LAS VEGAS. (AP) — Los amigos y familiares del representante Rubén Kihuen nunca dudaron de que el muchacho que asomaba como una estrella del deporte tendría un gran futuro. Lo que no se imaginaron es que triunfaría en la política y no en una cancha de fútbol.
Kihuen, quien participaba de un seminario de orientación esta semana en Washington con miras a su asunción formal del cargo en enero, era un futbolista prometedor veinteañero cuando su familia reunió el dinero necesario para que se fuese a México a tratar de cumplir su sueño de jugar con las Chivas de Guadalajara. Pero se rompió un pie a tres meses de la prueba y los médicos le dijeron que, si bien podría volver a jugar, ningún club profesional se iba a arriesgar a contratarlo.
“Me di cuenta de que mi sueño de ser futbolista se había acabado”, comenta Kihuen, de 36 años con tono melancólico, recordando que uno de sus compañeros de entonces, Hérculez Gómez, terminó jugando con la selección de Estados Unidos. “La vida da unas vuelas interesantes”, agrega.
Esa lesión despejó el camino para que Kihuen se dedicase a la política. A los 26 años fue elegido para la legislatura de Nevada, tras lo cual comenzó a codearse con importantes figuras de la política y a labrar una carrera fulgurante, que lo vio llegar al Congreso nacional tras una victoria por cuatro puntos porcentuales sobre el representante republicano Cresent Hardy.
Es un ejemplo del fenómeno que hizo que Nevada votase por los demócratas mientras buena parte del resto del país votaba por los republicanos. Ex colaborador del prominente senador demócrata Harry Reid, su frecuente presencia en los piquetes de los trabajadores de los casinos le ganó la lealtad del poderoso sindicato culinario. Su historia de inmigrante exitoso —es el primer representante hispano que tiene Nevada—, por otro lado, lo ha convertido en un símbolo de un estado cada vez más diverso.
“Es la personificación del sueño que tienen nuestros afiliados para sus hijos”, dijo la ex directora política del sindicato Culinary Union Yvanna Cancela, cuyo ejército de activistas priorizó su contienda electoral y lo ayudó a salir airoso en una feroz batalla interna de los demócratas antes de medirse con Hardy. “Creo que eso es lo que ambiciona toda persona trabajadora: no necesariamente que su hijo sea elegido para un cargo grande, sino que su hijo tenga una vida mejor que la suya”.
La familia de Kihuen llevaba una cómoda vida de clase media en Guadalajara, donde su padre era maestro de escuela. Pero familiares suyos los convencieron de que viniesen a Estados Unidos cuando Kihuen tenía ocho años. Su padre terminó recogiendo fresas y lechuga en California para ganarse la vida.
Su madre, Blanca, trabajó en la limpieza de un casino cuando la familia se mudó a Las Vegas algunos años después. Se suponía que no pasaría mucho tiempo en ese oficio, pero los beneficios eran buenos y se acercaba la jubilación, por lo que continuó en eso y ya lleva 23 años en la limpieza.
“Le agradezco a mi hijo porque es un hombre orgulloso, que no se avergüenza de que su madre trabaje en la limpieza”, declaró la madre en un acto de campaña. “Trato de llevar una vida de la que él se pueda sentir orgulloso”.
Kihuen es el tercero de cuatro hijos. Los hermanos se mantienen en contacto a través de un chat familiar y Rubén es el que más fuerza hace para que se reúnan los domingos a comer un asado que él mismo prepara.
“Es un hermano muy sensible. Siempre está pendiente de la familia”, dijo su hermana Mariana, quien dejó su trabajo como abogada para colaborar en la campaña de su hermano. “Siempre quiso apoyar a los desamparados y representar a la gente como mi madre”.
A Kihuen le encanta el contacto con la gente y normalmente tiene una agenda muy recargada de presentaciones personales, en las que pasa sin problemas del inglés al español. Es un buen orador, que no se aparta de su mensaje y capaz de hablar con convicción por más que repita los mismos argumentos.
Sus rivales lo pintaron como un peso ligero de la política y Hardy trató de ensuciarlo señalando que trabajaba en una firma de relaciones públicas que tuvo tratos con un concejal de Las Vegas que está siendo investigado por el FBI bajo sospecha de corrupción.
Kihuen, no obstante, supo contrarrestar esas insinuaciones con una campaña sólida y, ahora que fue elegido, prepara una gira por sectores rurales conservadores del distrito que representa.
“Sale airoso en todo lo que hace. Los destroza. Los hace papilla”, expresó Omar Lateef Bywaters, cuyo padre dirigió a Kihuen en el equipo de fútbol de la escuela secundaria. “Siempre gana, y la gente sabe que va a salir ganando con él”.