Si una mujer es golpeada, puede llamar a la policía, escaparse del hogar, encontrar un albergue y presentar cargos contra su abusador. No obstante, cuando un niño es corregido a base de golpes o es maltratado verbal y/o emocionalmente, él o ella no sabría cómo defenderse de sus padres o tutores. En la mayoría de los casos, de no ser por la intervención premeditada de otro adulto, el martirio de una educación brutal podría extenderse hasta la adultez.
En uno de los libros más esclarecedores que he leído sobre el tema del amor, All About Love, de Bell Hooks, la autora comenta sobre la crisis de percepción y concientización que sufrimos en la actualidad cuando se trata del derecho de los niños. En especial, Hooks aborda una doble moral, la cual jamás aceptaría que a una persona se le instruya a punta de correazos y, en cambio, admite que los padres empleen el castigo físico severo para criar a sus hijos.
A lo largo de mi vida he conocido casos de abusos que oscilan desde la prostitución de una menor en manos de una madre-celestina, hasta forma más sutiles como la negligencia, la coerción y la degradación moral a través de los insultos, por citar unos cuantos.
Los niños que son o han sido víctimas de este tipo de crianza, suelen convertirse en adultos disfuncionales. Las secuelas de su trauma se evidencian de muchas maneras. Por ejemplo, en la falta de control sobre la ira, el miedo a la confrontación, la inseguridad, la incapacidad para expresar emociones u opiniones, la falta de amor propio, el uso de la mentira como herramienta de supervivencia, trastornos psicológicos (tendencias depresivas o suicidas, bipolaridad), entre otros.
Otra secuela muy común es la imitación. Es decir, la repetición del mismo patrón: el golpeado se convierte en golpeador, a quien le gritaron, grita. Esta cadena de dolor continúa de generación en generación hasta que el individuo se somete a una cura descodificadora, llámese psicoterapia, consejería, grupos de soporte, uso de medicina shamánica o cualquier otra técnica/ritual/ejercicio/terapia/lectura/internalización/ empleada para ayudarnos a mudar los viejos paradigmas. Pero para logar romper con el pasado, se requiere un verdadero compromiso consigo misma(o).
La labor no sencilla, mas es la única senda para convertirnos en padres de niños de mente y alma sanas, pues, como bien dice el adagio: es más fácil criar hijos felices que reparar adultos rotos.