Por mucho que los habitantes de Las Vegas afirmen que están acostumbrados calor, nadie está realmente preparado para soportar las temperaturas récord de tres dígitos que experimenta el sur de Nevada.
Es beneficioso entender exactamente cómo reacciona el cuerpo para preparar mejor a los residentes del desierto para vivir con altas temperaturas prolongadas. Hay más maneras para mantenerse a salvo durante el intenso calor del verano que simplemente beber agua.
Sin hidratación, una persona puede mostrar síntomas leves de enfermedad por calor en un par de horas. Además, si una persona permanece expuesta directamente al sol, los órganos del cuerpo podrían empezar a fallar, provocando síntomas graves o la muerte.
Todo se reduce a cómo responde el cuerpo a la exposición al calor. La forma en que las personas sienten el calor está relacionada con la temperatura ambiente y la humedad del aire.
Lo que en Nevada se determina como una temperatura moderadamente alta sin humedad se consideraría peligrosa y potencialmente mortal en partes del país con más humedad. Esto se debe a que la humedad atrapa el calor corporal en la superficie de la piel, impidiendo el enfriamiento. Por otro lado, los entornos desérticos son tan secos que el agua de la piel se evapora rápidamente. Esto se vuelve peligroso cuando la falta de humedad visible, como el sudor, puede enmascarar una etapa más grave de la enfermedad por calor.
Además, Las Vegas, y otras ciudades del suroeste del desierto, experimentan una isla de calor urbana, un fenómeno que se produce cuando el calor queda atrapado en el cemento y el asfalto durante el día y luego se libera lentamente a la atmósfera por la noche.
Cuando las temperaturas nocturnas también aumentan, tolerar el calor se vuelve aún más difícil.
“Se convierte en un problema cuando las personas expuestas al calor no pueden recuperarse por la noche, porque esta también será muy calurosa. Así que al día siguiente, si se exponen de nuevo al calor por la mañana, empezarán a sufrir un golpe de calor. Y luego, con el tiempo, si no se cuidan, podrían sufrir efectos más complicados”, explica Erick Bandala, profesor adjunto de investigación en ciencias ambientales del Desert Research Institute.
Durante la primera ola de calor del año, los socorristas, los médicos de urgencias y los cirujanos especializados en quemaduras ven un aumento de pacientes que sufren enfermedades relacionadas con el calor, desde casos leves de agotamiento por calor hasta el caso extremo de quemaduras de tercer grado.
Impacto del calor en los órganos
El calor intenso puede afectar a casi todos los órganos, desde la piel hasta los riñones y el cerebro.
Cuando se expone a altas temperaturas, nuestro cuerpo se refresca de dos maneras. En primer lugar, nuestros vasos sanguíneos se dilatan para acercar el flujo de sangre caliente a la superficie de la piel, donde el calor de la sangre se transfiere al aire. La otra forma en que nuestro cuerpo se enfría es a través de la producción de sudor. El líquido que liberamos en forma de sudor se lleva parte de nuestro calor corporal y luego se evapora de la piel.
Tendemos a sobrecalentarnos en climas cálidos y húmedos porque la humedad del aire impide que el sudor se evapore, atrapando el calor. En cuanto producimos unas gotas de sudor en los climas cálidos del desierto, el aire del desierto lo absorbe inmediatamente.
Las náuseas, los mareos, los dolores de cabeza y los calambres musculares son signos de agotamiento por calor. Con la exposición continuada al alto calor y a la luz solar, el cuerpo puede empezar a experimentar un fallo multiorgánico.
Los primeros órganos afectados son los riñones. Los riñones controlan la presión sanguínea y la regulación de los fluidos. Cuando están hidratados, clasifican los electrolitos, el azúcar en sangre y las proteínas. Cuando están deshidratados, el cuerpo extrae líquido de los músculos y la sangre, lo que acaba impidiendo que los riñones filtren los residuos del cuerpo. Como resultado, los residuos permanecen en los riñones y comienzan a cambiar el funcionamiento natural del cuerpo.
A medida que el cuerpo hace todo lo posible para extraer la humedad de nuestros órganos, nuestra sangre comienza a espesarse; la capacidad de producir sudor para refrescarse se detiene. La temperatura del cuerpo aumenta hasta igualar la temperatura ambiente en 10 o 15 minutos. La sangre se acumula en nuestras manos y pies, lo que ralentiza el flujo sanguíneo hacia el cerebro, provocando confusión y, finalmente, la pérdida de conciencia.
Esta cadena de acontecimientos describe un golpe de calor.
¿Cómo podemos protegernos?
El consejo más sencillo es el mejor. En primer lugar, bebe mucha agua. El hecho de que no estés sudando no significa que no estés deshidratado o en riesgo: hidrátate antes de sentir sed y programa descansos para hidratarte.
Recuerda seguir las siguientes recomendaciones para evitar las enfermedades por calor: aire acondicionado, descansos a la sombra, ropa holgada, beber líquidos con frecuencia y limitar la exposición al sol y al calor. Si ves a alguien que muestra signos de confusión o parece desorientado, llama al 911.