El viernes 27 de enero el presidente Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que impide a ciudadanos de siete países en la que la mayoría practica la religión islámica, la entrada a Estados Unidos o solicitar refugio político Siria, Irak, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen son los afectados.
Desde 2015, estos países tienen ciertas restricciones desde el gobierno del ahora ex presidente Barack Obama, al ser considerados “países de interés por terrorismo”, la diferencia es que el decreto de Trump es más amplio que las medidas del anterior gobierno, “no los queremos aquí”.
El número de refugiados esperados para este 2017 era de 110 mil procedentes de estos 7 países, tras el decreto del presidente, solamente se espera que se autoricen 55 mil de esos casos para que ingresen a Estados Unidos.
El “muslim Ban”, como es conocida esta ley, ha sufrido un revés por parte del juez James Robart del estado de Washington, el 3 de febrero dejó sin efecto el decreto. Sin embargo, el 4 de febrero, el departamento de Justicia apeló la decisión del tribunal, pero se mantiene congelada mientras se desenvuelve el proceso legal.
La reacción de la comunidad musulmana en Las Vegas, que incluye a latinos quienes practican esta religión, se han unido a diversas protestas como la “marcha de los derechos de las mujeres” o la que se realizó en el aeropuerto internacional McCarran, que unió a personas de distintas razas, color, religión y sexo.
El imam (equivalente al sacerdote o pastor en las religiones cristianas) Mustafa Magor de la mezquita Hasebullah, ubicada en Rancho y Jones, mencionó manifestó que, “hay mucha ansiedad en la comunidad, yo soy afroamericano y musulmán por creencia, es como regresar en el tiempo y volver a luchar por los derechos de las personas”.
“En Las Vegas conozco a personas de esos países que son arquitectos, doctores, abogados, trabajan en casinos y tienen una vida familiar común y corriente. Los comentarios de Trump contra mujeres y latinos o la comunidad gay, como musulmanes nos sentimos identificados y queremos cooperar en proteger nuestros derechos y creencia religiosa”, aseguró el imam.
Hay que llevar el día a día, mantenerse atentos y tranquilos a toda la información que procede de la Casa Blanca, asistir a la mezquita, hacer rezos y ayunar. Se deben de controlar las emociones negativas que todo esto acarrea, son las recomendaciones que Magor da a sus agremiados en la mezquita que no lleva un año de haber sido inaugurada.
La originaria de Durango México, Nancy Burciaga, asiste a la mezquita Hasebullah, trabaja en una tienda de ropa y se inclinó por esta religión a pesar de que su familia es católica.
“Tengo muchas amigas que su familias viven en esos países y ahora no podrán visitarlas”.
“No podía creer que por ser musulmán eres malo o eres terrorista, así que investigue sobre el Corán y me gustó. También dicen muchas cosas malas de los latinos, yo soy mujer, mexicana, migrante y musulmana, pero no puedo ser negativa”, aseveró Burciaga.