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Por qué no se suele tratar la ansiedad en los adultos mayores

La ansiedad es el trastorno psicológico más común que afecta a los adultos en Estados Unidos. En las personas mayores, se asocia con una angustia considerable, así como con mala salud, disminución de la calidad de vida y elevadas tasas de discapacidad.

Sin embargo, cuando U.S. Preventive Services Task Force-un influyente grupo de expertos independientes- sugirió el año pasado que los adultos se sometieran a pruebas de ansiedad, dejó fuera a un grupo: los mayores de 65 años.

El principal motivo que el grupo de trabajo citó en el borrador de recomendaciones publicado en septiembre fue que “las pruebas actuales son insuficientes para evaluar el equilibrio entre los beneficios y los perjuicios del examen de la ansiedad” en todos los adultos mayores. (Las recomendaciones definitivas se esperan para este año).

Task Force señaló que los cuestionarios que se usan para detectar la ansiedad pueden no ser fiables para las personas mayores. El examen consiste en evaluar a personas que no presentan síntomas evidentes de trastornos médicos o psicológicos preocupantes.

“Reconocemos que muchas personas mayores padecen trastornos mentales como la ansiedad. Estamos pidiendo urgentemente para investigación”, dijo Lori Pbert, jefe asociado de la división de medicina preventiva y del comportamiento en la Universidad de Massachusetts Chan Medical School y un ex miembro de Task Force que trabajó en las recomendaciones de ansiedad.

Los expertos cuestionan el enfoque

Esta postura de “aún no sabemos lo suficiente” no les gusta a algunos expertos que estudian y tratan a adultos mayores con ansiedad.

La doctora Carmen Andreescu, profesora asociada de psiquiatría en la Universidad de Pittsburgh, llamó “desconcertante” a la posición de Task Force y dijo que está bien establecido que la ansiedad no es infrecuente en los adultos mayores y que existen tratamientos eficaces.

“No se me ocurre ningún peligro en identificar la ansiedad en los adultos mayores, sobre todo porque hacerlo no tiene ningún daño y podemos hacer cosas para reducirla”, dijo la doctora Helen Lavretsky, profesora de psicología en la UCLA.

En un editorial reciente de JAMA Psychiatry, Andreescu y Lavretsky señalaron que solo un tercio de los adultos mayores con trastorno de ansiedad generalizada -preocupación intensa y persistente por asuntos cotidianos- reciben tratamiento. Esto es preocupante, señalaron, teniendo en cuenta la relación entre ansiedad y embolia, insuficiencia cardiaca, enfermedad coronaria, enfermedades autoinmunes y trastornos neurodegenerativos como la demencia.

Otras formas de ansiedad no detectadas ni tratadas habitualmente en adultos mayores son las fobias (como el miedo a los perros), el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad social (miedo a ser evaluado y juzgado por los demás) y el trastorno de estrés postraumático.

El latente desacuerdo sobre el examen llama la atención sobre la importancia de la ansiedad en la tercera edad, una preocupación que se acentuó durante la pandemia del COVID-19, que aumentó el estrés y la preocupación entre los adultos mayores.

Lo que hay que saber:

La ansiedad es común

Según un capítulo de un libro publicado en 2020, del que son autores Andreescu y un colega, hasta el 15 por ciento de las personas de 65 años o más que viven fuera de residencias de ancianos u otros centros padecen un trastorno de ansiedad diagnosticable.

Hasta la mitad presenta síntomas de ansiedad -irritabilidad, preocupación, inquietud, disminución de la concentración, cambios en el sueño, fatiga, conductas de evitación- que pueden ser angustiosos pero no justifican un diagnóstico, señala el estudio.

La mayoría de los adultos mayores que padecen ansiedad han luchado contra este trastorno desde una etapa temprana de su vida, pero la forma en que se manifiesta puede cambiar con el tiempo. En concreto, los adultos mayores tienden a mostrarse más ansiosos ante cuestiones como la enfermedad, la pérdida de familiares y amigos, el retiro y el deterioro cognitivo, señalaron los expertos. Solo una pequeña parte desarrolla ansiedad después de cumplir los 65 años.

Difícil de identificar

Los adultos mayores suelen minimizar los síntomas de ansiedad, pensando “así es envejecer” en lugar de “este es un problema sobre el que debería hacer algo”, afirma Andreescu.

Además, según Gretchen Brenes, profesora de gerontología y medicina geriátrica de la Facultad de Medicina de la Universidad Wake Forest, es más probable que los adultos mayores reporten quejas “somáticas” -síntomas físicos como mareos, fatiga, dolores de cabeza, dolor de pecho, falta de aire y problemas gastrointestinales- que pueden ser difíciles de distinguir de afecciones médicas subyacentes.

Según el doctor Jordan Karp, catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Arizona, en Tucson, algunos tipos de ansiedad o comportamientos ansiosos, como la acumulación y el miedo a las caídas, son mucho más frecuentes en las personas mayores, pero los cuestionarios destinados a detectar la ansiedad no suelen preguntar por ellos.

Algunas preguntas sencillas

Cuando las personas mayores manifiestan sus preocupaciones, los médicos suelen considerarlas normales, dadas las dificultades que conlleva el envejecimiento, afirma el doctor Eric Lenze, jefe de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en San Luis, y tercer autor del reciente editorial de JAMA Psychiatry.

Él y otros expertos sugirieron que unas sencillas preguntas pueden ayudar a determinar si un adulto mayor necesita ser evaluado por ansiedad: ¿Tiene preocupaciones recurrentes difíciles de controlar? ¿Tiene problemas para dormir? ¿Se siente más irritable, estresado o nervioso? ¿Tiene problemas de concentración o de pensamiento? ¿Evita hacer cosas que normalmente le gusta hacer porque está sumido en sus preocupaciones?

Stephen Snyder, de 67 años, que vive en Zelienople, Pensilvania, y fue diagnosticado con trastorno de ansiedad generalizada en marzo de 2019, respondería “sí” a muchas de estas preguntas. “Tengo una personalidad tipo A y me preocupo mucho por muchas cosas: mi familia, mis finanzas, el futuro”, me dijo. “Además, he tendido a darle vueltas a cosas que ocurrieron en el pasado y a agobiarme”.

Los tratamientos son eficaces

La psicoterapia -en particular la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a las personas a abordar los pensamientos negativos persistentes- suele considerarse la primera fila del tratamiento de la ansiedad en los adultos mayores. En una revisión de la evidencia para el grupo de trabajo, los investigadores señalaron que este tipo de terapia ayuda a reducir la ansiedad en los adultos mayores atendidos en centros de atención primaria.

Lenze señaló que también se recomienda la terapia de relajación, que puede incluir ejercicios de respiración profunda, masajes o musicoterapia, yoga y relajación muscular progresiva.

Dado que es muy difícil encontrar profesionales de la salud mental, sobre todo especializados en la salud mental del adulto mayor, los médicos de atención a la salud primaria suelen recomendar medicamentos para aliviar la ansiedad. Dos categorías de fármacos -los antidepresivos conocidos como ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) e IRSN (inhibidores de la recaptación de serotonina-norepinefrina)- suelen recetarse, y ambos parecen ayudar a los adultos mayores, según los expertos.

Las benzodiacepinas, una clase de medicamentos sedantes como Valium, Ativan, Xanax y Klonopin, se recetan con frecuencia a las personas mayores, pero deben evitarse. American Geriatrics Society ha advertido a los profesionales de la medicina que no deben usarlos en los adultos mayores, excepto cuando hayan fracasado otras terapias, porque son adictivos y aumentan significativamente el riesgo de fracturas de cadera, caídas y otros accidentes, así como de trastornos cognitivos a corto plazo.

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