Con el objetivo de obtener información sobre cárteles rivales al de Sinaloa, agentes de la DEA y fiscales del Departamento de Justicia estadounidense sostuvieron reuniones secretas con jefes de esa organización delictiva en territorio mexicano.
De acuerdo al portal del periódico El Universal, dichas reuniones eran del conocimiento de la administración de Estados Unidos y se llevaron a cabo sin la presencia de alguna autoridad mexicana y sin informar al gobierno de México.
Solo en algunas ocasiones los agentes de la DEA o el gobierno de Estados Unidos proporcionaron datos obtenidos de esas reuniones a México para que realizara detenciones.
Asimismo, El Universal revela que entre los funcionarios estadounidenses que participaron en esos encuentros con narcotraficantes, figuran el fiscal Steve Fraga, así como agentes de la DEA como Manuel Castañón, David Herrod y Carlos Mitchem, quien era asistente del director regional
David Gaddis, entonces director regional de la DEA con sede en el Distrito Federal, así como otros directivos de la agencia en EEUU, autorizaron que sus agentes se reunieran con miembros de cárteles sin informarlo al gobierno mexicano y permitieron, bajo acuerdos por escrito, que los narcotraficantes siguieran operando.
Documentos judiciales, cuya copia tiene el rotativo mexicano, detallan que a través dichas reuniones secretas se lograron aseguramientos de cargamentos, así como detenciones, lo que detonó la violencia en México durante el sexenio de Vicente Fox y Felipe Calderón.
El hallazgo de un cadáver delató las negociaciones
Uno de los casos que comenzó a delatar las negociaciones entre agentes estadounidenses y cárteles mexicanos se registró a finales de noviembre del 2006, cuando el cuerpo de un hombre fue arrojado en Ciudad Juárez, Chihuahua.
En la cara del hombre fueron pegadas, con cinta adhesiva, las tarjetas de presentación de los agentes antinarcóticos del ICE Raúl Bencomo y Tod Johnson, así como un dedo índice en la boca del difunto.
Los dos agentes del ICE fueron señalados durante el proceso, en Estados Unidos, de Guillermo Eduardo Ramírez Peyro, ubicado como informante pagado del ICE así como miembro del cártel de Juárez, quien condujo a una residencia en Ciudad Juárez donde se encontraron 12 cadáveres en enero de 2004, la cual fue conocida como “la casa de la muerte”.
En algunas ocasiones los agentes de la DEA o el gobierno de Estados Unidos proporcionaron datos obtenidos de esas reuniones, sin citarlas, al gobierno de México para que los policías o militares mexicanos realizarán detenciones.
En el sexenio de Calderón 12 de las importantes detenciones de narcotraficantes fueron producto de la DEA, esto último de acuerdo con reportes de la agencia antidrogas.
El caso que ha establecido a detalle las tácticas de los agentes de la DEA para reunirse en México y negociar con miembros de los cárteles del narcotráfico es el proceso judicial que se le sigue en una corte en Chicago, Illinois a Vicente Zambada Niebla, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los líderes del cártel de Sinaloa.
El 18 de marzo de 2009 en una habitación del Hotel Sheraton, a las 12:05 de la noche, los agentes de la DEA Manuel Castañón y David Herrod se reunieron por 30 minutos con Vicente Zambada Niebla y el abogado Humberto Loya-Castro, estos últimos ubicados en Estados Unidos y en México como miembros del cártel de Sinaloa.
La reunión que fue planeada con tres meses de anticipación y desautorizada de último minuto por David Gaddis, director regional de la DEA con sede en la embajada de Estados Unidos en México, debido a una filtración a un periódico.
Finalmente no pudo ser evitada por los agentes antidrogas cuando Vicente Zambada arribó con Loya Castro. Cinco horas más tarde Zambada Niebla fue detenido por el Ejército mexicano.