El presidente Barack Obama goza de uno de sus mejores momentos de imagen y eso debería preocuparle al virtual nominado republicano, Donald Trump.
En la última encuesta de NBC/WSJ, Obama es visto favorablemente por un 51% de los entrevistados, su mayor nivel de popularidad en su segundo mandato.
Este dato es uno de los observados con mayor atención por analistas políticos que han detectado una relación entre la aprobación del presidente saliente y las posibilidades de triunfo del candidato del partido en el poder.
En un análisis reciente de Alan Abramovitz para la University of Virginia, la cifra que puede determinar la suerte que correrá en las urnas el sucesor es un 50%.
Qué dice la historia
El 27% de aprobación que tenía George W. Bush en 2008 según las encuestas de Gallup lastró al que pretendía ser su sucesor republicano, John McCain, quien fue derrotado claramente por Obama.
Mientras, el presidente republicano Ronald Reagan benefició a George H. W. Bush en 1988 gracias a su popularidad, un 51%.
En las seis elecciones con un presidente saliente desde la II Guerra Mundial (1952, 1960, 1968, 1988, 2000 y 2008), los tres candidatos que buscaban suceder a un presidente con un índice de aprobación menor a 50% según las encuestas de Gallup perdieron.
En las tres ocasiones en que la popularidad del presidente era mayor al 50%, los candidatos sucesores del mismo partido ganaron el voto popular en dos ocasiones, aunque uno de ellos, Al Gore en el 2000, acabó perdiendo el voto electoral.
Como vemos la popularidad del presidente no siempre predice el resultado pero sí es considerada uno de los factores decisivos.
Otros datos que expertos como Abramovitz consideran son el crecimiento de la economía en el año electoral o la propia aprobación de los dos principales candidatos. Además, la muestra de elecciones en las que había datos sobre la popularidad del presidente saliente es muy pequeña (solo seis), lo que hace que los críticos guarden cautela sobre la capacidad de predicción de estos modelos.
Pero parece que si Obama mantiene su buena imagen en los cinco meses y medio que quedan para la cita electoral, Trump lo tendrá más difícil para derrotar a su probable rival demócrata, Hillary Clinton, quien además se vería beneficiada por el hecho de que sirvió como secretaria de Estado en la administración de Obama.
Por eso es probable que durantes los próximos meses la candidata resalte sus vínculos con el presidente y que los veamos a ambos haciendo campaña.