La presa del coronavirus se ha roto, simbolizada por las organizaciones deportivas de la nación. La NBA y la NHL se han tomado una pausa, la Liga Mayor de Béisbol del jueves retrasó el día de apertura por dos semanas, el torneo de baloncesto de la NCAA está cancelado, las Olimpiadas y el Draft de la NFL, programados para Las Vegas, están en peligro.
El miércoles, el presidente Donald Trump anunció, entre otras cosas, una suspensión de un mes de los vuelos desde Europa, sin incluir el Reino Unido. “Para ser francos”, comentó Robert Redfield, el jefe de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por su sigla en inglés), “Europa es la nueva China”.
El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, testificó ante un Comité de la Cámara de Representantes que “veremos más casos, y las cosas se pondrán peor de lo que están ahora”. El total de casos en Nevada ha subido a 11.
En la actualidad, la falta de kits de prueba de coronavirus representa la mayor barrera para identificar el alcance del problema e implementar una estrategia de contención efectiva. Esto, a su vez, está alimentando la abundancia de precaución aparente en la creciente lista de cierres y aplazamientos. La máxima prioridad de la Casa Blanca y el Congreso debe ser proporcionar los recursos necesarios para garantizar que los profesionales de la salud dispongan de un amplio suministro de esos equipos, lo que casi con toda seguridad implicará la incorporación de laboratorios privados. Se han hecho algunos progresos en este sentido (los CDC anunciaron esta semana que las pruebas estaban disponibles en los 50 estados y que la capacidad aumentaba diariamente), pero se debe hacer más.
Mientras tanto, el índice Dow perdió un tercio de su valor en las últimas dos semanas y ahora se encuentra en campo minado. Las ramificaciones económicas de esta pandemia tocarán cada rincón de la economía, siendo el sur de Nevada especialmente vulnerable dada su gran dependencia del turismo.
Sin embargo, no todas las noticias son malas. Los casos del virus han disminuido significativamente tanto en China como en Corea del Sur, lo que sugiere que medidas agresivas pueden prevenir su propagación. Además, los expertos en salud pública tienen ahora una mayor comprensión de la viabilidad del virus en varias superficies, datos que serán útiles para frenar su transmisión. Aunque la tasa de mortalidad del coronavirus es 10 veces mayor que la de la gripe normal, alrededor del 80 por ciento de los infectados solo experimentarán síntomas leves. Se están haciendo progresos contra la enfermedad.
“Ahora podemos aislar rápidamente las áreas de los pacientes infectados y minimizar la transmisión posterior”, escribe el doctor Manny Álvarez del Centro Médico de la Universidad Hackensack de Nueva Jersey. “Los pacientes sospechosos de tener el coronavirus están entendiendo la importancia de la auto-cuarentena. La producción de la vacuna está siendo analizada a un ritmo muy rápido”.
Eso puede ser de poco consuelo para aquellos cuyas vidas y medios de vida se han visto alterados por el virus, pero tomando precauciones de sentido común, los nevadenses pueden ser parte de la solución final y acelerar el retorno a la normalidad.