L as redes sociales se volcaron tras conocer la noticia de la muerte del Nobel colombiano, Gabriel García Márquez, registrada en la tarde del jueves 17 de abril. Para muchos, era imposible de creer que el maestro literario, creador del realismo mágico presente en destacadas prosas, habría partido a sus 87 años de vida.
El colombiano nacido en la pequeña población de Aracataca en 1927, pueblo que fue su inspiración a crear el realismo mágico de Macondo de su obra Cien Años de Soledad. Un lugar tropical, lleno de colores jamás vistos, olores envidiables, costumbres arraigadas y mitos y leyendas populares. Ahí pasó gran parte de su niñez y creció como si fuera hijo único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus padres se fueron a vivir a una población de Sucre, dejándolo al cuidado de las figuras que más lo influenciarían en su exitosa carrera literaria.
García Márquez, que de alguna manera, narra su vida mediante sus novelas, y deja ver al lector la influencia que sus abuelos tuvieron en su amor por las letras, de entrada presenta ante sus lectores al hombre más importante de su vida, su abuelo. El coronel Nicolás Ricardo Márquez, Mejía, el mismo personaje que los lectores han tenido el placer de conocer en Cien años de soledad, y fundamentalmente, en la novela corta El coronel no tiene quien le escriba.
El coronel Nicolás Márquez, le narraba al pequeño de tan solo 5 años de edad, infinidad de historias de la guerra civil, mientras su abuela Tranquilina Iguarán, le contaba fábulas y leyendas familiares, las cuales fueron de inspiración para sus conocidas obras.
El joven “Gabo” como le llaman sus seguidores y amigos cercanos, vivió hasta los diez años con sus abuelos en casa grande del pueblo, la cual actualmente, ha sido convertida en museo, a donde la gente acude para recordar los pasajes de los libros que el nobel latinoamericano escribió con una prosa mágica, imposible de reemplazar.
Sus primeras obras
A los 27 años publicó su primera novela, La hojarasca, en la que ya apuntaba los rasgos más característicos de su obra de ficción, llena de desbordante fantasía.
A partir de esta primera obra, su narrativa entroncó con la tradición literaria hispanoamericana, al tiempo que hallaba en algunos creadores estadounidenses, sobre todo en William Faulkner, nuevas fórmulas expresivas.
Comprometido con los movimientos de izquierda, Gabriel García Márquez siguió de cerca la insurrección guerrillera cubana hasta su triunfo en 1959.
Amigo de Fidel Castro, participó por entonces en la fundación de Prensa Latina, la agencia de noticias de Cuba.
El 2 de julio de 1961, García Márquez, acompañado de su esposa Mercedes y de Rodrigo, su hijo mayor, arribaron a la capital mexicana.
Su vida en México
Llegamos a la Ciudad de México un atardecer malva, con los últimos veinte dólares y sin nada en el porvenir”, escribió el colombiano hace unos años.
Al día siguiente, supo del fallecimiento de Ernest Hemingway de un escopetazo. Una semana después, publicaba en una revista mexicana “Un hombre ha muerto de muerte natural”.
Continuó su trabajo periodístico combinado con la escritura de relatos cortos, novelas y guiones cinematográficos, con los que difícilmente conseguía sobrevivir.
Con el mexicano Carlos Fuentes, premio Cervantes, trabajó en el guión de la cinta “El gallo de oro”. “Pasamos todo el día discutiendo” dónde iba un adjetivo o una coma, narró el mexicano en diciembre de 2008.
Estableció su residencia en una casona de San Ángel, en el sur de la capital, donde escribió Cien años de soledad, una de sus obras más reconocidas.
Allí, Mercedes lo consoló como un niño cuando el escritor se sumió en la tristeza tras matar en el texto al general Aureliano Buendía y allí también fue donde encontró inspiración, al ver desde el balcón a una joven batallando con sábanas jaladas por el viento, para mandar a Remedios -otra de las protagonistas- al cielo con su belleza intacta.
Su obra maestra y el Premio Nobel
La penuria económica de los García Márquez era tal que cuando fueron a la oficina de correos a dejar el manuscrito de 590 cuartillas, no les alcanzaba el dinero para el envío.
Decidieron enviar media novela y al día siguiente fueron a empeñar sus joyas de poco valor y regresaron a despachar el resto, para darse cuenta, con gran enojo de Mercedes, de que primero habían mandado la parte final.
“Lo único que falta ahora es que la novela sea mala”, le dijo su esposa, según narró el mismo Gabo.
Pero la novela, publicada en 1967, vendió en una semana un primer tiraje de 8,000 ejemplares, se convirtió en su obra cumbre y 45 años después se mantiene en las listas de libros más vendidos en México.
Luego llegaron los premios internacionales y la consagración en 1982 con el Nobel.
Se dice que García Márquez era, hasta hace unos siete años, paseante habitual del centro de la Ciudad de México, donde acostumbraba desayunar en el restaurante de un conocido hotel o tomar una copa en la histórica cantina de La Opera.
Pero los últimos años su presencia fue discreta. Asistía a eventos de corte cultural pero huía de la prensa y solía mantenerse a distancia e incluso en el misterio.