El sacerdote mexicano Alejandro Solalinde se deslindó del movimiento de lucha de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, por petición de un grupo de familiares de los jóvenes.
El religioso acudió a dar una misa a la escuela Normal Rural de Ayotzinapa, a un mes de la desaparición de los jóvenes, sin embargo los padres de los estudiantes le impidieron oficiar la ceremonia debido a las declaraciones que hizo hace una semana, donde aseguró que los normalistas fueron quemados vivos.
Tras reunirse este domingo por alrededor de dos horas con los familiares de los jóvenes el sacerdote se marchó, aclarando a los medios que ya no hará declaraciones sobre este caso.
“Soy respetuoso, yo voy a estar en suspenso, hasta que me pidan ayuda”, dijo el religioso, quien explicó que son ellos son los que tienen procesar la información.
“Yo no voy a encabezar nada, no soy líder ni nada, no soy vocero suyo, ni voy a usurpar liderazgos. Solo quiero decirles que si en algo puedo servirles, ustedes me lo dirán”, señaló.
Solalinde se había reunido la semana pasada con las autoridades
Según explicó había acordado esto con un grupo de padres con los que se había reunido esta semana en el Distrito Federal, pero al llegar aquí otro grupo de padres lo rechazó.
Hace una semana el religioso afirmó que según relatos de testigos de la agresión, los estudiantes habían sido quemado vivos y que “lo más seguro es que sus cuerpos se encuentren en los alrededores de Iguala”. Explicó que tras los ataques a tiros el 26 de septiembre, los policías se llevaron a 43 estudiantes, “algunos iban heridos”, los hicieron caminar hasta un lugar donde había varias fosas y allí los “colocaron, algunos inclusive vivos”.
Agregó en esa ocasión sobre los estudiantes colocaron algunas tablas de madera y “después les pusieron diesel y los quemaron” y añadió que “desgraciadamente” todos, “los 43”, fueron quemados.
Solalinde ha sido un activista y defensor de los derechos de los migrantes, principalmente centroamericanos, y ha sido presionado y amenazado por grupos del crimen organizado y autoridades en el sureste de México.
Esta semana, y después de una reunión desairada en la Fiscalía federal, entregó por escrito las declaraciones que había dado a conocer en diversos medios sobre el destino de los estudiantes.
En esta ocasión volvió a insistir en que una persona le había explicado que “las 43 víctimas fueron asesinadas y sus cuerpos fueron calcinados con diesel y sepultados en fosas clandestinas en las inmediaciones de Iguala”, en una zona colindante con el Estado de México. Hace un mes, el 26 de septiembre, policías municipales tirotearon, por orden del entonces alcalde de Iguala José Luis Abarca, a los estudiantes de la Escuela Normal (dedicada a la formación de maestros) de Ayotzinapa, ataques que dejaron seis muertos, 25 heridos y 43 estudiantes detenidos, cuyo paradero se desconoce.
En estos hechos violentos participaron también policías del vecino municipio de Cocula, quienes entregaron los estudiantes al grupo criminal Guerreros Unidos, según las investigaciones de la Fiscalía.