En mis casi 11 años cubriendo el mercado inmobiliario de Las Vegas, el trabajo casi nunca fue aburrido.
Tanto si se trataba de ocupantes ilegales que tomaban casas abandonadas, de grandes planes de construcción que iban y venían, o de ventas de casinos por valor de mil millones de dólares, el mercado inmobiliario del sur de Nevada siempre generaba toneladas de noticias.
Pero, con mi cambio al equipo de investigación del Review-Journal este mes, quería voltear al pasado para ver lo que ha sido la mayor historia inmobiliaria en mi tiempo cubriendo el mercado, un proyecto cuya turbulenta historia ha reflejado la montaña rusa de la economía de Las Vegas.
Ese proyecto, por supuesto, es Fontainebleau.
‘Símbolo de resistencia’
Inaugurado a mediados de la década de 2000, este rascacielos de la zona norte del Strip, aún sin terminar, quebró tras el desplome de la economía.
Permaneció en el limbo durante años y fue vendido a nuevos dueños, que anunciaron un nuevo nombre y un nuevo plan que descarriló por la pandemia.
El urbanizador original del Fontainebleau, Jeffrey Soffer, volvió a adquirir la propiedad. Reanudó la construcción y tiene previsto inaugurar el hotel-casino de 67 plantas en el cuarto trimestre de este año.
“La llegada de Fontainebleau Las Vegas es un logro monumental tras años de anticipación y cierra el círculo de nuestra visión de albergar la icónica marca Fontainebleau en el Strip”, declaró Soffer en un comunicado el viernes.
Soffer, presidente y director ejecutivo de la inmobiliaria de Florida Fontainebleau Development, afirmó que el resort “no solo expresa todo lo que representamos”, como “sofisticación” y servicios de primera categoría, sino que también es un “símbolo de resistencia, determinación y nuestro compromiso inquebrantable con nuestro sector y la comunidad de Las Vegas”.
A lo largo de los años, esa resistencia se ha puesto a prueba más de una vez.
‘Los milagros siguen ocurriendo’
Soffer, que adquirió el hotel Fontainebleau de Miami Beach en 2005, presentó sus planes para el de Las Vegas Boulevard ese mismo año. Se asoció en el proyecto con Glenn Schaeffer, antiguo ejecutivo de casinos de Las Vegas.
Comenzaron las obras en 2007. Pero el gran mercado inmobiliario no tardó en desplomarse, y el Fontainebleau de Las Vegas quebró en 2009, siendo uno de los varios proyectos del sur de Nevada que descarrilaron tras el estallido de la burbuja.
El multimillonario Carl Icahn adquirió el rascacielos inacabado en 2010 por unos 150 millones de dólares. Tras dejarlo prácticamente intacto, lo vendió en 2017 por 600 millones de dólares al urbanizador Steve Witkoff y sus socios.
Witkoff y el gigante hotelero Marriott International revelaron más tarde el nuevo nombre del resort, Drew Las Vegas, y los planes para dos marcas de Marriott en la propiedad. En enero de 2020, Witkoff dijo que estaba a punto de obtener un préstamo para la construcción de aproximadamente dos mil millones de dólares para el proyecto que lleva el nombre de su difunto hijo Andrew, que había muerto de una sobredosis de OxyContin años antes.
Pero en marzo de 2020, se suspendió la construcción del resort, mientras Las Vegas se paralizaba rápidamente por temor al brote de coronavirus.
Soffer se asoció con el ala inmobiliaria del consorcio Koch Industries de Kansas para readquirir la propiedad en febrero de 2021. Posteriormente lo rebautizaron Fontainebleau Las Vegas y desde entonces han desvelado detalles de su espacio para reuniones y convenciones y de su distrito comercial de alta gama.
Los urbanizadores también anunciaron en diciembre que habían obtenido un préstamo de 2,200 millones de dólares para la construcción del resort, que contará con unas 3,700 habitaciones.
El año pasado, un nuevo espectacular del Fontainebleau decía: “Los milagros siguen ocurriendo”. Para la gente que se pasó años preguntándose qué sería del gran rascacielos azul de Las Vegas, su apertura será poco menos que un milagro.