Un estornudo es solo un estornudo -con perdón de aquella canción de “Casablanca”- excepto cuando no lo es.
Por si el regreso de la temporada de alergias no fuera suficientemente molesto, la persistente presencia del COVID-19 añade otra capa de malestar a cada estornudo, secreción nasal y dolor de garganta. Sin embargo, unas cuantas pautas rápidas pueden orientar a los alérgicos a la hora de decidir si ese estornudo, secreción nasal o lo que sea es una alergia o un posible síntoma del COVID-19.
Asthma and Allergy Foundation of America calcula que más de 100 millones de estadounidenses sufren alergias de diversos tipos cada año y llama a las alergias la “sexta causa de enfermedades crónicas en Estados Unidos”.
¿Es o no es?
La combinación del COVID con la temporada de alergias puede hacer que el autodiagnóstico resulte especialmente molesto para alérgicos como la doctora Karen Duus, profesora de la Universidad Touro de Nevada que imparte clases de inmunología y microbiología en los programas de medicina osteopática, asistente médico y ciencias de la salud de la universidad.
Duus tiene alergias estacionales y el año pasado le diagnosticaron mieloma múltiple. Recibió un trasplante de células madre en junio y ahora, mientras su sistema inmunitario sigue reconstruyéndose, está especialmente atenta a la llegada de la temporada de alergias y a descifrar sus síntomas.
“Tengo alergias y están empezando a aparecer”, dice. “Y también me han puesto un par de inyecciones de COVID”.
Duus bromea diciendo que “realmente esperaba” que sus alergias hubieran desaparecido como parte del procedimiento de trasplante. Pero, dice, el hematólogo le informó de que “por desgracia, no funciona así”, lo que hace que Duus vuelva a enfrentarse a la pregunta “¿Es o no es?” a la que se han enfrentado todos los alérgicos durante la era COVID.
Aunque las alergias y el COVID pueden causar algunos síntomas similares, son entidades diferentes. Para empezar, el COVID es un virus. “Es una infección”, afirma el doctor Rick Vinuya, jefe de alergia de Optum Allergy. El COVID también se transmite de persona a persona en forma de gotitas respiratorias a través de los estornudos, la tos o la respiración.
En cambio, las alergias estacionales son una reacción del sistema inmunitario del organismo a la exposición a alérgenos ambientales como el polen de los árboles o la caspa de los animales.
Según Vinuya, el COVID se asocia normalmente a síntomas que incluyen fiebre, dificultad para respirar y tos importante. Los síntomas del COVID también tienden a producirse “fuera de la nariz, la garganta y los ojos” e incluyen diarrea, vómitos, dolores musculares, náuseas y “una sensación general de estar enfermo”, dijo.
Las mayores diferencias
Entre las diferencias más significativas entre el COVID y las alergias se encuentra “la drástica pérdida de olfato” que, según Vinuya, puede aparecer con el primero.
“Algunas variantes ómicron se presentan ahora con menos pérdida del sentido del olfato”, añadió, pero las variantes COVID más antiguas vienen con “una pérdida del olfato más fuerte y severa”.
En cambio, los síntomas que apuntan hacia las alergias suelen incluir picor de ojos, oídos y garganta, congestión nasal y ojos llorosos, explicó Vinuya. “Cualquier cosa que pique suele ser alergia”.
El doctor Manas Mandal, catedrático de la Facultad de Farmacia de la Universidad Roseman de Ciencias de la Salud, afirma que las personas que sufren una reacción alérgica casi nunca tienen diarrea ni pérdida del olfato o el gusto.
Aunque la falta de aliento puede estar asociada con el COVID, dijo Mandal, “un paciente de alergia rara vez muestra falta de aliento a menos que también sea un paciente de asma”.
Por cierto, dijo Vinuya, “aunque a las alergias se las llame ‘fiebre del heno’, no hay fiebre en las alergias”.
Aunque estas son algunas pautas generales, “si tienes dudas puedes hacerte las pruebas rápidas de antígenos que se administran para el COVID”, dijo Mandal. “En cinco minutos, puedes saber casi con certeza si (se te has) infectado con COVID-19”.
Cubrebocas y vacunas
Si hay algo en común entre el COVID y las alergias, puede ser que el uso de un cubrebocas de calidad y bien ajustado puede ofrecer al menos cierta protección contra ambos.
Duus dijo que notó que en 2020 y 2021, mientras usaba cubrebocas por el COVID, “mis alergias eran mucho más leves cuando salía a la calle”.
“Esa es una observación muy común”, dijo Mandal, y un cubrebocas de calidad puede crear una barrera física que puede ayudar a evitar que el polen y otros alérgenos entren en la nariz.
Del mismo modo, aunque las investigaciones no son concluyentes, “sí sabemos anecdóticamente que la influenza disminuyó drásticamente al momento de máximo apogeo del COVID”, añadió Vinuya, aunque “si fue por el cubrebocas o por el aislamiento realmente no lo sabemos”.
Muchos alérgicos confían en los antihistamínicos de venta libre para tratar sus alergias. Pero Vinuya dijo que una opción más eficaz son las vacunas antialérgicas que ayudan a, en efecto, desensibilizar el cuerpo a la exposición a alérgenos específicos.
“Los medicamentos son curitas”, afirma Vinuya. “Las vacunas contra la alergia modifican el sistema inmunitario”.
Por último, las vacunas ofrecen un mejor control de los síntomas de la alergia, requieren menos medicación y pueden disminuir la probabilidad de desarrollar asma, añadió.
“Las alergias se han despreciado durante décadas: ‘Son solo alergias; aguántate’. Se les ha considerado una enfermedad secundaria: ‘No es para tanto’”, dijo Vinuya. Pero las alergias pueden tener consecuencias importantes”.
“La razón número uno es la calidad de vida. ¿Quién quiere estar enfermo todo el tiempo?”. añadió Vinuya.
Las alergias pueden afectar al estado de ánimo, perjudicar el rendimiento en el trabajo o en la escuela y provocar absentismo, dijo.
También es importante: Las alergias son “el factor de riesgo número uno para desarrollar asma”, según Vinuya, ya que los alérgicos tienen entre dos y tres veces más probabilidades de tener asma.