A menos de dos años de su presidencia, el principal logro de Joe Biden ha sido destruir las finanzas de millones de familias estadounidenses.
El Departamento de Trabajo publicó el miércoles las últimas cifras de inflación, y fueron peores de lo que esperaban la mayoría de los economistas. Los precios al consumo se dispararon un 9.1 por ciento en junio en términos interanuales, el nivel más alto en más de cuatro décadas, desde que Ronald Reagan estaba arreglando el desastre de Jimmy Carter.
Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics, le dijo a CNN que el hogar promedio estadounidense debe gastar 493 dólares más al mes -casi seis mil dólares al año- para comprar los mismos bienes y servicios que el año pasado por estas fechas.
Los aumentos salariales también han flaqueado, quedando muy por detrás de la inflación.
Como es habitual, el señor Biden y su equipo económico trataron de desviar las malas noticias. El presidente calificó la cifra de junio de “desfasada” porque los precios de la gasolina en las últimas semanas -aunque siguen siendo de más de cinco dólares el galón en el sur de Nevada- han tendido a la baja.
“Ese ahorro -dijo Biden en un comunicado- está proporcionando un importante respiro” a los atribulados consumidores. Sí, mientras no coman o tengan que pagar la renta. Aunque la bajada de los precios de la gasolina es bienvenida, los costos de los surtidores siguen estando en máximos históricos, y la inflación se dispara en la mayoría de las categorías económicas.
Las cifras del Departamento de Trabajo muestran que el índice alimentario ha subido un 10.4 por ciento en el último año, y son pocos los alimentos básicos para las familias -pollo (19 por ciento), huevos (33.1 por ciento), leche (16.4 por ciento), mantequilla (21.3 por ciento)- inmunes al aumento de los costos. Los costos de la vivienda han aumentado un 5.6 por ciento y se están mudando al alza.
“En este momento, estamos hablando de alimentos, gasolina y vivienda”, dijo Joe Brusuelas, economista jefe de RSM, a The Washington Post. “Eso no contribuye a la felicidad de los hogares”.
El Sr. Biden dijo el miércoles que la inflación es una “prioridad absoluta”. Sin embargo, no ha aportado nada a la lucha, prefiriendo dejar que la Reserva Federal -que durante meses restó importancia al aumento de los precios como algo “transitorio”- aumente los tipos de interés con la esperanza de evitar que la economía entre en recesión.
De hecho, la administración parece insistir en repetir los errores del pasado echando aún más leña al fuego. Politico reportó el mes pasado que el presidente espera aprobar este otoño una versión más pequeña de la legislación de dos billones de dólares “Build Back Better” que murió en el Senado el año pasado. No hace falta que el exsecretario de Tesorería, Larry Summers, se dé cuenta de lo que supondrá para la inflación verter miles de millones más en la economía.
Es difícil tomarse en serio la retórica del señor Biden de “siento tu dolor” cuando sigue haciendo todo lo posible para infligir más.