Una vez al año, Steve Stefanoff y Tammy Beggs hacen un viaje a Las Vegas para acudir a su atracción favorita. No son las fuentes del Bellagio o un restaurante de cinco estrellas en el Strip, es el Sigma Derby, una carrera de caballos de 10 jugadores lanzado por primera vez en 1985.
El viernes por la tarde, dentro del casino del segundo piso del D Las Vegas, la pareja se sentó debajo de las bombillas centelleantes del juego. Sonó un fuerte “clunk” cuando los jugadores depositaron sus monedas y colocaron sus apuestas. De repente, los caballos tomaron carrera, con los apostadoras de la mesa animando a los animales de plástico mientras corrían por la pista en miniatura.
“¡Whoo!” gritó Beggs, de 47 años, cuando los caballos cruzaron la línea de meta. Chocó las manos con Stefanoff y tomó un sorbo de su Bud Light.
Ambos dejan entre 300 y 500 dólares en el juego cada año: Beggs señala que le gusta el ambiente de la “vieja escuela” del juego, mientras que a Stefanoff le gusta el aspecto social.
“El año pasado, conocimos a gente de Australia, de Canadá y de todo el mundo”, destacó Stefanoff, de 52 años. “Era medianoche, todos habían tomado, gritamos y animábamos a estos caballos de plástico y la pasamos muy bien. Te despiertas al día siguiente, y además de la pequeña resaca que tienes, dices: ‘Wow, nos divertimos mucho’”.
El juego ha atraído a jugadores de todas las edades al D Las Vegas, incluido al impreciso jugador millennial. Pero según aquellos familiarizados con la máquina, los días del Sigma Derby podrían estar contados.
Desglosando la demografía
Parece contradictorio que el juego atraiga a multitudes jóvenes, es algo torpe, los caballos parecen juguetes que puedes encontrar en una tienda de un dólar y cuando se compara con los juegos modernos más elegantes y basados en habilidades, una palabra viene a la mente: viejo.
Sin embargo, ahí fue donde Brock Watson eligió pasar una buena parte de sus primeras vacaciones en Las Vegas. El jugador de 21 años mencionó que concentró la mayor parte de su tiempo en la ruleta y el Sigma Derby mientras visitaba los casinos.
“Puedes jugar sin tener que perder una gran cantidad de dinero”, explicó. “Este siempre está lleno, es agradable que todos participen”.
Es una actividad inusual para la generación millennial (la cual la industria de los casinos pretende atraer) según la Autoridad de Convenciones y Visitantes de Las Vegas (LVCVA), aproximadamente el 24 por ciento de los visitantes de Las Vegas el año pasado tenían 60 años o más.
Derek Stevens, propietario del D Las Vegas, dijo que es la máquina tragamonedas más popular del casino.
No fue capaz de desglosar la demografía de los jugadores: Sigma Derby se creó antes de que los sistemas de seguimiento de jugadores fueran estándar, pero Stevens estimó que muchos caen en el rango de edad millennial.
“Puedes ver gente de 80 años jugando con personas de 20 años, y todos la pasan bien”, detalló. “Tarde por la noche, puedes ver a gente de 20 años jugando y gritando”.
Robert Piechowiak, quien trabajó para el fabricante japonés Sigma Game Inc. durante casi 13 años, reveló que es el aspecto social del juego lo que atrae a la multitud.
“Es el verdadero primer juego social en el que puedes sentarte junto a otras personas y participar, beber, apostar y ver a la persona frente a ti alentando a los mismos caballos”, comentó.
El nativo de Florida, Johnny White, de 44 años, dijo que siempre visita el Derby con amigos cuando está en Las Vegas.
“Puedes sentarte, relajarte, tomar una copa y aún así entretenerte”, argumentó. “No ganas mucho dinero, es más sobre socializar con la gente, con los extraños”.
Otras compañías han intentado recrear los efectos del juego, un juego llamado Fortune Cup de Konami Gaming Inc. se introdujo en D Las Vegas hace aproximadamente un año, completo con pantallas digitales y caballos que corren mucho mejor que su contraparte. Pero la versión más nueva se juega con mucha menos frecuencia que el juego de Sigma, informó Piechowiak.
“Parece que al jugador le encanta ese diseño mecánico del juego, no toda la exageración de los gráficos llamativos”, agregó Piechowiak. “Los más nuevos son más complicados con las apuestas, el Sigma Derby es un juego simple”.
El consultor de juegos Charlie Lombardo, opinó que la fluidez de los nuevos juegos de derby podría ser un inconveniente.
“Cuando los caballos pasan del último al primero de repente, hay un poco más de emoción”, detalló sobre el Sigma Derby. “El otro es demasiado nuevo, demasiado limpio”.
Obsesión
En el almacén del fabricante de máquinas tragamonedas Next Gaming, Piechowiak, el director de tecnología para el diseño de productos y juegos, caminó entre filas de nuevos y brillantes juegos basados en habilidades. Más allá de estas nuevas máquinas (ocultas en la esquina bajo una capa de polvo) se encuentra un juego de dos jugadores del Kentucky Derby.
Piechowiak estima que es uno de los últimos, si no el último. Dijo que el juego inspiró a Sigma a crear su propia versión, una que se ajusta a cinco veces más jugadores y genera muchos más ingresos.
Señaló debajo de la pista, donde están expuestos el cableado y la mecánica de las máquinas.
“No hay ninguna computadora aquí”, expuso. “(Estoy tratando de ponerlo en marcha), es mi pasatiempo personal”.
Muchos otros tienen un punto débil en su corazón para los juegos de derby. El grupo de Facebook Sigma Derby tiene más de mil 600 miembros y permanece activo a pesar de la disminución del número de máquinas restantes: MGM Grand eliminó su último Sigma Derby el año pasado, y el del D Las Vegas es la última unidad operativa en un casino de Las Vegas.
Pese a que el juego no le aporta mucho dinero al D Las Vegas, tiene un lugar especial en el corazón de Stevens; Fue la primer máquina en la que jugó en Las Vegas cuando tenía 21 años.
“Es un juego donde todos pueden jugar juntos, todos están se apoyan unos a los otros juntos”, subrayó. “Hay mucha camaradería, mucha diversión”.
Cerca del final
Lombardo añadió que no era fan del Sigma Derby cuando trabajaba como ejecutivo de tragamonedas en los casinos del Strip.
“Nunca se podía ganar dinero con eso”, criticó. “La gente insertaba una cora cada carrera, los caballos corren alrededor de 30 segundos y luego volvían a meter otra cora; podías sentarte allí con un billete de 10 dólares durante dos, tres, cuatro horas”.
Eso sin considerar que a veces los caballos se caían, algo que Lombardo afirmó que sucedía ocasionalmente.
“Era algo chistoso”, describió. “Los apostadores se quejaban, les tenía que regresar su moneda y un mecánico debía ir a reparar el caballo”.
En la década de 1990, según el consultor de juegos Charlie Lombardo, los operadores comenzaron una reducción gradual del juego cuando se dieron cuenta de que podían ganar más dinero con las máquinas tragamonedas, que ocupaban menos espacio en el piso. Poco después, a mediados de la década de los 2000, Sigma quedó fuera del negocio.
Sin la compañía fabricando más juegos, encontrar las piezas correctas para reparar las máquinas se volvió mucho más difícil. Stevens recalcó que ha sido una lucha mantener el Derby del D Las Vegas en funcionamiento, incluso con mantenimiento preventivo, se descompone aproximadamente una vez por semana.
“Es una máquina vieja, así que a veces la gente quiere jugar y debes poner un cartel que diga que los caballos están un poco cansados hoy”, bromeó. “Pero nuestros muchachos siempre pueden ponerlos en marcha de nuevo”.
La compañía ha comprado máquinas Sigma Derby viejas y rotas para obtener piezas, pero Stevens indicó que es solo cuestión de tiempo antes de que se queden sin materiales para mantenerlo en funcionamiento.
“Estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo”, aseveró. “Pero eventualmente, llegará un momento en que no quedarán partes y simplemente no podremos hacerla funcionar. Estoy orgulloso del hecho de que la hayamos guardado durante tanto tiempo”.
Stefanoff señaló que se da cuenta de que el juego no durará para siempre. Hasta entonces, él y Beggs planean continuar regresando al D Las Vegas cada agosto, disfrutando de un nostálgico fin de semana lleno de nuevos amigos, una gran cantidad de bebidas y ponis de plástico.
“Se descompondrá un día, al igual que yo me descompondré un día. Entonces todo habrá terminado”, concluyó Stefanoff. “Pero no me detendré hasta que eso pase”.