Cuando Vladimir Putin envió tropas a Ucrania a finales de febrero, el presidente ruso prometió que sus fuerzas no ocuparían el país vecino. Pero a medida que la invasión llegaba a su centésimo día el viernes, parecía cada vez más improbable que Rusia renunciara al territorio que ha tomado en la guerra.
El rublo es ahora una moneda oficial en la región sureña de Jersón, junto con la grivna ucraniana. A los residentes de esta región y de las zonas controladas por Rusia de la región de Zaporiyia se les ofrecen pasaportes rusos. Las administraciones instaladas por el Kremlin en ambas regiones han hablado de planes para pasar a formar parte de Rusia.
Los líderes apoyados por Moscú de las zonas separatistas de la región de Dombás, en el este de Ucrania, que es mayoritariamente de habla rusa, han compartido intenciones similares. Putin reconoció a las repúblicas autoproclamadas por los separatistas como estados independientes dos días antes de lanzar la invasión. Los combates se han intensificado en el este de Ucrania mientras Rusia busca “liberar” todo el Dombás.
El Kremlin ha guardado silencio sobre sus planes para las ciudades, localidades y aldeas que ha bombardeado con misiles, cercado y finalmente capturado.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo el viernes que las tropas rusas han tenido éxito en su principal tarea declarada de proteger a los civiles en las zonas controladas por los separatistas. Añadió que las fuerzas rusas han “liberado” partes de Ucrania y “esta labor continuará hasta que se alcancen todos los objetivos de la operación militar especial”.
En un mensaje de video con motivo de los primeros 100 días de guerra, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, indicó que su país no se sometería fácilmente a la agresión rusa tras demostrar que podía resistir meses de ataques de un adversario mayor.
“Ya hemos defendido a Ucrania durante 100 días. La victoria será nuestra”, dijo.
Anexar más territorio de Ucrania nunca fue el objetivo principal de la invasión, pero es poco probable que Moscú deje escapar sus ganancias militares, según analistas políticos.
“Por supuesto que (Rusia) tiene la intención de quedarse”, dijo Andrei Kolesnikov, investigador principal de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. Para Rusia, “es una pena entregar lo que ha ocupado, aunque no formara parte del plan original”.
Putin ha descrito los objetivos de la invasión con cierta vaguedad, diciendo que tenía como objetivo la “desmilitarización” y la “desnazificación” de Ucrania. La opinión generalizada es que el Kremlin pretendía inicialmente instalar un gobierno pro-Moscú en Kiev e impedir que Ucrania se incorporara a la OTAN y diera otros pasos fuera de la esfera de influencia de Rusia.
Rusia capturó gran parte de Jersón y la vecina Zaporiyia al principio de la guerra, obteniendo el control de la mayor parte de la costa ucraniana del Mar de Azov y asegurando un corredor terrestre parcial hacia la península de Crimea, que Rusia se anexó de Ucrania en 2014.
Difícilmente hubo una cálida bienvenida por parte de los lugareños. Los habitantes de las ciudades de Jersón y Melitopol salieron a las calles para protestar por la ocupación, enfrentándose a los soldados rusos en las plazas. Los funcionarios ucranianos advirtieron que Rusia podría organizar un referendo en Jersón para declarar la región como un Estado independiente.
Instalaron a personas con opiniones favorables al Kremlin para sustituir a los alcaldes y otros líderes locales que habían desaparecido en lo que los funcionarios y los medios de comunicación ucranianos dijeron que eran secuestros. Se izaron banderas rusas. Las emisiones estatales rusas que promovían la versión del Kremlin sobre la invasión suplantaron a los canales de televisión ucranianos.
Este mes se introdujo el rublo ruso como segunda moneda oficial en las regiones de Jersón y Zaporiyia –al menos en las partes bajo control ruso– y las administraciones prorrusas comenzaron a ofrecer un “pago social único” de 10 mil rublos (unos 163 dólares) a los residentes locales.
Altos funcionarios rusos comenzaron a recorrer las regiones, promoviendo las perspectivas de integración de los territorios a Rusia. El viceprimer ministro Marat Jusnulin visitó Jersón y Zaporiyia a mediados de mayo e indicó que podrían formar parte de “nuestra familia rusa”.
Un alto funcionario del partido gobernante del Kremlin, Rusia Unida, Andrei Turchak, lo expresó de forma aún más contundente en una reunión con habitantes de Jersón: “Rusia está aquí para siempre”.
Los miembros de las administraciones pro-Kremlin de ambas regiones no tardaron en anunciar que las zonas tratarían de incorporarse a Rusia. Aunque sigue sin estar claro cuándo o si ocurrirá, Rusia está sentando las bases.
Una oficina de los servicios de migración de Rusia abrió en Melitopol, recibiendo solicitudes de ciudadanía rusa en un procedimiento rápido que Putin amplió a los residentes de las regiones de Jersón y Zaporiyia. El procedimiento rápido se implementó por primera vez en 2019 en las áreas controladas por los rebeldes del Dombás, donde más de 700 mil personas han recibido pasaportes rusos.
Oleg Kriuchkov, un funcionario de la Crimea anexionada a Rusia, dijo esta semana que las dos regiones del sur han cambiado a proveedores de internet rusos; los medios estatales publicaron imágenes de personas haciendo fila para obtener tarjetas SIM rusas para sus teléfonos móviles. Kriuchkov también dijo que ambas regiones estaban cambiando al código de país ruso, +7, desde el ucraniano +380.
El legislador ruso Leonid Slutsky, miembro de la delegación rusa en las estancadas conversaciones de paz con Ucrania, dijo que pudieran celebrarse referendos sobre la adhesión a Rusia en las regiones de Dombás, Jersón y Zaporiyia ya en julio.
El portavoz del Kremlin, Peskov, se mostró evasivo cuando se le preguntó el viernes si las autoridades rusas tenían previsto celebrar votaciones en esas zonas, diciendo que dependería del curso de la ofensiva rusa. Tanto él como otros funcionarios rusos han dicho en repetidas ocasiones que correspondería a los residentes locales determinar su futuro estatus.
Tatyana Stanovaya, fundadora y directora general de R.Politik, un centro de estudios independiente sobre la política rusa, cree que Putin no quiere precipitar los referendos y correr el riesgo de que sean denunciados como una farsa.
“Quiere que el referendo sea real, para que Occidente vea que, efectivamente, Rusia tenía razón, el pueblo quiere vivir con Rusia”, dijo Stanovaya.
Los expertos ucranianos afirman que no va a ser fácil para el Kremlin conseguir un apoyo real en el sur de Ucrania.
Volodymyr Fesenko, del grupo de análisis Penta Center, con sede en Kiev, dijo que los residentes de las regiones del sur se identifican como ucranianos con mucha más fuerza que los habitantes de las zonas más cercanas a Rusia o que han sido dirigidas por los separatistas apoyados por Moscú durante ocho años.
“Ya vemos que la administración rusa ocupante se ve obligada a apretar las tuercas e intensificar las represiones en las regiones del sur, ya que no puede controlar eficazmente el sentimiento de protesta”, dijo Fesenko. “Y esto provoca una nueva oleada de descontento entre la población, que no recibió más que tarjetas SIM rusas y altos precios rusos”.
Los residentes locales se hicieron eco del sentimiento de Fesenko.
Petro Kobernyk, de 31 años, activista de una organización no gubernamental que huyó de Jersón con su esposa, dijo que la represión rusa comenzó en los primeros días de la ocupación.
“Cientos de activistas pro-ucranianos, incluidos mis amigos, están detenidos en los sótanos de los servicios de seguridad”, dijo Kobernyk por teléfono. “Los que expresan activamente su posición son secuestrados y torturados, amenazados y obligados a abandonar la región”.
Sus afirmaciones no han podido ser verificadas de forma independiente. Las fuerzas rusas mantienen a la población en un “vacío informativo”, ya que los sitios web ucranianos ya no están disponibles, dijo Kobernyk.
Describió una vida sombría en Jersón. Con muchas tiendas cerradas, la ciudad “se ha convertido en un mercado interminable donde la gente intercambia bienes por medicinas y alimentos”.
Pero algunos en Ucrania han celebrado las acciones de Rusia.
Vadim Romanova, un joven de 17 años de la devastada ciudad portuaria de Mariupol, dijo que uno de sus sueños se ha hecho realidad.
“He querido vivir en Rusia desde que era pequeño, y ahora me doy cuenta de que ni siquiera tengo que mudarme a ningún sitio”, dijo.