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Sobreviviente del tiroteo de Las Vegas recuenta cómo encontró a sus padres tras el Camp Fire

Poco más de un año después de sobrevivir al ataque del festival Route 91 Harvest, Stacie Power se encontró una vez más indefensa, atada a otro desastre.

Esta vez, estaba esperando saber si sus padres estaban vivos o muertos. El Camp Fire en Paradise, California, los había obligado a evacuar el jueves temprano. Habían pasado cinco horas desde la última vez que hablaron.

Antes de que ella perdiera el contacto, estaban atrapados en el tráfico con su perro, un vecino y un cambio de ropa. Las llamas habían tragado su ruta de salida, por lo que estaban en un punto muerto. Pronto el fuego rodeó su auto.

Las cuadrillas cercanas lanzaron agua al incendio, manteniéndolo controlado lo mejor que pudieron. Pero los padres de Power no se habían movido en dos horas, el calor que se filtraba era aterrador.

Su padre estaba llorando. No había lugar a dónde ir y de repente, ya no pudo contactarlos.

“Los llamé probablemente 100 veces, y mandaba directamente al correo de voz”, comentó Power, de 39 años, al Las Vegas Review-Journal. “Los mensajes de texto no se enviaban”.

A medida que pasaban las horas, los amigos y otros familiares comenzaron a llegar a la casa de Power en Chico, a unos 10 kilómetros de distancia de lo peor de las llamas. Todos ellos habían sido evacuados en algún momento después de sus padres. Nadie había visto o escuchado de ellos.

El sol se hundió en el horizonte.

“Literalmente, tenía una imagen de mi madre llorando, gritando y quemándose”, mencionó Power.

Entonces sonó el teléfono.

Una tragedia diferente

Cuando Power se despertó el jueves, ya estaba enfrentando ansiedad y angustia.

Antes de que el Camp Fire la preocupara, una tragedia diferente la consumía: el tiroteo masivo en Borderline Bar and Grill en Thousand Oaks, California.

Mientras se preparaba para el trabajo, escuchó las noticias que relataban el ataque. Se enteró de que varios sobrevivientes del Route 91 estaban dentro del bar cuando se lanzaron disparos. Doce personas murieron, incluido un sobreviviente del Route 91.

“Entonces yo ya estaba hecha un caos esa mañana”, admitió Power al Review-Journal.

Aproximadamente una hora después, supo que una escuela primaria cerca de la casa de sus padres en Paradise estaba siendo evacuada. El Camp Fire había estallado de la noche a la mañana, y hasta las 8 a.m., estaba amenazadoramente cerca de su madre de 76 años y su padre de 78.

La pareja de jubilados generalmente dormía hasta las 9 o 10 a.m. Así que Power salió de su despacho y llamó a su madre.

Abrumada, respondió ella. La llamada la había despertado, pero con voz tranquila, le aseguró a su hija que estaban a salvo. No habían recibido ningún tipo de aviso de evacuación, le informó su madre.

En ese momento, sin embargo, mientras hablaba con Power, su teléfono sonó y sonó. Un mensaje advirtió que tenía 20 minutos para evacuar.

En un apuro, ella despertó a su esposo y recogió su tanque de oxígeno, algo de ropa y su perro.

“Pensó que se estaban yendo para el día normal”, afirmó Power.

Cuando salieron, pudieron ver llamas al final de su calle. El cielo estaba nublado y lleno de humo.

Momentos angustiosos

Un vecino cercano estaba gritando, la puerta de su garaje no se pudo abrir por lo que pidió ayuda por no poder escapar en su auto, la pareja lo llamó y se lo llevaron también.

No mucho después de que se fueron, llegaron a un atasco de autos.

Poco después de que Power perdió el contacto con sus padres, más tarde se enteró que los bomberos dieron vuelta a la pareja. Ahora solo había una salida de Paradise, y necesitaban conducir rápido.

La pareja corrió por la carretera, pasando por su vecindario. No podían ver su casa, pero todas las demás casas a la vista se habían incendiado.

Sus padres casi escaparon antes de que otra ruta fuera tragada por las llamas. Sin ninguna opción, los socorristas los dirigieron a una tienda de comestibles, donde ellos y varios otros esperaron las llamas en un estacionamiento.

Una vez más, los equipos de bomberos mantuvieron las llamas alejadas lo mejor que pudieron. Pero nada podía proteger sus ojos. Vieron aterrorizados mientras su comunidad quedaba reducida a cenizas.

“Habiendo lidiado con mi propio trauma, son las cosas que ves que no puedes dejar pensar”, destacó Power. “Cuando estás aterrada, eso es algo que pensarás para siempre”.

Encontrando un camino

A medida que pasaban las horas, el padre de Power se quedó sin oxígeno. Los equipos médicos en el estacionamiento le dieron un suministro temporal, pero también se lo acabó.

El hombre se debilitó. Así que un bombero se ofreció a acompañar a los padres de Power y su perro a Chico con su vecino.

Mucho después de la puesta del sol, la pareja finalmente llegó a la puerta de su hija. Han permanecido en su casa desde entonces, junto con otras 18 personas y otros seis perros. Desde entonces, la familia supo que la casa de los padres fue destruida.

A veces, los padres de Power tienen un buen sentido del humor acerca de la terrible experiencia, comentó el martes. El otro día, Power estaba preguntando por la cena, y su papá dijo que tenía un montón de filetes en su casa.

“Pero seguro quedaron bien cocidos”, bromeó.

Sin embargo, la gravedad de lo que perdieron pesa sobre ellos.

“Cuando tienes 78 años, diría que más de la mitad de lo que tenían en esa casa tenía un valor sentimental”, confesó Power, hablando de fotos familiares y reliquias. “Sus padres, hermanos, hermanas todos han fallecido, tenían lo que les quedaba”.

A veces piensa en lo que habría pasado si no hubiera llamado a su madre. ¿Habrían escuchado sus padres la alerta de evacuación?

Luego piensa en cuántas personas en la comunidad de retiro de Paradise no tenían hijos que vivieran lo suficientemente cerca como para advertirles. Ella se pregunta si los vecinos tuvieron tiempo suficiente para tocar puertas y asegurarse de que los demás estuvieran bien.

“Todos salieron a salvo”, dijo de su familia. “Esa es la parte más importante”.

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