El libro del expresidente Felipe Calderón contiene una verdad irrefutable: no fue una ocurrencia suya lanzarse a la lucha contra las bandas criminales, sino que fue un imperativo de Estado.
Si se hizo bien o se hizo mal es parte de la discusión, pero no había alternativa frente al avance de grupos asesinos.
Los cárteles de las drogas nos pusieron ante escenarios de crueldad inimaginable, envilecieron a un sector de la población y penetraron en las esferas del poder político. ¿Había que actuar, sí o no? Claro que sí. No haberlo hecho, como un par de antecesores suyos, habría significado conducirse con negligencia criminal.
Felipe Calderón rinde cuentas a través de un libro que presentó ayer y que, dicen quienes lo han leído, se centra en los retos de su administración en los temas de seguridad y economía.
En ambos terrenos Calderón salió mal librado, pero nos ofrece una explicación.
De los expresidentes, sólo Ernesto Zedillo no ha escrito sobre sus actos de gobierno. Y en la nebulosa quedan, por ejemplo, por qué extranjerizó la banca y ahora es consejero de Citigroup.
O por qué privatizó ferrocarriles a bajo precio, y ahora es consejero de Kansas City Southern, que tiene la concesión de la mitad del territorio nacional.
Por eso tiene mérito el libro de Felipe Calderón: porque da la cara y toca los temas polémicos de su administración.
Puestos a ver los resultados, el saldo fue negativo en seguridad y en economía. Aunque en ambas ramas tiene atenuantes.
Dejó un país más violento de como lo tomó. Hay más asesinatos, más secuestros, más extorsiones y más robos al final del sexenio de Calderón que al principio.
Partidizó la lucha contra la criminalidad, no hubo coordinación con estados y municipios, hizo de la justicia un show, acusó con testigos pagados y encarceló sin pruebas. Sin embargo, tampoco tuvo tiempo para armar cuerpos policiacos eficaces y leales, pues el asalto al país de parte de las bandas del narcotráfico obligaba a actuar de inmediato.
A juzgar por los resultados, lo hizo mal.
En economía, el sexenio de Felipe Calderón pasó a la historia como el de más bajo crecimiento en los últimos 24 años: 1.66 por ciento en promedio.
Durante su gobierno el poder adquisitivo del salario se redujo 28 por ciento. El costo de los alimentos de la canasta básica, en cambio, se disparó 42 por ciento en el sexenio. Y de acuerdo con el Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza, de Coneval, la pobreza extrema creció en el país 26 por ciento durante su mandato.
Desde luego hay explicaciones para ese desastre que le costó al PAN la salida de Los Pinos. La principal de ellas fue la crisis económica mundial que nos afectó en 2008. Esa crisis no tuvo un origen interno, sino que fue motivada por el cracken los países desarrollados, y como consecuencia lógica arrastró a México.
Para leerse y discutirse el libro de Felipe Calderón que presentó ayer, pues tiene el mérito de darnos su visión sobre las principales acciones de su gobierno.
A diferencia de otros, específicamente del expresidente Zedillo, Calderón da la cara, aunque tenga muy poco de qué enorgullecerse.