TALLAHASSEE, Florida – En todo el país, las comunidades están siendo azotadas por una ola de amenazas de tiroteos en escuelas, provocando notificaciones de emergencia, mensajes urgentes en chats grupales y un mayor temor entre los padres de que la escuela de su hijo pudiera ser el próximo Parkland o Sandy Hook o Uvalde, o cualquier otra ciudad afectada por tiroteos masivos.
En la costa atlántica de Florida, el alguacil Mike Chitwood del Condado Volusia dijo que recibió algunas de estas mismas notificaciones después de acompañar a sus nietos a la escuela esta semana.
“Solo se me quedó grabado, porque mi móvil no paraba de sonar para informarme de las otras amenazas. Me dije cuántos padres en este país han hecho justo lo que yo acabo de hacer”, dijo Chitwood, “y nunca, nunca, nunca podrán volver a abrazar a sus seres queridos”.
Harto de las amenazas de tiroteos en las escuelas de su comunidad, Chitwood se comprometió a identificar públicamente a los estudiantes acusados de realizar tales amenazas.
El lunes, publicó el nombre y la foto de un niño de 11 años arrestado por amenazar presuntamente con llevar a cabo un tiroteo en una escuela secundaria de su condado. La decisión no tardó en suscitar elogios y críticas en medio del actual debate nacional sobre lo que haría falta para frenar la violencia armada que asola al país. El miércoles por la noche publicó otro video en internet en el que se veía a otros dos jóvenes, identificados como de 16 y 17 años, esposados y siendo conducidos a la cárcel por lo que llamó otra amenaza a una escuela.
El video inicial publicado por Chitwood en internet mostraba lo que un reporte de arresto describía como “varios rifles y pistolas estilo airsoft, cargadores, munición falsa… y varios cuchillos y espadas” que, según los investigadores, el niño de 11 años había reunido. Las imágenes muestran a un agente que conduce al niño esposado desde un auto antes de encerrarlo en una celda vacía. El rostro del niño aparece con frecuencia en el video, que ya ha obtenido cientos de miles de visitas en las redes sociales.
El miércoles, Chitwood volvió a hacerlo y publicó un mensaje en internet: “Dos estudiantes más están bajo custodia tras una amenaza de tiroteo en una escuela” y añadiendo sobre los adolescentes: “Les presentaremos a estos dos en un futuro muy próximo”.
Horas después, el alguacil publicó un video en Facebook en el que se ve a dos adolescentes que son conducidos esposados desde una vagoneta de las fuerzas del orden a celdas vacías separadas. En el video se le escucha decir: “Hablen con las familias que han perdido a un ser querido en un tiroteo en una escuela. ¿Estos cabezas huecas creen que es divertido? Hablen con esos padres y verán lo gracioso que es”.
Por lo general, AP no identifica a los menores de 18 años acusados de un delito ni transmite imágenes que puedan revelar su identidad.
Chitwood dijo esta semana a The Associated Press que no sabe si avergonzar públicamente a los menores acusados será eficaz. Pero tuvo que actuar para llegar a los alumnos y a sus padres.
Desde que comenzó el ciclo escolar hace unas semanas en el Condado Volusia, dijo Chitwood, su oficina ha reportado más de 280 amenazas en las escuelas en comparación con 352 en todo el año pasado.
“Hay que hacer algo”, dijo Chitwood. “¿Dónde están los padres?”
Según la ley de Florida, los registros de los tribunales de menores son generalmente confidenciales y están exentos de divulgación pública, a menos que el niño sea acusado de un delito grave, como en este caso.
Chitwood tiene fama de ser una figura dura y sostiene que está en su derecho de identificar a esos jóvenes.
“No me preocupa el 2 % que pueda ser esposado y por el que alguien pueda ofenderse”, dijo Chitwood. “Me preocupa el otro 98 % que intenta ir a la escuela y vivir su vida normal sin miedo a recibir una educación”.
Daniel Mears, profesor de criminología de la Universidad Estatal de Florida que investiga los tiroteos en las escuelas, dijo que las acciones del alguacil son contrarias al espíritu del sistema de justicia juvenil.
“Se suponía que los expedientes juveniles eran confidenciales por una razón. La idea era que los niños tuvieran una segunda oportunidad en la vida”, dijo Mears.
Aun así, Mears dijo que desde hace tiempo hay excepciones para delitos especialmente atroces, y señaló que las amenazas en las escuelas reciben un trato diferente.
“Los tiroteos en las escuelas solo asustan y preocupan a la gente”, dijo.
Entre los que aplauden las acciones del alguacil está Max Schachter, cuyo hijo Alex fue asesinado junto con otras 16 personas en un tiroteo masivo en 2018 en Marjory Stoneman Douglas High School en Parkland, Florida.
“Tuvimos una cultura de complacencia que condujo al tiroteo en la escuela de Parkland. Y ya no podemos ser complacientes”, dijo Schachter a AP. “Deberíamos detener a los individuos que perpetran estas amenazas y se convierten en tiradores en masa con el máximo rigor de la ley. Y, en última instancia, deberíamos responsabilizar a sus padres”.
Chitwood ha dicho que está investigando si se puede responsabilizar económica o penalmente a los padres de los niños que profieren amenazas.
Los primeros padres condenados por un tiroteo masivo en una escuela de Estados Unidos –Jennifer y James Crumbley– fueron sentenciados en abril a al menos 10 años de prisión, mientras un juez de Michigan lamentaba las oportunidades perdidas que podrían haber evitado que su hijo adolescente Ethan poseyera un arma y matara a cuatro estudiantes en 2021. Los padres fueron condenados por homicidio involuntario a principios de año.
En Winder, Georgia, fiscales presentaron cargos contra el padre de un chico de 14 años acusado de matar a dos estudiantes y dos maestros en un reciente tiroteo en una preparatoria.
Keri Rodrigues, presidenta del grupo activista por la educación National Parents Union, afirmó que lo que se necesita es un control de las armas y suficiente apoyo psicológico para los niños en crisis. Las encuestas muestran que la juventud estadounidense está sumida en una crisis de salud mental sin precedentes.
“Creo que los padres de todo el país están pasando apuros con qué hacer con los niños”, dijo Rodrigues. “Es muy difícil porque no tenemos suficientes trabajadores sociales. No tenemos suficientes psiquiatras escolares”.
Kathleen Miksits es madre de dos alumnos de secundaria en el Condado Volusia. Ella cree que los estudiantes y los padres necesitan entender el precio que estas amenazas tienen para su comunidad. Miksits mantuvo a sus hijos en casa un día de esta semana después de que los alumnos de su escuela fueran objeto de una amenaza.
Aun así, lucha con el pensamiento de que este niño de 11 años nunca pueda dejar esto atrás.
“Los niños dicen cosas que no piensan. O no entienden lo que dicen”, dijo. “Pero, por otro lado, se trata de un asunto extremadamente grave y siguen muriendo niños”.