En su visita a Latinoamérica, el presidente chino Xi Jinping anunció con bombos y platillos nuevos acuerdos comerciales y de inversión que, según dijo, harán crecer aún más el comercio de China con la región. Y varios presidentes latinoamericanos celebraron estos anuncios como una excelente noticia en medio de la desaceleración económica que padecen sus países.
Sin embargo, los últimos datos del comercio bilateral cuentan una historia diferente y sugieren que lo más relevante de la visita de Xi a la región fueron los acuerdos políticos, más que los económicos.
Las nuevas estadísticas muestran que mientras China ha superado a Estados Unidos como primer socio comercial de algunos países sudamericanos, el comercio bilateral entre China y Latinoamérica está empezando a desacelerarse tras una década de crecimiento fenomenal.
Las exportaciones latinoamericanas a China aumentaron desde el 2.4% de las exportaciones de la región a todo el mundo en el 2002 hasta un 11.7% en el 2012, según las cifras del Fondo Monetario Internacional. Pero el porcentaje se estancó y cayó a 11.6% en el 2013, y ahora la mayoría de los economistas pronostican que crecerá a un ritmo mucho menor que en los últimos años.
Parte del motivo es que la economía china ya no está creciendo a una tasa anual de 10%, como en la década pasada. Se espera que este año crezca en 7.5% y en una tasa similar en los próximos años, lo que significa que China importará menos minerales y otras materias primas para la construcción y otras industrias.
Y muchos economistas dudan de que se dispare nuevamente el comercio bilateral porque mientras que China se ha convertido en un país clave para Latinoamérica, los países latinoamericanos aún no son una región clave para China.
De hecho, y tal como lo he observado en varios viajes a China, las elites empresariales, políticas y académicas chinas saben muy poco sobre Latinoamérica.
R. Evan Ellis, autor de varios libros sobre los vínculos entre China y Latinoamérica que acaba de regresar de ese país, me contó que mientras estaba enseñando en una importante escuela de negocios en China el mes pasado, descubrió que de sus 36 estudiantes chinos, nueve creían que Machu Picchu era el padre de la independencia boliviana, y siete dijeron que Pancho Villa era el presidente actual de México.
Lo que es más importante, el gobierno chino está mucho más enfocado en Africa y otras regiones emergentes que en Latinoamérica. Muchos diplomáticos latinoamericanos se quejan de que a menudo les lleva años conseguir una entrevista con funcionarios chinos de alto rango.
Jorge Guajardo, ex embajador mexicano en China entre el 2007 y el 2013, me contó una historia muy ilustrativa: después de que muchos embajadores latinoamericanos fracasaran en sus esfuerzos por conseguir una entrevista con el ministro chino de Comercio, decidieron enviarle una carta conjunta solicitando una entrevista con todos los embajadores latinoamericanos.
“Recibimos una respuesta que decía que lamentaban informarnos que no sería posible por razones de tiempo. La reunión nunca se realizó”, recuerda Guajardo.
Durante su visita a Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba, Xi firmó un acuerdo con Brasil, Rusia, India y Sudáfrica —los miembros del bloque BRICS— para crear un Nuevo Banco de Desarrollo para países emergentes. También propuso construir un ferrocarril transamazónico para unir Perú con Brasil, y anunció docenas de otros proyectos comerciales y e inversiones de todo tipo.
Lo que recibió menor atención, pero puede ser importante en el futuro, Xi se reunió en Brasil con varios presidentes latinoamericanos para preparar la primera cumbre de China con todos los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que se realizaría a fines de este año en Beijing.
Mi opinión: La gran noticia sobre la visita de Xi no fueron sus anuncios económicos —que pueden materializarse o no, considerando el menor crecimiento económico chino— sino los acuerdos políticos.
Por primera vez, China está pasando de un trato bilateral con los países latinoamericanos a uno regional, como lo hace con Africa. Y por primera vez, a diferencia de lo que hizo en su primer viaje a Latinoamérica hace 13 meses, Xi visitó esta vez países adversarios o poco amigos de Estados Unidos.
En este viaje visitó Cuba, Venezuela y Argentina.
Puede que Xi, preocupado por las negociaciones de Washington con Japón y los países del sudeste asiático para crear un bloque económico Trans-Pacífico, le esté mandando un mensaje a Estados Unidos de que “si tú te metes en mi vecindario, yo me meto en el tuyo”. O quizás se trata de una decisión de China de asegurarse a largo plazo sus fuentes de materias primas latinoamericanas. Cualquiera sea el motivo, China está pisando más fuerte en Latinoamérica.