La cárcel a donde el mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán podría ser enviado en los próximos días para cumplir su cadena perpetua, más 30 años de reclusión, es la llamada ADX “Supermax” de Florence, Colorado, donde muchos presos permanecen aislados 23 horas al día y con el mínimo contacto humano, lo que ha sido calificado como la muerte en vida.
El penal, conocido como el “Alcatraz de las montañas Rocosas”, está protegido por alambradas con púas, torres de vigilancia, patrullas fuertemente armadas que resguardan sus instalaciones y francotiradores altamente especializados.
Las celdas están hechas de concreto y miden 2.1 por 3.6 metros, tienen una cama del mismo material cubierta solo por un delgado colchón y mantas, así como una ventana de poco más de un metro de alto y 10 centímetros de ancho por donde entra algo de luz, pero a través de la cual los presos no ven más allá del edificio.
Asimismo, en el reducido espacio hay un banco y un escritorio fijos, también de concreto, mientras que algunas celdas tienen radios y televisores en blanco y negro que transmiten programas religiosos, educativos y de interés general.
La comida se les suministra a través de pequeños agujeros en la puerta y su contacto con otros seres humanos se limita a los guardias y el personal de la cárcel, de acuerdo con medios de prensa.
Los reclusos deben usar grilletes, esposas y cadenas en el estómago cuando son llevados afuera de sus celdas por los guardias y solo se les permite una hora de receso en una pequeña jaula al aire libre, en la que solo pueden ver el cielo.
Esta prisión de máxima seguridad alberga a los presos considerados más peligrosos o que están acusados de terrorismo, como Ted Kaczynski, el “Unabomber”; el conspirador de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Zacarias Moussaoui y el terrorista de la Maratón de Boston, Dzhokhar Tsarnaev.
También se encuentra en ese presidio Simón Trinidad, ex-comandante guerrillero de las desaparecidas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, quien está acusado de conspiración terrorista, y el narcotraficante mexicano Francisco Javier Arellano Félix, uno de los ex-líderes del llamado Cartel de Tijuana.
Se prevé que “El Chapo” será recluido en la Unidad Especial de Seguridad, conocida como el Módulo H, que alberga a los reos a los que el Departamento de Justicia ha impuesto Medidas Administrativas Especiales para limitar todo tipo de comunicación con el mundo exterior.
Los presos recluidos en dicho módulo sólo pueden ser visitados por sus abogados y su familia inmediata, con quienes se comunican por teléfono a través de una ventana de cristal.
Todas las conversaciones personales son monitoreadas, mientras que los encuentros y la correspondencia que intercambian con su equipo legal se consideran privilegiadas y privadas.
De acuerdo con un informe de la organización humanitaria Amnistía Internacional de 2014, desde que la prisión ADX abrió en 1994, al menos seis presos se han suicidado, en su mayoría colgados con sus sábanas.
Laura Rovner, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Denver y quien ha representado a presos de ADX, consideró que las condiciones en la prisión de la Bahía de Guantánamo en Cuba son más favorables comparadas con el “Alcatraz de las montañas Rocosas”.
“Para muchas personas que están confinadas en ADX, lo que equivaldría a cadena perpetua, es una especie de muerte en vida (…) Simplemente te despoja de todo. Tu existencia se limita a las cuatro paredes de esta pequeña celda y, francamente, no mucho más”, sostuvo la académica.
Guzmán Loera, jefe del cartel de Sinaloa, fue condenado el miércoles 17 de julio de 2019 a cadena perpetua más 30 años de prisión por los 10 delitos por los cuales fue acusado en la Corte Este del distrito de Nueva York.
La sentencia fue emitida por el juez Brian Cogan, quien presidió el juicio que duró tres meses y en el cual se presentaron 56 testigos.
Entre los delitos por los que se le levantaron cargos al narcotraficante, de 62 años de edad, figuran participación en una empresa criminal, conspiración internacional para producir cocaína, así como para importarla y distribuirla, lavado de dinero y uso de armas de fuego.
El narcotraficante mexicano puede aún apelar esta sentencia, lo que se espera sea informado por sus abogados.