Una nueva mirada a la ciencia de la prevención de muertes por cáncer de mama promete cambiar cuándo deben hacerse mamografías las mujeres estadounidenses y cuántas se harán, de nuevo.
Un influyente grupo de expertos tiene la intención de recomendar que las mujeres de Estados Unidos empiecen a hacerse mamografías para detectar el cáncer de mama a los 40 años y continúen haciéndoselas una vez cada dos años hasta los 75 años. Con ello se espera reducir las muertes por cáncer de mama en un 19 por ciento, en comparación con el régimen de mamografías que apoyaba anteriormente.
La nueva serie de recomendaciones preliminares de U.S. Preventive Services Task Force supone un cambio importante con respecto al controvertido consejo que promulgó en 2009 -y que reiteró en gran medida en 2016- de que la mayoría de las mujeres podían esperar con seguridad hasta los 50 años para empezar a hacerse exploraciones mamarias en busca de signos de posibles neoplasias malignas. Task Force también señaló que las mujeres con un riesgo promedio podrían someterse a mamografías cada dos años en lugar de anualmente.
Al pedir que se hiciera un menor número de mamografías a lo largo de la vida de una mujer, Task Force mencionó la frecuencia con la que se sobrediagnostican los cánceres de mama, lo que lleva a tratamientos invasivos pero innecesarios, así como los daños derivados de biopsias innecesarias y otras pruebas realizadas en respuesta a resultados falsos positivos. También reconocía que las mamografías exponen a las mujeres a radiaciones que, en algunos casos, pueden acabar provocándoles cáncer a mujeres sanas.
Estas recomendaciones fueron denunciadas por activistas de la salud de la mujer, que desde hace tiempo sostienen que la detección prematura ofrece las mejores posibilidades de supervivencia.
¿El grupo ha cambiado de opinión y aconseja que las mamografías de cribado empiecen a los 40? Los miembros del grupo dijeron que estaban muy influidos por las experiencias de las mujeres afroamericanas, que tienden a desarrollar cánceres de mama agresivos antes que las mujeres blancas, y a morir de ellos con más frecuencia. Según un estudio, las mujeres afroamericanas tienen un 39 por ciento más de probabilidades de morir de cáncer de mama que el conjunto de la población femenina.
La detección prematura del cáncer de mama en las mujeres de color es solo el primero de los muchos pasos que hay que dar para cerrar las brechas étnicas que persisten. Los expertos advirtieron que las mujeres afroamericanas, hispanas, latinas, asiáticas, nativas americanas y nativas de Alaska también necesitan un seguimiento oportuno y un tratamiento eficaz del cáncer de mama.
Los cambios introducidos en el proyecto de recomendaciones se deben también al creciente reconocimiento de los riesgos a los que se enfrentan las mujeres con mamas densas, que hacen que los tumores malignos sean más frecuentes y difíciles de detectar en las imágenes mamográficas.
Casi la mitad de las mujeres tienen mamas densas, y los miembros de Task Force señalaron que disponían de pocos estudios que les orientaran sobre la conveniencia de recomendar pruebas de cribado adicionales u otros tipos de diagnóstico por imagen, como resonancias magnéticas o ecografías.
“Los nuevos datos científicos sobre el cáncer de mama en personas menores de 50 años nos han permitido ampliar nuestra recomendación anterior y animar a todas las mujeres a someterse a pruebas de detección cada dos años a partir de los 40”, declaró la doctora Carol Mangione, jefa de medicina interna de la UCLA y presidenta del grupo que escribió la propuesta de recomendación de Task Force. Las nuevas directrices “ayudarán a salvar vidas y evitarán que mueran más mujeres por cáncer de mama”.
La doctora Patricia Ganz, experta en cáncer de mama de la UCLA que ha formado parte de muchos grupos de expertos en pruebas de detección del cáncer, afirmó que hay pocas pruebas nuevas que impulsen el cambio de Task Force. Pero llamó a la atención del grupo para hacer frente a las desigualdades raciales en el cáncer de mama “muy, muy importante”. Y afirmó que el calendario de mamografías cada dos años está en línea con las prácticas de Canadá y Europa.
“Creo que es una muy buena recomendación: Les da a los médicos y a sus pacientes mucha flexibilidad” para decidir lo agresivo o ligero que debe ser su cribado del cáncer de mama, dijo Ganz. “El hecho de que recomienden empezar a los 40 significa que estas mujeres tendrán una oportunidad temprana de participar en un proceso de cálculo de sus riesgos personales”.
Al hacerlo, las mujeres descubren que están sujetas a una serie de recomendaciones de cribado del cáncer de mama.
American Cancer Society (ACS) les sugiere a las mujeres que empiecen a hacerse mamografías anuales a los 45 años, y que consideren la posibilidad de cambiar a pruebas bianuales a los 55 años. Las mujeres que prefieran empezar las pruebas anuales a los 40 pueden hacerlo, y deben seguir haciéndose mamografías mientras esperen vivir al menos 10 años más, añade la ACS.
American College of Radiology y Society of Breast Imaging le recomiendan la mamografía anual a partir de los 40 años a todas las mujeres con un riesgo promedio de cáncer de mama.
Ninguno de los dos grupos sugiere que los 75 años sea un límite máximo para las mamografías de cribado. Sin embargo, American College of Radiology ha recomendado que todas las mujeres se sometan a una evaluación del riesgo de cáncer de mama antes de los 25 años, y que consulten con su médico si es necesario un cribado más temprano con mamografía y/o resonancia magnética.
La doctora Debra L. Monticciolo, radióloga del Hospital General de Massachusetts, se mostró muy crítica con la decisión del grupo de recomendar mamografías cada dos años, teniendo en cuenta que las mujeres afroamericanas y judías mueren de cáncer de mama antes de los 50 años -o incluso de los 40- con más frecuencia que el conjunto de las mujeres blancas. “Eso solo va a exacerbar las disparidades raciales”, advirtió.
“Sus propios datos demuestran que el cribado anual es el que más vidas salva”, afirma Monticiollo, que dirigió la redacción de las recomendaciones del American College of Radiology y Society of Breast Imaging. “Con el cribado anual de las mujeres de 40 a 79 años, se obtiene una reducción de la mortalidad del 42 por ciento. Si se limita a cada dos años, la reducción de la mortalidad baja al 30 por ciento. Son vidas de mujeres que se salvarían. No sé en qué están pensando”.
Sin embargo, Task Force observó otras consecuencias del cambio del programa de cribado menos intensivo al más intensivo. El número de mamografías realizadas a una mujer se triplicó, al igual que el número de falsos positivos. La tasa de sobrediagnóstico se duplicó con creces, pasando del ocho por ciento de los casos al 17 por ciento.
El doctor Otis Brawley, oncólogo y epidemiólogo oncológico del Johns Hopkins, afirma que, aunque parezca contradictorio que un cribado menos frecuente pueda salvar más vidas, es una posibilidad que exige a gritos una comprobación rigurosa.
“Incluso muchos expertos no llegan a comprender cuántos cánceres provoca el cribado mamográfico y cuántas muertes se evitan gracias a él”, afirma Brawley. Las personas portadoras de genes que predisponen a algunos tipos de cáncer pueden ser especialmente vulnerables a las mutaciones inducidas por la radiación, señaló. “Pero esa no es una compensación que se haya explorado con investigaciones sólidas”.
Task Force dejó claro que sus nuevas recomendaciones no se sustentaban en una confianza absoluta. El hecho de que las mujeres deban empezar a hacerse mamografías a los 40 años cuenta con el respaldo más sólido de la investigación. Pero Task Force asignó valores de confianza mucho más bajos a su programa de mamografías cada dos años y a la idea de que la detección del cáncer de mama después de los 75 años puede no ser una medida que salve vidas.
“Los estudios sobre esta población son muy limitados”, reconocía el grupo en su reporte.
El proyecto de recomendación estará abierto a los comentarios del público hasta el 5 de junio. Los comentarios pueden enviarse al sitio web de Task Force.