Martin Luther King III volver a alzar la voz contra la violencia
junio 9, 2020 - 10:40 pm
Tres días después de la muerte del afroamericano George Floyd, quien perdió la vida bajo custodia policial en Minneapolis, otro afroamericano alzó la voz.
Floyd, cuya muerte fue considerada un asesinato por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y desató una ola de protestas en Estados Unidos contra la histórica brutalidad con que las policías someten a la comunidad negra, falleció el 25 de mayo.
Martin Luther King III recordó algunas palabras de su padre.
“Como mi padre explicó a lo largo de su vida, la revuelta es el lenguaje de los desoídos”, señaló de cara a las manifestaciones que repudiaron el fallecimiento de Floyd, en un escenario en que distintas voces comenzaban a calificar a la violencia de los inconformes como una manera inválida de expresarse.
Los manifestantes han vandalizado automóviles, negocios, oficinas gubernamentales, recintos simbólicos y cercaron la Casa Blanca, sede del gobierno del presidente Donald Trump, en desafío a las medidas restrictivas con que las autoridades han respondido a las expresiones de descontento social.
Conforme avanzaron los días, Luther King III intensificó su posición, reiteró su apoyo a la dignidad de la protesta y volvió a reivindicar el derecho a romper cristales y vandalizar espacios simbólicos de poder en defensa de la vida de la comunidad afroamericana, especialmente maltratada en un país de origen esclavista, con fuertes expresiones de racismo todavía notorias en el siglo XXI.
Floyd fue asesinado, estimó el 1 de junio el hijo de uno de los principales luchadores por los derechos civiles de la comunidad negra en Estados Unidos, quien pese a protestar de manera pacífica durante su vida murió asesinado en 1968.
“No hay justicia, no hay paz, no hay justicia, no hay paz, no hay justicia, no hay paz”, ratificó Luther King III el 30 de mayo.
Cinco años antes de ser asesinado y 57 años antes de la muerte de George Floyd, el padre de Luther King III, Martin Luther King, escribió una carta desde la cárcel de Birmingham, Alabama, en condiciones que calificó de opresivas: en las márgenes de un periódico y en trozos sueltos de papel.
“Deploran las manifestaciones que ahora tienen lugar en Birmingham”, respondió a un pronunciamiento de ocho sacerdotes de Alabama, “pero su declaración, siento decirlo, hace caso omiso de las condiciones que dieron lugar a estas manifestaciones.
“Estoy seguro de que ninguno de ustedes quiere limitarse a esa clase de análisis social superficial que no se ocupa más que de los efectos, sin detenerse a aprehender las causas subyacentes. Es una pena que las manifestaciones tengan lugar en Birmingham, pero es todavía más lamentable que la estructura del poder blanco de la ciudad no dejase a la comunidad negra otra salida que ésta”.
Problemas irresueltos de una nación violenta surgen y vuelven a manifestarse, no importa si lo hacen medio siglo después. William Faulkner, novelista de vanguardia que exploró en sus obras la opresión y agresividad de los estados del sur de la Unión Americana, lo sintetizó desde la literatura: “El pasado nunca está muerto. Ni siquiera es pasado”.
Así, 57 años después del arresto de Luther King en Birmingham y 52 después de ser asesinado, su hijo volvió a exigir justicia para el dolor de la comunidad negra en Estados Unidos.
La noche del 2 de junio escribió otro mensaje: “No puedo respirar”.