La publicación anticipada de una cinta de video que documenta la respuesta de las fuerzas del orden -o la falta de ella- al horrible tiroteo ocurrido en mayo en la pequeña localidad texana de Uvalde, ha enfurecido a los funcionarios estatales y locales y ha reabierto las heridas de las familias que perdieron a sus seres queridos.
Pero no perdamos de vista el verdadero problema: el absoluto fracaso de la policía en el lugar de los hechos a la hora de hacer su trabajo y actuar frente a un pistolero trastornado que pretendía matar a niños inocentes.
El Austin American-Statesman publicó esta semana un perturbador video de 77 minutos de la escena en que se lleva a cabo la tragedia. Esto, comprensiblemente, molestó a muchos familiares de las víctimas, a los que un comité legislativo estatal que investigaba el tiroteo había dicho que se les permitiría ver primero las imágenes.
Dejando a un lado el debate sobre el momento de la publicación del video, su contenido revela en tiempo real las consecuencias mortales de la inacción policial.
El video muestra cómo tres agentes armados se abrieron paso por el pasillo de la escuela después de que el pistolero entrara en un aula y comenzara a disparar. Pero en lugar de asaltar el aula, se retiraron al final del pasillo.
El desgarrador video “capturado desde este punto de vista, junto con las imágenes de la cámara corporal de uno de los agentes que respondieron… muestra con insoportable detalle a docenas de agentes juramentados, locales, estatales y federales -fuertemente armados, vestidos con chalecos antibalas, con cascos, algunos con escudos protectores- caminando de un lado a otro del pasillo, algunos abandonando el marco de la cámara y volviendo a aparecer, otros apuntando con sus armas hacia el aula, hablando, haciendo llamadas por teléfono, enviando mensajes de texto y mirando los planos del piso, pero sin entrar ni intentar entrar en las aulas”, informó el American-Statesman.
Siguieron esperando mientras escuchaban más disparos. Se muestra a los agentes usando desinfectante de manos e incluso chocando los puños. Finalmente, 74 minutos después de la llegada de la policía, los agentes entraron en el aula y mataron al pistolero. Murieron diecinueve niños de primaria y dos profesores.
Tras esta indescriptible tragedia, se han producido varias declaraciones contradictorias sobre la respuesta policial y la cadena de mando. Mientras tanto, los funcionarios locales y las fuerzas del orden han dado largas a las solicitudes de información y documentos que podrían ayudar a explicar lo ocurrido. Tal vez el video pueda, en última instancia, ayudar a las familias a obtener las respuestas que se merecen y a impulsar los esfuerzos para garantizar que los agentes de policía rindan cuentas por haber incumplido su juramento de proteger y servir.
Los cuerpos de seguridad de todo el país reciben habitualmente capacitación para situaciones de crisis. Cuando se producen estos acontecimientos, vemos regularmente a la policía actuar heroicamente con gran riesgo por su seguridad personal. El video de Uvalde debería ser de visionado obligatorio para esos ejercicios de simulación, como ejemplo de lo que no se debe hacer si el objetivo final es tratar de salvar vidas.