Una semana antes de que el ex concejal de Las Vegas, Steve Seroka, renunciara, un ex ayudante dijo que se había reunido con dos altos funcionarios de la ciudad para denunciar su presunto comportamiento inapropiado, incluidos besos no deseados y conversaciones sexuales explícitas.
Marady Leary le informó al Las Vegas Review-Journal que el hostigamiento comenzó en noviembre después de una gala en Nueva York y persistió de forma intermitente durante casi tres meses.
“Quería que su carrera terminara y que él no estuviera en un lugar de poder donde pudiera hacerle esto a otra persona”, afirmó Leary.
Seroka, quien renunció repentinamente el 4 de marzo sin explicación alguna a menos de la mitad de su primer mandato, no respondió varios mensajes en busca de comentarios sobre las acusaciones. Otros dos ayudantes que trabajaban en su oficina dijeron que no estaban al tanto de nada o nunca se habían dado cuenta de algo inapropiado.
Leary, de 39 años, confesó que tuvo problemas para presentar sus acusaciones y finalmente se frustró porque la renuncia de Seroka todavía se presentaba en los medios de comunicación como un misterio. También está acusando a la ciudad de manejar mal su respuesta a la situación, incluso al no mantenerla informada de la investigación de sus denuncias.
Ella dice que la ciudad no la protegió como denunciante, ignoró las cartas médicas que presentó, nunca le aconsejó que presentara acusaciones contra Seroka por escrito y le ofreció un nuevo papel no comparable a su antiguo trabajo cuando dejó en claro después de la renuncia de Seroka que prefirió trabajar en un nuevo departamento.
La ciudad se negó a responder las preguntas del Review-Journal o a decir si la investigación estaba completa. En una declaración, Tyler Gutiérrez, un especialista en registros legales de la ciudad, citó posibles litigios y asuntos de personal.
Leary, quien desde entonces dejó su trabajo en la ciudad, contrató a la firma de abogados Hutchison & Steffen, con sede en Las Vegas, para que la represente en una demanda que, según ella, está considerando presentar en contra de la ciudad y Seroka. Sus abogados dijeron que presentaron una queja el 9 de julio ante la Comisión de Igualdad de Derechos de Nevada, un paso necesario para garantizar el derecho a demandar por discriminación bajo la ley federal.
Los abogados de Leary calcularon daños por 400 mil dólares, pero se ofrecieron a resolver sus reclamos por 220 mil, según una carta del 20 de mayo supuestamente de sus abogados al asesor legal de la ciudad que ella proporcionó al Review-Journal.
Los alegatos
Leary y Seroka se conocieron en Nellis Air Force Base hace unos años. Seroka es un coronel retirado, y Leary fue gerente de programas para el programa de becas corporativo de la base. Fue contratada el 20 de agosto para trabajar en la oficina del concejal del Distrito 2 y para impulsar la plataforma de veteranos de Seroka, convirtiéndose en una empleada permanente a principios de diciembre.
El 8 de noviembre, Leary se unió a Seroka en un viaje profesional a la 12va Gala Anual de Héroes Veteranos de América de Irak y Afganistán, que se llevó a cabo en Nueva York en el Club de Automóviles Clásicos de Manhattan. El par se puede ver en dos fotografías publicadas en la cuenta de Flickr del evento.
En una, posan juntos de pie sobre un piso de camuflaje, la versión de gala de una alfombra roja. Él porta un traje negro con corbata roja; ella lleva un vestido largo de color rojo. En otra, él da frente a la cámara y ella da la espalda mientras hablan con un asistente cerca de la barra.
Después de la cena y de la ceremonia de premiación, Leary dijo que ella y Seroka continuaron bebiendo en una fiesta posterior en el bar del club privado. Leary comentó que finalmente bebió más allá de su límite y recordó poco más sobre la noche, excepto que supuestamente Seroka la besó fuera del club y otra vez mientras ambos estaban desnudos en la cama de la habitación de su hotel.
Leary indicó que no está segura de si tuvieron relaciones sexuales y que sus preguntas a Seroka fueron respondidas por su propia incertidumbre. Ella todavía lucha con cómo caracterizar esa noche entre los dos (ambos están casados) y hasta ahora ha llegado a una sola conclusión: “No estuvo bien”.
Después del viaje a Nueva York, relató Leary, Seroka continuó actuando de manera inapropiada con ella en el Ayuntamiento, durante las funciones de la ciudad y por teléfono. Sus acciones, dijo ella, incluían besos, movimientos no deseados y comentarios sexualmente gráficos.
Pero Leary subrayó que Seroka nunca la agredió, y ella reconoció que disfrutó de sus elogios desde el principio, pero su supuesto comportamiento causó su angustia mental y entendió que ese comportamiento hacia los subordinados es inapropiado.
Seroka firmó el entrenamiento de acoso sexual obligatorio para los empleados de la ciudad el 29 de enero de 2018, según un registro de la ciudad. La definición básica de acoso sexual es “palabras o conductas no deseadas”, según una presentación en PowerPoint de la capacitación obtenida en una solicitud de registros públicos.
No hay señales de mala conducta
Cuando Seroka renunció, dejó solo una breve carta enviada a la Secretaria de la Ciudad, LuAnn Holmes, declarando que estaba “orgulloso de su servicio”, pero sin dar razones para renunciar. De otro modo, el concejal había decidido rechazar un contencioso esfuerzo de retirada y parecía ignorar las disputas legales prolongadas con un desarrollador adinerado.
“Creo que todos se sorprendieron cuando renunció”, añadió la ex concejal Lois Tarkanian, quien sirvió junto a Seroka.
En la mañana del día en que finalmente dejó su cargo, Seroka negó las acusaciones de comportamiento inapropiado a su asistente, Joe Volmar, y le aseguró que no renunciaría. Volmar dijo que le pidió a Seroka que lo llamara si algo cambiaba. Para esa noche, Volmar había recibido la llamada.
“Hubo muchos rumores, y solo le pregunté si alguno era cierto, y él dijo que no, que no era cierto”, indicó Volmar.
Volmar también declaró que no vio nada que sugiriera que Seroka había actuado de manera inapropiada con Leary.
Marco Henry, quien trabajó en la campaña de Seroka y se unió como miembro del personal temporal en la oficina del Distrito 2 el verano pasado, en contacto frecuente con Leary, mencionó que no recordaba que ella compartiera ninguna preocupación sobre Seroka ni notara nada desagradable.
Henry y Volmar ya no trabajan para la ciudad. Jordan Sandecki, un ex asistente de Seroka que sigue siendo un empleado de la ciudad, no respondió a las preguntas.
Una investigación
Leary relató que se reunió el 25 de febrero con el director de recursos humanos Dan Tarwater y el director de servicios administrativos Ted Olivas. En ese momento, afirmó, había estado fuera de la oficina por más de dos semanas para tratar su ansiedad y estrés. Sus luchas están documentadas en supuestas cartas de proveedores de atención de salud mental que le entregó al Review-Journal.
La nota de un médico que proporcionó indica que informó un “estrés significativo en el trabajo debido a una posible situación de acoso sexual” un mes antes de plantear inquietudes dentro de la ciudad.
Después de revelar sus acusaciones, Leary confesó que fue puesta bajo licencia administrativa pagada a la espera de una investigación para ser manejada por David Groover & Associates Inc.
El Review-Journal solicitó una copia de ese contrato, pero se le informó que no existía. No está claro si la ciudad usó un asesor legal externo para tratar directamente con la firma.
“Bueno, debo decirte que nunca comento sobre ese tipo de investigaciones”, argumentó David Groover. “Si lo hago o no lo hago, simplemente no puedo”.
Pero Leary enunció que Groover la entrevistó durante aproximadamente tres horas y que cooperó plenamente con la investigación de la ciudad.
Leary manifestó que su esposo, Tom, creyó que sería necesario proporcionar evidencia a los funcionarios de la ciudad, y que escribió un memorando fechado el 18 de febrero para documentar una llamada telefónica que supuestamente tenía con Seroka, en la que se enfrentó al entonces político.
Durante la llamada, de acuerdo con una copia de la nota que Leary le dio al Review-Journal, Seroka prometió “terminar” con “cualquier cosa inapropiada” y reconoció que estaba “un poco avergonzado”. Sin embargo, no hay contexto o referencia a ningún específicamente alegado incidente de comportamiento inapropiado en el memo.
Seroka también indicó que le gustaría mantener confidencial la naturaleza de su conversación y describió las opciones que dijo que Leary estaba reflexionando al regresar a la oficina, que van desde la renuncia hasta trabajar desde casa a medio tiempo, de acuerdo con el memorando, que Leary asegura que fue entregado a oficiales de la ciudad.
Cinco meses después, es incierto lo que encontró la investigación de la ciudad o incluso si se completó. Leary anunció que ella y sus abogados no han sido informados de su estado. El alcance de la investigación tampoco está claro, incluido quién fue entrevistado. Volmar informó que los investigadores no hablaron con él en absoluto, a pesar de que fue uno de los dos asistentes especiales que trabajaron más estrechamente con Seroka y Leary.
“Sería la primer persona a la que debieron entrevistar si estuvieran haciendo una investigación legítima”, aclaró Volmar.
Los procedimientos de la ciudad contra el acoso y la no discriminación alientan a informar sobre cualquier incidente que se perciba que cruza la línea, prometiendo que los recursos humanos iniciarán o supervisarán una “investigación inmediata”.
‘Descarga constructiva’
Leary finalmente fue retirada de la licencia administrativa pagada el 15 de mayo, ya que los funcionarios de la ciudad solicitaron documentación para respaldar su regreso al trabajo y prometieron entablar conversaciones sobre su regreso, según la correspondencia supuestamente a sus abogados del Asistente del Fiscal de la Ciudad, Morgan Davis, quien la entregó al Review-Journal.
Ella nunca volvió a trabajar.
Leary le informó al Review-Journal que no quería regresar a la oficina del Distrito 2 con una “carta escarlata” a raíz de las filtraciones sobre sus acusaciones. Ella prefirió continuar su carrera en otro departamento y abandonó la ciudad bajo lo que sus abogados llamaron un “despido constructivo”, renunciando debido a un ambiente de trabajo hostil.
“Creo que querían decir, no, no puedo volver”, señaló Leary al Review-Journal, “para que también puedan lavarse las manos de mí”.