Durante el invierno aparece una serie de riesgos para la tercera edad. Entre otros, aumentan las probabilidades de resfriarse y las opciones de realizar actividades al aire libre disminuyen. Es importante prevenir la influenza cuidando los hábitos de higiene, evitando estar en locales cerrados y con poca ventilación.
Está comprobado que la vacuna anti-influenza es la mejor prevención, ya que reduce las posibilidades de desarrollar la enfermedad en 75% y la hospitalización hasta en 70%. Como el virus va cambiando, los adultos mayores deberían vacunarse todos los años.
Asimismo, la alimentación es una de las claves de una vida saludable y mantenerla es fundamental durante el invierno. Las frutas y verduras, los alimentos bajos en grasas y un adecuado consumo de pescado contribuyen al bienestar. Esta época es perfecta para incrementar el consumo de cítricos como la naranja y el limón, ricos en vitamina C.
Además, debido a las bajas temperaturas se debe proteger a los ancianos abrigándolos bien, no exponiéndolos al frío y haciéndoles ejercicios físicos para que se mantengan activos y entibien sus cuerpos.
Por otra parte, hay que tener cuidado con los accidentes caseros, los más frecuentes son las caídas y las quemaduras. Si la persona está en la casa con pantuflas, que éstas sean firmes y antideslizantes. Asimismo, se deben mantener las estufas y la cocina en buenas condiciones y apartadas de los adultos mayores.
Como en invierno el clima invita a hacer actividades bajo techo, es una buena oportunidad para ejercitar la agilidad mental, a través de actividades como leer, jugar cartas, conversar y tejer, entre otros.