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Tres países despliegan algo que no hemos hecho en la lucha contra COVID-19

Los habitantes de Nevada y los visitantes al estado pueden descargar una aplicación de rastreo de contactos que señala y notifica rápidamente a quienes pudieron haber estado expuestos al COVID-19 para que puedan ponerse en cuarentena por sí mismos, evitando así la propagación de la enfermedad.

La aplicación COVID Trace permite a los teléfonos móviles intercambiar anónimamente códigos aleatorios cuando los usuarios están muy cerca unos de otros, según lo determinan las señales de Bluetooth. No se captura ninguna información personal, no se registran las ubicaciones, no se exponen las identidades, y nadie está obligado a descargarlo.

La adopción desde la introducción de la aplicación hace tres meses ha sido limitada, con cerca de 98 mil 300 descargas hasta el 20 de noviembre, el equivalente al tres por ciento de la población del estado. Treinta y siete personas con la aplicación que dieron positivo introdujeron un código que permitió que otras 32 personas que habían estado cerca recibieran la notificación de que habían estado expuestas al virus.

La mayor parte del rastreo de contactos en el estado sigue haciéndose a la antigua, con las autoridades de salud pública contactando a cada persona que da positivo en las pruebas de COVID-19. Cada una de estas personas trata de recordar con quién ha estado en contacto cercano, y luego estos contactos son notificados. Se pierde tiempo y algunos contactos.

Pero, ¿cuál sería el impacto en la crisis de COVID si se generalizara el uso de aplicaciones de rastreo de contactos y otras herramientas digitales?

No hay que buscar más allá de Taiwán, Singapur y Corea del Sur, indican dos estudiantes de medicina y su profesor de la Universidad de Touro Nevada en Henderson.

Su investigación sugiere que el uso generalizado de herramientas digitales para el rastreo de contactos y la cuarentena es una de las principales razones por las que estos países han tenido algunas de las tasas más bajas de COVID-19 en el mundo.

“Nos dimos cuenta de que, especialmente en los medios de comunicación, se hablaba mucho de lo bien que lo hacían ciertos países”, mencionó la estudiante de medicina Kylie Zeng, que llevó a cabo la investigación con su compañera Stephanie Bernardo junto con el profesor emérito doctor Weldon Havins.

“Y teníamos curiosidad por saber cómo llegaron allí. Así que miramos a Taiwán, Singapur y Corea del Sur, y nos dimos cuenta de que estaban usando muchas herramientas digitales”, dijo.

Uso de herramientas digitales

Descubrieron que Taiwán, por ejemplo, utiliza “localizaciones electrónicas” en teléfonos móviles para vigilar el cumplimiento de la autocuarentena. En Corea del Sur, los viajeros y residentes que regresan al país deben instalar un dispositivo de rastreo por GPS para monitorear su cumplimiento de la cuarentena.

En Taiwán, el gobierno utiliza la tecnología de los teléfonos móviles para vigilar a las personas positivas al COVID-19 y a sus contactos cercanos que están bajo órdenes de cuarentena. Corea del Sur utiliza una plataforma de datos que permite a los rastreadores de contactos “identificar las rutas de transmisión de los individuos infectados y agrupar los brotes mediante la localización por GPS, el circuito cerrado de televisión (CCTV), las transacciones con tarjetas de crédito y el uso de instalaciones médicas y farmacias”, según su investigación.

Singapur utiliza un sistema de registro digital en los puntos de entrada a las zonas públicas para ayudar a identificar a los contactos cercanos de las personas que dan positivo en las pruebas del virus.

Los estudiantes afirman que este enfoque digital, junto con métodos de baja tecnología como el uso temprano y generalizado de cubrebocas, cosechó enormes beneficios. A principios de septiembre, Corea del Sur, Singapur y Taiwán tenían sólo 0.65, 0.46 y 0.03 muertes por COVID-19 por cada 100 mil personas. En cambio, España, Italia y Estados Unidos, donde las herramientas digitales no se utilizan ampliamente, tuvieron 63, 59 y 57 muertes por cada 100 mil personas.

El gran problema es que el uso de la mayoría de estas herramientas digitales en los tres países asiáticos es obligatorio y la privacidad no está protegida. Una excepción es el uso de una aplicación de rastreo de contactos en Singapur, un programa que si bien es voluntario no ha tenido éxito.

Los ciudadanos de estos países asiáticos pueden estar más dispuestos a hacer el trueque de las libertades civiles por la seguridad debido a los encuentros pasados con otros coronavirus, mencionaron los estudiantes. Los países se enfrentaron a la epidemia de SARS en 2003, y Corea del Sur tuvo un brote de MERS en 2015.

Preocupación por privacidad

Los estudiantes están tan convencidos de los beneficios que les gustaría que se considerara un enfoque similar en Estados Unidos, pese a las preocupaciones de los defensores de la privacidad y otros sobre la intrusión gubernamental. En Estados Unidos, menos de 20 estados están usando incluso una aplicación voluntaria de rastreo de contactos orientada a la privacidad.

“Creo que tenemos que ser muy transparentes con el público en cuanto a la forma en que se pueden utilizar estas herramientas digitales y cómo puede beneficiar a la nación en su conjunto”, mencionó Bernardo.

Su profesor fue más directo. “Creo que la pregunta es, ¿cuántos estadounidenses más vamos a ver morir antes de hacer algo más definitivo?” preguntó Havins. “Lo que estamos haciendo ahora no se acerca a lo que estos tres países han hecho, y son democracias”.

La adopción de estos métodos requeriría un “cambio radical” en este país, reconoció el doctor Joe Hardy, decano asociado de educación clínica en Touro.

Sería una “gran diferencia en la mentalidad de ‘no me vigilen, soy libre’ y todas esas cosas con las que crecimos en esta nación”, dijo. “Así que, sí, es una colina que hay que subir para sugerir que todo el mundo va a ser rastreado. Y es una colina que hay que escalar para decir que todo el mundo va a hacer lo que se supone que debe hacer en el auto-aislamiento, la cuarentena y lo que sea.

“Y por eso me sorprendería que esta sugerencia global, integral y completa ocurriera sin ardientes dardos de debate”.

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