Laura Shipton ha estado llamando a la agencia de beneficios de desempleo de Nevada todos los días desde que su marido presentó una solicitud a mediados de abril.
Shipton y su marido han agotado sus tarjetas de crédito para comprar comida y han agotado sus ahorros.
Desde que la pandemia golpeó Las Vegas y otras ciudades de Estados Unidos en marzo, millones de trabajadores han presentado demandas por desempleo. A cuatro meses de la peor recesión en décadas, muchos trabajadores de Nevada como el marido de Shipton aún no han recibido ningún pago.
Están en una situación financiera desesperada.
Presión al DETR
El Departamento de Empleo, Capacitación y Rehabilitación (DETR, por su sigla en inglés) de Nevada, ha estado bajo una creciente presión para pagar rápidamente los reclamos, siendo la más reciente orden del juez de Nevada, Barry Breslow, de comenzar a pagar a algunos trabajadores autónomos y contratistas independientes a partir del martes.
El departamento ha visto más de 577 mil 152 reclamos este año, con más de 550 mil presentados desde la semana que terminó el 14 de marzo.
Pese al aumento de las solicitudes, el departamento aún no ha dado respuestas claras sobre por qué los solicitantes no han recibido sus pagos y a menudo les anima a contactar con un representante por teléfono para aclarar cualquier problema.
Shipton, una técnica psiquiátrica, indica que se levantaba a las 7:30 cada mañana para llamar al DETR y navegar por el sistema para recibir una llamada. Cuando le devuelven la llamada, le dicen que debe esperar una adjudicación.
“En un momento dado, uno se da por vencido”, comentó. “Ya han pasado más de tres meses, nunca va a suceder, es un sueño imposible”.
Casos positivos en el trabajo
Varios empleados del lugar de trabajo de Shipton tuvieron recientemente casos positivos de coronavirus. Con el COVID-19 surgiendo en todo el estado, Shipton teme que otro cierre afecte su propio empleo.
El marido de Shipton volvió a su trabajo de camionero esta semana a pesar de una condición médica que lo pone en un mayor riesgo de la enfermedad.
“Está llegando al punto en que no queda nada”, expresó. “Ya no le importa su salud porque necesitamos ingresos. Dijo que está dispuesto a correr ese riesgo o mi familia no comerá. Eso es darse por vencido”.