WASHINGTON – La inflación al consumidor en Estados Unidos se enfrió el mes pasado, aunque se mantuvo elevada, indicando recientemente que el aumento de precios impulsado por la pandemia se está controlando de manera gradual e irregular.
El informe del martes del Departamento del Trabajo mostró que el índice de precios al consumo subió un 0.3 por ciento de diciembre a enero, frente al aumento del 0.2 por ciento del mes anterior. En comparación con hace un año, los precios subieron un 3.1 por ciento.
Esta cifra es inferior al 3.4 por ciento de diciembre y está muy por debajo del máximo de la inflación del 9.1 por ciento alcanzado a mediados de 2022. Pero el dato más reciente sigue estando muy por encima del objetivo del 2 por ciento fijado por la Reserva Federal, en un momento en que la frustración de la opinión pública con la inflación se ha convertido en uno de los ejes de la candidatura del presidente Joe Biden para la reelección.
Excluidos los volátiles costos de los alimentos y la energía, los llamados precios subyacentes aumentaron un 0.4 por ciento el mes pasado, frente al 0.3 por ciento de diciembre. En términos interanuales, los precios subieron un 3.9 por ciento en enero, igual que en diciembre. La inflación subyacente es objeto de especial atención porque suele ofrecer una mejor visión de la evolución de la inflación.
El reporte del martes mostró que los factores de la inflación se han desplazado decisivamente de los bienes, como los autos usados, la gasolina y los comestibles, que ahora están bajando de precio o subiendo mucho más lentamente, a los servicios, incluyendo habitaciones de hotel, comidas en restaurantes y atención médica. Este cambio pudiera preocupar a la Reserva Federal, ya que la inflación de los servicios suele tardar más en enfriarse.
En su conferencia de prensa más reciente, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, señaló como motivo de preocupación la persistencia de los elevados precios de los servicios e indicó que a los formuladores de políticas del banco central les gustaría que la inflación de los servicios se redujera aún más antes de empezar a recortar su tasa de interés oficial.
“Todavía hay algo de inflación en el sistema que va a tardar algún tiempo en resolverse”, dijo Omair Sharif, fundador de Inflation Insights, una firma de investigación. “Esto justifica que la Reserva Federal quiera esperar a ver cómo van las cosas”.
Los inesperados datos de la inflación del martes hicieron caer los precios de las acciones y los bonos, y los mercados financieros prevén ahora que la Reserva Federal recorte las tasas por primera vez en junio, en lugar de en mayo o marzo, como muchos operadores esperaban anteriormente. El S&P 500 perdía casi un 1.2 por ciento en las primeras operaciones de la tarde, y la rentabilidad del bono del Tesoro a 10 años subió una décima, a 4.28 por ciento.
Funcionarios del gobierno de Biden respondieron al reporte del martes señalando que el salario promedio por hora, ajustado a la inflación, subió en enero y es un 1.4 por ciento más alto que un año antes. Pero la semana laboral promedio ha disminuido porque algunas empresas han reducido las horas de sus empleados, dejando el salario semanal ajustado a la inflación ligeramente por debajo de lo que era un año antes.
“Entendemos que hay más trabajo por hacer, pero esta es una economía que está en un lugar muy diferente de lo que estaba hace un año”, dijo Karine Jean-Pierre, la secretaria de prensa de la Casa Blanca. “Cuando ves que los huevos y la leche y productos así en el supermercado bajan, están más abajo que hace un año, es algo importante”.
Algunos economistas advirtieron del peligro de dar demasiada importancia a los datos de la inflación de enero, señalando que muchas empresas imponen aumentos anuales de precios en el primer mes del año, lo que da un impulso temporal a las cifras de enero. El gobierno intenta desestacionalizar los datos para tener en cuenta estas tendencias, pero no siempre lo hace a la perfección.
De hecho, una serie de datos prospectivos sugieren que la inflación seguirá enfriándose. El ritmo de crecimiento de los salarios se ha desacelerado, lo que reduce la presión sobre las empresas para que suban los precios a fin de compensar el aumento de los costos laborales. Y los consumidores y dueños de empresas esperan colectivamente una menor inflación en los próximos meses y años, según muestran las encuestas, una tendencia que puede por sí misma contener el aumento de los precios.
De diciembre a enero, el precio promedio nacional de la gasolina cayó un 3.3 por ciento, según el gobierno. Sin embargo, en lo que va de mes, el precio promedio ha subido 15 centavos, a 3.23 dólares el galón, según la American Automobile Association (AAA).
Los precios de los comestibles subieron un 0.4 por ciento de diciembre a enero, el mayor aumento de este tipo en un año, aunque en comparación con los 12 meses antes, los precios de los alimentos solo han subido un 1.2 por ciento.
Pero los costos de los servicios –incluidos los seguros de automóviles, las rentas de apartamentos y las entradas para conciertos– siguen aumentando más deprisa que antes de la pandemia y mantienen persistentemente alta la inflación general. El costo del seguro de auto se ha disparado más de un 20 por ciento, en promedio, en comparación con hace un año.
Estos aumentos de precios están causando dolores de cabeza a muchos consumidores. Bill Milligan, de Atlanta, se sorprendió el mes pasado al comprobar que el costo del seguro de uno de sus autos había subido casi un 30 por ciento en comparación con seis meses antes.
“Dije: ‘¿Qué demonios es esto?’”, dijo Milligan que pensó cuando vio el cargo en su estado de cuenta bancario.
Milligan, arquitecto de software de 46 años, llamó a su compañía de seguros, que le confirmó que el aumento de precio no reflejaba ninguna multa o accidente reciente y le dijo que seguía recibiendo un descuento por asegurar varios autos a la vez.
“Y me dijeron: ‘Sí, lo siento, es solo que el precio de todo está subiendo’”, relató Milligan.
Milligan, que dijo haber recibido un sustancial aumento de sueldo el año pasado, reconoció que económicamente le sigue yendo bien.
“No puedo quejarme de esto”, dijo, refiriéndose a la inflación en general.
Pero, como a muchos estadounidenses, el aumento de los precios lo ha hecho preocuparse por el futuro. Se pregunta cómo podrá vivir la mayor de sus tres hijas, que quiere ser maestra de escuela, con un sueldo de educadora si los costos han aumentado tanto.
Los datos contradictorios publicados el martes reforzarán probablemente la cautela de los funcionarios de la Reserva Federal, que han manifestado su satisfacción por los avances en la fuerte reducción de la inflación, pero quieren ver más evidencia antes de sentirse seguros de que se dirige de forma sostenible de nuevo a su objetivo del 2 por ciento. La mayoría de los economistas siguen pensando que la Reserva Federal empezará a recortar la tasa de interés en junio desde su máximo de 22 años de alrededor del 5.4 por ciento.
Otro factor de los altos precios ha sido el costo de la vivienda, en particular el precio de la vivienda en propiedad. Subió un 0.6 por ciento de diciembre a enero, el mayor aumento en un mes desde abril. Esta cifra es un 6.2 por ciento más alta que un año antes.
Pero los costos de la vivienda deberían desacelerarse en los próximos meses. El precio de las rentas de apartamentos nuevos ha ido disminuyendo de forma constante a medida que se han ido terminando nuevos edificios de apartamentos. La caída de los precios de las nuevas rentas puede tardar meses en reflejarse en los datos del gobierno.
Al mismo tiempo, economistas afirman que es probable que la inflación de los servicios de atención a la salud siga siendo alta. El costo de los servicios hospitalarios subió un 1.6 por ciento solo de diciembre a enero. Los servicios médicos aumentaron un 0.6 por ciento.
Según Sharif, estos aumentos reflejan probablemente, en parte, los fuertes incrementos salariales de los últimos años para el personal de enfermería y otros trabajadores médicos muy demandados, como anestesistas y radiólogos.
La Reserva Federal subió su tasa de interés 11 veces, desde marzo de 2022 hasta julio del año pasado, en un esfuerzo concertado por derrotar a la elevada inflación. El resultado ha sido unas tasas de interés mucho más altas para las empresas y los consumidores, incluidas las hipotecas y los préstamos para automóviles. Los recortes de tasas, cuando ocurran, acabarán reduciendo los costos de los préstamos para muchas categorías de préstamos.
La reducción de los costos de los préstamos pudiera impulsar el crecimiento económico. Pero una economía fuerte también podría suponer un reto para la Reserva Federal, porque un crecimiento más rápido puede acelerar los salarios y el gasto de los consumidores. Si las empresas no son capaces de mantener el ritmo de la mayor demanda de los clientes, suelen responder subiendo los precios, lo que empeoraría la inflación.