Una es anomalía, tres ya es un patrón. La repentina renuncia de Kelvin Atkinson lo convierte en el tercer ex senador demócrata del estado en caer en desgracia en los últimos dos años.
El martes, Atkinson sacudió el mundo político de Nevada al renunciar a su puesto en el Senado Estatal y su papel como líder de la mayoría.
“Debido a los errores que he cometido, abandonaré mi asiento de inmediato”, anunció Atkinson en el Senado. “Lamentablemente, se ha descubierto que he usado fondos de campaña para uso personal”.
Lo lamentable es que Atkinson usó mal los fondos de la campaña, no que los investigadores federales finalmente se enteraron. Sin embargo, aparte de ese resbalón, Atkinson echó la culpa directamente a donde pertenece: a sí mismo.
La renuncia de Atkinson no significa el final de esta historia. El público, cuya confianza violó, merece saber detalles. ¿Cuánto tiempo duró esto? ¿Cómo comenzó? ¿Cuánto dinero se embolsó?
Luego están las preguntas que podrían ser realmente inciertas para los demócratas. ¿Quién más estuvo involucrado? ¿Esa persona, probablemente un asesor de campaña, trabajó para el comité o algún otro candidato, demócrata o republicano? ¿Qué impacto en la legislación tuvieron las faltas de Atkinson?
“Esperamos que esto sea una excepción, pero debemos conocer todos los hechos y determinar hasta dónde llega esta corrupción”, criticó el líder de la minoría del Senado, James Settelmeyer, R-Minden, en un comunicado.
Tiene razón, especialmente porque la renuncia de Atkinson no es un incidente aislado para los demócratas del Senado de Nevada. Es una tendencia.
Hace menos de dos años, el ex senador demócrata Mark Manendo renunció luego de que una investigación descubriera que había hostigado a numerosas mujeres. Según la ex senadora estatal demócrata Shelia Leslie, los líderes del partido sabían del comportamiento de Manendo durante más de una docena de años. Los líderes demócratas lo reprendieron en privado, indicó, pero nunca detuvieron el hostigamiento.
Sus colegas incluso le quitaron dinero. Como candidatas, la senadora estatal, Nicole Cannizzaro, D-Las Vegas y Joyce Woodhouse, D-Henderson, se llevaron a miles de su campaña. Luego, el líder de la mayoría en el Senado, Aaron Ford, incluso aceptó una contribución de 5 mil dólares al comité de Manendo. Cannizzaro es ahora el líder de la mayoría, Woodhouse preside el Senado de Finanzas, el comité más poderoso y Ford es el procurador general.
El año pasado, los investigadores del Congreso concluyeron que el entonces Representante Ruben Kihuen, acosó sexualmente a múltiples mujeres. Sus fechorías no comenzaron en Washington, D.C., sin embargo. Acosó a cabilderas en Carson City, donde también fue miembro del comité demócrata del Senado. Esas acusaciones llevaron a Kihuen a no buscar la reelección, aunque ahora se postula para el Concejo Municipal de Las Vegas.
Carson City no es Washington, donde hay cientos de funcionarios electos demócratas. Desde 2015, han habido solo 18 demócratas en el Senado Estatal. Cinco han estado en el Senado por menos de cuatro meses, uno ha fallecido. Eso significa que el 25 por ciento del grupo restante, 3 de cada 12, ha dejado la oficina pública en desgracia.
Esa es razón suficiente para una investigación independiente, exhaustiva y transparente.
Si los demócratas del Senado no limpian su propia casa, los votantes deberían hacerlo por ellos.