Durante años, el empresario de Las Vegas, Elliot Shaikin, promovió Bóvedas Privadas 24/7 como más seguras que los bancos, garantizando a los clientes el total anonimato y el acceso a su propiedad cuando lo necesitaran.
“Cuando guardas tus objetos de valor con nosotros, no queremos saber tu nombre o lo que pones en tu bóveda”, enunció Shaikin de unos ochenta años en un video comercial de 2011. “Es seguro e imposible de rastrear”.
En una ciudad de 24 horas, su mensaje resonó con cientos de personas que valoraban la privacidad y no querían tratar con los bancos. Los clientes tenían llaves de cajas de seguridad, usaban un escáner de iris para acceder a la bóveda y firmaban los papeles con una X para mantener sus identidades en secreto.
Jugadores profesionales, celebridades, empresarios e incluso sospechosos de delitos se encontraban entre los que almacenaban hasta 70 millones de dólares en efectivo y una ecléctica mezcla de objetos de valor en cajas de seguridad y cajas fuertes.
Shaikin, un nativo de Nueva York y veterano de la Fuerza Aérea que pasó toda su vida desconfiando del gobierno, abrió el negocio en 1999 con el dinero que ganó en bienes raíces comerciales en el sur de California, dijeron sus amigos.
“No era un experto en seguridad, pero le gustaba mucho la privacidad y los derechos individuales”, indicó un ex empleado. “Este era su bebé, una idea que él veía como su legado. Quería encontrar algo único”.
Shaikin parecía divertirse con sus comerciales; se llamaba a sí mismo “Señor Elliot” y normalmente se le veía con tirantes de colores brillantes. Le prometía una “paleta” a cualquiera que recorriera sus instalaciones.
“Se deleitaba con ser el centro de atención”, describió el ex empleado. “Era algo bromista”.
Pero Shaikin hablaba en serio sobre atraer a clientes potenciales. Ofreció ofertas a los veteranos en Facebook. Se jactaba de que el negocio tenía un sistema de alarma de seguridad de alta tecnología con sensores, puertas con acero reforzado que conducían al área de la bóveda y oficiales de seguridad siempre a la mano.
Shaikin tenía dos estrictas reglas: nada de drogas y nada de municiones. Enfatizó que los perros rastreadores de drogas estaban allí semanalmente.
El negocio, en medio de un centro comercial medio vacío a seis cuadras al este del aeropuerto internacional McCarran, no estaba en un lugar donde uno esperaría ver una instalación segura.
Resultó ser que Bóvedas Privadas 24/7 no eran seguras en absoluto.
Problemas de seguridad
Temprano en la mañana del 14 de abril de 2012, la compañía de bóvedas fue asaltada. Las autoridades comentaron que fue un trabajo interno, algo que Shaikin no tuvo en cuenta cuando habló de las protecciones. Un informe del FBI indicó que los ladrones robaron “millones de dólares”.
Casi ocho años después, el negocio está cerrado, Shaikin está muerto, cerca de un millón de dólares en efectivo y la propiedad sigue sin ser reclamada, y la compañía está en la Corte de Bancarrota de Estados Unidos.
Los fiscales tardaron hasta el 11 de abril de 2017, varios días antes de que se cumpliera el plazo de prescripción de cinco años para el robo, para presentar cargos por delitos graves contra dos ex empleados, Sylviane Della Whitmore y Larry Anthony McDaniel, y el consultor de seguridad, Phillip D. Hurbace, quien hizo algo de trabajo para la empresa.
Los fiscales buscan recuperar más de 2.6 millones de dólares de los tres acusados que se preparan para ser juzgados.
Kerin Schroeder, la empleada de 70 años de edad que estuvo en el servicio durante el robo de 2012, fue esposada, atada con cinta adhesiva y golpeada con una pistola paralizante, ya que los ladrones evadieron fácilmente las medidas de seguridad y saquearon las cajas de seguridad, según muestran los registros del tribunal.
Horas después del robo, Schroeder fue entrevistado por la policía de Las Vegas.
“Acababa de cambiar de canal para ver una película en la televisión de mi sala de control, y todo se veía bien”, le relató Schroeder a los detectives de robos. “No había nadie en el estacionamiento, nadie en ninguna de las cámaras. No había clientes que entraran por la puerta, y de repente, algo me sorprendió”.
Dijo que giró su silla a la izquierda y fue agarrada por dos hombres con máscaras y trajes de camuflaje, según una transcripción de su entrevista. Empezó a patalear y a gritar, y cuando uno de los sospechosos le puso la mano en la boca, le mordió el dedo con un guante de cuero, eso llevó al atacante a aturdir su hombro derecho con una pistola eléctrica.
“Y entonces dejé de moverme, y me dijeron que no querían hacerme daño, pero que me callara y que tenían una pistola”, recordó.
Finalmente, los ladrones esposaron a Schroeder y envolvieron las esposas con cinta adhesiva. Luego, aparecieron para desarmar el sistema de alarma cuando un tercer sospechoso masculino apareció, le comentó a los detectives.
Después de que se calmó, uno de los sospechosos le dijo, “Vamos a sacar mucho dinero de aquí, si me das tu dirección, te dejaré algo en tu patio trasero”, muestra la transcripción. Schroeder rechazó la oferta.
Los esfuerzos para llegar a Schroeder no tuvieron éxito.
Otros robos de bóvedas
Los registros de la corte estatal muestran que los reclamos de seguridad de Shaikin fueron exagerados.
Durante el atraco de 2012, las instrucciones sobre cómo desarmar el sistema de alarma se publicaron junto al panel de control, la habitación en la que los ladrones entraron no tenía sensores de seguridad, las puertas que conducen a la bóveda no eran de acero sólido, y no había oficiales de seguridad a mano, según los registros.
Los ladrones se subieron a un semisótano en el techo y pudieron bajar a la bóveda, donde abrieron cajas de seguridad y las saquearon, según los registros.
Las autoridades creen que los sospechosos primero irrumpieron en una tienda vacía al lado y luego entraron en el negocio cortando el panel de yeso, todo sin ser detectados. Un informe policial dicta que 33 cajas de seguridad fueron el blanco.
Los agentes del FBI se enteraron más tarde de que hubo una serie de robos adicionales que datan desde 2008, en donde miles de dólares fueron robados.
No se presentaron cargos, pero Shaikin continuó promocionando su negocio como seguro.
“No era tan seguro y protegido como lo anunciaba”, reveló el síndico de bancarrotas de EE.UU., Brian Shapiro, quien está supervisando el caso. “Era seguro para ser anónimo, y creo que ese era su gran punto de venta, tratando de mantener las cosas en el anonimato”.
Casi seis años después de su cierre, aún se pueden ver los restos de la problemática compañía de bóvedas.
El gran y colorido letrero y la fila de luces y cámaras sobre la entrada permanecen intactas. Por un lado, la compañía está flanqueada por un escaparate de tienda vacío, y por el otro lado hay ahora una casa de culto con una gran pancarta fuera que dice “Iglesia para los no creyentes”.
Una demanda, luego la bancarrota
La pareja de Las Vegas Bradley y Lori Burns, que perdieron 650 mil dólares en efectivo y joyas, demandó a Shaikin meses después del robo de 2012 por falsas promesas de seguridad. Ganaron una sentencia de un millón de dólares en octubre de 2014, pero nunca cobraron el dinero porque Shaikin había muerto un mes antes justo antes de su cumpleaños número 88.
Su abogado, Michael Lynch, comentó que las promesas de Shaikin no eran más que una estafa.
“Fue un trabajo fraudulento con la intención de inculcar una falsa confianza en las características de seguridad inexistentes en la bóveda”, detalló Lynch.
En una declaración jurada del caso, Shaikin negó tener conocimiento del robo, y sostuvo que no era responsable de los artículos robados de los Burns. Shaikin argumentó que el contrato de la pareja era con su corporación Sovereign Security Systems, no con él. En ese momento, Shaikin era el único oficial de la corporación.
Agregó que los clientes sabían por el contrato que el contenido de sus cajas “no estaba asegurado por Bóvedas Privadas 24/7”, y se les animó a conseguir su propio seguro.
A principios del caso de bancarrota en 2014, hubo otro robo, que las autoridades también sospecharon que involucraba a los empleados de Shaikin. Los sospechosos irrumpieron en la tienda vacía de al lado de la misma manera que en el robo de 2012 y abrieron cajas adicionales. No está claro qué, si acaso, se llevaron.
La bóveda cerró un par de meses después.
Shapiro se quedó para ocuparse de los que perdieron sus objetos de valor y devolver los bienes personales al resto de los clientes anónimos.
“Fue extremadamente difícil porque literalmente no tenía nombres”, dijo. “Cuando la gente se registraba, era simplemente con una ‘X’. Así que tuve que perforar literalmente esas cajas fuertes para ver si podía averiguar a quién pertenecían con base a los artículos contenidos en las cajas fuertes”.
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Añadió: “Tenía que ser el caso más singular en el que he estado involucrado. Llegué a este caso viendo literalmente mil cajas de seguridad anónimas, sin saber si estaban llenas o vacías. Terminé dirigiendo el negocio por un tiempo tratando de que la gente entrara a buscar sus artículos”.
Shapiro afirmó que nunca encontró drogas en las cajas.
“Más bien, vi un montón de dinero, millones de dólares en efectivo”, enunció. “Vi mucho oro, plata, monedas, diferentes tipos de colecciones, desde colecciones de monedas hasta colecciones de sellos, colecciones de tarjetas de béisbol, decretos de divorcio, testamentos, fideicomisos y cosas de esa naturaleza”.
Las cajas también incluían fichas de póquer, boletos de apuestas, pasaportes, órdenes de registro, certificados de defunción, historietas, discos duros y teléfonos celulares, recordó Shapiro.
Shaikin se había jactado de que tenía clientes de todo el mundo, incluyendo China, Rusia y Sudamérica.
Shapiro recordó a un conocido cliente, el productor de hip-hop Mally Mall, quien llegó en un Rolls-Royce en 2014 buscando un anillo de diamantes en su caja. Shapiro pidió ver el anillo, pero Mall nunca se lo mostró, ya que se fue quejándose de que faltaba algo en su caja.
Mall se declaró culpable en octubre de un cargo federal por dirigir un negocio de prostitución ilegal y será sentenciado en marzo. No se pudo contactar con él para hacer comentarios.
La mayoría de los clientes de Bóvedas 24/7 recuperaron sus bienes, pero unas 200 cajas, con aproximadamente un millón de dólares en efectivo y propiedades, no fueron reclamadas, apuntó Shapiro.
El fideicomisario entregó el contenido a la división de propiedades no reclamadas de tesorería de Nevada en noviembre.
Los cargos del robo
Dos de los acusados, Hurbace y Whitmore, están acusados en una acusación federal de 32 cargos por planear y llevar a cabo el asalto con otros sospechosos desconocidos. También se enfrentan a cargos por lavado de dinero y transporte interestatal de propiedad robada. McDaniel no está acusado del robo, pero enfrenta cargos de lavado de dinero y de propiedad robada.
“El robo de 2012 tuvo varios sellos de un trabajo interno cometido por empleados”, anunciaron los fiscales federales en documentos de la corte a finales del año pasado. “Los ladrones sabían cómo entrar en el edificio sin ser detectados por la alarma, cómo entrar al área de la bóveda sin pasar por el escáner de iris y cómo perforar las bóvedas para abrirlas”.
La abogada de Hurbace, la asistente de la defensora pública federal, Raquel Lazo, se negó a hacer comentarios. Los abogados de McDaniel y Whitmore, quienes también usan el apellido Córdova, ambos dijeron que sus clientes no participaron en el robo.
“El gobierno no tiene el monopolio de la verdad”, criticó Todd Leventhal, quien defiende a McDaniel. “En este caso, acusaron a la gente equivocada”.
El abogado defensor Robert Draskovich, quien representa a Whitmore, confirmó que pasó la prueba de polígrafo del FBI y “mantiene su inocencia. No estuvo involucrada de ninguna manera”.
Seis meses después del robo de la bóveda, Whitmore depositó 269 mil dólares en su cuenta bancaria, según alegan los fiscales en los documentos del tribunal. Whitmore, una antigua gerente del negocio, ganaba 52 mil dólares al año en Bóvedas 24/7 en ese momento.
Hurbace compró un coche con 16 mil 833 dólares en efectivo un mes después del robo y seis semanas después compró una casa en California con 141 mil 636 dólares en efectivo, escribieron los fiscales. En 2015, Hurbace intentó vender un reloj de alta gama robado en el atraco a Bradley Burns. Una tasación que Burns proporcionó a la policía valoró el reloj en 345 mil dólares.
McDaniel y Whitmore, que viven juntos, también están acusados de transferir ilegalmente una cantidad desconocida de dinero en efectivo de la bóveda a ellos mismos durante el procedimiento de bancarrota entre el 31 de enero y el 4 de febrero de 2014. El cargo está relacionado con el robo, que se cree que ocurrió durante ese lapso.
La pareja no se enfrenta a cargos en el robo de 2014, pero el gobierno alega en la acusación que McDaniel y Whitmore participaron en transacciones financieras de seis cifras después del robo de 2014. Los fiscales no han explicado por qué McDaniel y Whitmore no fueron acusados de ese robo.
El día después de que se descubriera el robo, escribieron los fiscales, McDaniel depositó 387 mil 200 dólares en efectivo en una cuenta bancaria a nombre de su madre. Meses después, depositó otros 390 mil dólares en efectivo en dos de sus cuentas bancarias. Whitmore depositó 190 mil dólares en su cuenta bancaria seis meses después del robo, alegaron los fiscales.
McDaniel y Whitmore le admitieron a los agentes del FBI que habían robado dinero de las cajas de seguridad en otras ocasiones entre 2008 y 2009, pero ambos negaron haber participado en el robo de 2012.
Serán juzgados por el juez de distrito, Andrew Gordon, el 26 de mayo.