El activista indocumentado José Antonio Vargas fue detenido. Este periodista y documentalista, ganador del premio Pulitzer, fue retenido por la Patrulla Fronteriza en McAallen, Texas, cuando intentaba abordar un avión hacia Los Ángeles.
El estatus de Vargas nunca ha sido ningún secreto. Él mismo se ha encargado de proclamar abiertamente que vive en Estados Unidos como un inmigrante indocumentado.
Se encontraba en McAllen listo para salir a Los Ángeles. Quería mostrar su solidaridad con los niños migrantes que han estado cruzando la frontera desde Centroamérica hacia Estados Unidos. Con lo que no contaba es que los agentes lo iban a detener, según los informes de la organización de jóvenes inmigrantes United We Dream (UWD, en inglés).
“José Antonio vino a McAllen a apoyar a los niños, estuvo como voluntario en los albergues y nos ayudó a documentar sus historias y las de sus familias”, dijo Cristina Jiménez presidenta de United We Dream.
José Antonio iba acompañado de otros activistas. Uno de ellos, Ryan Grim, comentó que el reportero había sido entregado a los agentes fronterizos después de que un oficial de Administración de Seguridad en el Transporte (TSA, en inglés) revisara su pasaporte y se diera cuenta de que no contaba con una visa.
Vargas no calificó para la acción ejecutiva del presidente Barack Obama conocida como DACA porque no cumplía con el requisito de edad.
Momentos antes de ser arrestado, el periodista se mantenía activo en su cuenta en Twitter@joseiswriting. Comentó que sólo viajaba con su pasaporte filipino y especificó que “no sabía qué iba a pasar”.
“United We Dream seguirá exigiendo una vasta expansión de DACA, como eliminar el requisito de edad que ha hecho que José Antonio y muchos otros soñadores no puedan ser elegibles, y una medida que incluya a los padres de los dreamers y de los ciudadanos de Estados Unidos”, agregó.
El caso de José Antonio tomó relevancia cuando se supo que trabajaba en el diario TheWashington Post aunque no tenía los documentos legales que le permitían residir en el país. Precisamente, en 2008 ganó un Premio Pulitzer para su cobertura de última hora sobre la masacre de Virginia Tech en la que murieron 33 personas mientras trabajaba para ese diario.