El Distrito Escolar del Condado Clark es mucho mejor inflando calificaciones que ayudando a los estudiantes a aprender.
El Departamento de Educación de Nevada (NDE) publicó recientemente los resultados de sus pruebas anuales de alumnos de tercero a octavo grado. Entre los estudiantes del distrito en el año escolar 2022-23, el 39 por ciento fueron competentes en inglés y el 28.2 por ciento fueron competentes en matemáticas. En comparación con el año anterior, esto fue una ligera disminución en la competencia lectora, que fue del 41.2 por ciento, y un pequeño aumento del 26.4 por ciento en matemáticas.
Entre algunos grupos de alumnos, los resultados fueron notablemente peores: solo el 23.7 por ciento de los alumnos afroamericanos son competentes en inglés, mientras que en matemáticas es el 13.1 por ciento; por otro lado, entre los estudiantes hispanos, el 32.2 por ciento es competente en inglés y el 20.8 por ciento en matemáticas.
Estos resultados son a la vez deprimentes y poco sorprendentes, pues son una prueba fehaciente de que el distrito está suspendiendo a una gran mayoría de sus casi 300,000 alumnos. Sin una educación básica, estos alumnos se enfrentan colectivamente a toda una vida de consecuencias negativas: tienen menos probabilidades de terminar la preparatoria, de ganar mucho dinero y de vivir una vida larga; igualmente, tienen más probabilidades de ser encarcelados, de abusar de las drogas y de que sus hijos entren un día en el sistema escolar necesitando una gran educación para romper este ciclo de pobreza.
Si sigue por el camino actual, este distrito no la proporcionará. Sus cifras de rendimiento son peores que antes de la pandemia, pero han sido terribles durante décadas.
Es un fracaso de los líderes locales y estatales. El superintendente Jesús Jara merece crédito por enfrentarse a las huelgas ilegales de la Asociación de Educación del Condado Clark, pero implementó una serie de políticas desastrosas. Encabezando la lista están sus decisiones de implementar normas de calificación simplificadas y de destripar la disciplina estudiantil. El otoño pasado, el distrito se jactó de que las calificaciones de los estudiantes estaban mejorando. Estos resultados muestran que dar a los estudiantes calificaciones más altas por menos trabajo es una receta para un menor rendimiento.
Los políticos estatales también merecen mucha culpa. Durante décadas, han intentado arreglar la educación inyectando más dinero en un sistema que no funciona. Han financiado la reducción del número de alumnos por clase durante tres décadas sin resultados apreciables. Dos veces en los últimos 20 años, los políticos aprobaron el mayor aumento de impuestos en la historia del estado para financiar la educación. En 2021, el entonces gobernador Steve Sisolak firmó un aumento de impuestos mineros para la educación. Nada de eso ha funcionado.
En cambio, el gobernador Joe Lombardo y la legislatura acaban de arrojar otros 2,600 millones de dólares al abismo de la educación. Eso no arreglará el problema, ni siquiera produjo paz laboral.
Es obvio que el sistema educativo actual está roto sin remedio. Los legisladores deberían aprobar la elección de escuela para ofrecer a los padres la posibilidad de escapar.