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Cristian Sosa, un artesano mexicano que triunfa en Las Vegas

“Hecho a mano”, es el eslogan que adorna el sitio web empresarial del artesano Cristian Sosa, conocido por sus amigos como “Sosa”.

Sosa, de 39 años, se mudó a Las Vegas con su familia a la edad de ocho años. Originario de Ciudad Juárez, México, él ha estado trabajando con sus manos desde los 13 años. Siempre desarmando cosas y construyendo lo que se le ocurría, su primera máquina construida fue tomando una parte de una máquina de aerógrafo.

“Tenía como 12 o 13 años cuando hice eso, todavía tengo esa máquina”, dijo Sosa. “Tatué a mi primo usando esa máquina”.

Una habilidad tan detallada como la suya, donde construye motocicletas desde cero, acredita su capacidad para concentrarse en el proceso. Y le debe mucho aprendizaje a su padre, un dentista, quien mientras estaba en México lo llevó al laboratorio para aprender a trabajar duro.

“Gran parte de mi trabajo proviene de poder concentrarme en algo durante mucho tiempo”, comentó Sosa. “Eso es lo que estaba haciendo con mi papá. Yo estaba haciendo estas pequeñas rutinas que me estaba enseñando y llegué al punto en que estaba haciendo cosas. Así que tenía que concentrarme en algo realmente pequeño durante un largo periodo de tiempo”.

A los 14 años, Sosa dejó la escuela y decidió ir a trabajar a una tienda de “Hot Rods”. Habiendo tomado medio año de clases de soldadura en la escuela, él usó su conocimiento del oficio y ofreció ayuda en lo que fuera necesario en ese momento. A los 16 años, Sosa trabajaría más tarde en una nueva tienda con Ryan Evans, propietario de “Count’s Kustoms”. Encontró a un mentor en Evans.

“Tenía como 16 o 17 años, en ese primer taller de ‘Hot Rods’ en el que trabajé, arruiné algo y me despidieron”, recordó Sosa. “Terminé cruzando la calle hacia esa tienda (‘Count’s Kustoms’), llamé a la puerta, entré y pregunté si necesitaban ayuda. Y un pintor ocupaba a alguien que le ayudara a limpiar. Y ese tipo era como mi mentor, alguien en mi vida que realmente me acogió y me enseñó mucho porque es como un artista increíble”.

Como un hombre que realmente puede construir cualquier cosa a partir de lo que lo rodea, Sosa asumió un desafío durante un viaje a Japón con amigos. Cuando un tatuador lo retó a construir una máquina de tatuar. “Me desafió a hacer una máquina”, dijo Sosa. “He estado haciendo máquinas desde que era un niño”.

Cada uno de los competidores tenía $20 para gastar en los materiales y una hora para ir a Tokio y regresar. Sosa resultó ser el genio que terminó a tiempo con una máquina de tatuar en funcionamiento hecha con palillos. Como ganador del desafío, Sosa pudo tatuar al otro competidor.

El artesano abrió su propio taller, “Sosa Metalworks”, hace más de 10 años con su hermano mayor. Solo tres meses después de abrir, Sosa ganó a su primer cliente después de haber exhibido algunas de sus motocicletas. “Suavecito”, la popular empresa de pomadas propiedad de latinos, se acercó a Sosa con la esperanza de fabricar una bicicleta. Cualquier entusiasta de las motocicletas clásicas o los autos clásicos puede recordar haber visto la icónica motocicleta “Suavecito” en tales espectáculos.

“Tenía un par de bicicletas en exhibición. El dueño de ‘Suavecito’ se me acercó y le gustó mi trabajo”, narró Sosa. “Y acababa de regresar de Japón, porque este gran espectáculo se llama ‘Mooneyes’. Acababa de regresar y la bicicleta de todos se veía igual ahí, excepto la mía. Así que él dijo: ‘Quiero que construyas algo para llevar a Japón’”.

El trabajo de Sosa se puede ver en espectáculos y exposiciones, más recientemente exhibió algunas de sus bicicletas en el Museo Dallas Texas Haas.

Para alguien tan hábil como Sosa, no se cierra en lo que respecta a la creatividad. A lo largo de los años, ha adquirido nuevos pasatiempos, y recientemente se dedicó a la escultura. “Es una forma de terapia”, dijo Sosa.

Mantener sus manos ocupadas es lo que disfruta. Habiendo venido de una familia creativa, siempre está dispuesto a aprender más y diversificarse.

En cuanto a lo que sigue para el artesano, mencionó que “sabes, eso es gracioso, porque yo también me he estado haciendo esa pregunta, porque estoy pasando por algo en este momento que es como una bifurcación en el camino de mi vida en este momento. Y estoy tratando de decidir qué es lo que quiero hacer.”

Sobre esta industria, Sosa agregó que “me imagino que dentro de cinco años no creo que esto desaparezca tanto como la maquinaria y las cosas que estamos vendiendo. Con suerte para mí, me gustaría que tal vez mi hermano se encargue y maneje esa parte, hasta cuando pueda mudarme a Bali”.

La escena de las motocicletas en Bali es algo que ha crecido a lo largo de los años y la propia cultura de Indonesia ha atraído a Sosa a ese país.

Un visitante frecuente, él acude a Bali todos los años, asimilándose en esa ciudad con el tiempo.

Para conocer más sobre trabajo de Cristian Sosa, sígalo en Instagram: @sosmetalworks.

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