instituto, Ricardo Rodríguez, un funcionario convencido del proyecto de la 4T y leal al Presidente, está en un problema: no hay manera de que pueda meter esos dos mil millones a la Lotería Nacional, si es que los tiene en su poder.
Y si realmente los tiene, está mal: el estafado no fue el gobierno (o sólo en un tercio), sino trabajadores y patrones que cotizan en el Instituto.
Para efectos prácticos, esos dos mil millones de pesos que el Presidente dice que dispone la Lotería para el pago de premios, gracias a lo recuperado del fraude al Infonavit, no existen. Es una patraña.
Si el dinero que presumieron en un cheque realmente lo tuvieran, lo responsable y lógico sería que lo utilizaran en comprar medicinas, que no hay, y material de curación, que tampoco hay. De ninguna manera se lo jugarían en la Lotería, donde la recuperación de esos recursos se daría hasta mediados de septiembre.
No hay tal dinero. El cheque que enseñaron es de hule.
¿Qué van a hacer? De aquí a septiembre, buscar dinero por donde sea a fin de completar la cantidad necesaria para fondear el sorteo “del avión presidencial”, porque esos recursos no se tienen.
Ese “de donde sea”, ya más o menos sabemos de qué se trata: recortes a programas del gobierno, a gastos indispensables, porque habrá que cubrir dos mil millones de pesos que se van a entregar en premios y, al día de hoy, no existen.
A los empresarios se les pidió dinero para que compren boletos de la rifa del avión –que no se va a rifar–, y en la cena del miércoles hubo un compromiso escrito de varios de ellos de adquirir mil 500 millones de pesos en cachitos.
Que sepamos, ninguna de las empresas representadas tiene en su razón social el objetivo de participar en juegos y sorteos. ¿Cómo van a hacer? Asunto suyo, ya los embarcaron.
Tamaña reunión ameritaba una mejor causa. El país cruje y a los inversionistas se les reúne para jugar a la lotería.