Un hombre con cáncer mortal de cerebro que se le había propagado a la columna dijo que sus tumores se le redujeron y desaparecieron completamente por un tiempo gracias a un nuevo tratamiento que ayudó a su sistema inmunológico a atacar la enfermedad, el primer experimento de su tipo en un campo prometedor.
Richard Grady, de 50 años, recibió un tipo de inmunoterapia que ya ha ayudado a pacientes con algún tipo de cáncer en la sangre, como la leucemia. Sin embargo, la manera como le fue aplicada es novedosa y podría permitir la utilización de la técnica no sólo para combatir tumores en el cerebro sino también otros tipos de cáncer que pueden propagarse, como el de seno y el de pulmón.
El paciente se convirtió en la primera persona a la que le dieron el tratamiento en gotas por una sonda insertada en un espacio en el cerebro hasta donde se crea el líquido cefalorraquídeo y de ahí siguió el mismo camino que recorrió el cáncer en su columna.
Grady tuvo una “reacción notable” que abre la puerta a pruebas más amplias, dijo el doctor Behnam Badie, director de neurocirugía en City of Hope, un centro contra el cáncer en Duarte, California, donde atienden al paciente.
El caso fue presentado en la edición de esta semana de la publicación New England Journal of Medicine.
En Estados Unidos cada año se diagnostica a unas 20.000 personas algún tipo de cáncer cerebral llamado glioblastoma. Grady, quien vive en Seattle, fue sometido inicialmente a la terapia habitual -cirugía, radiación y quimioterapia- pero le regresaba el cáncer.
El hombre se inscribió en una prueba clínica en City of Hope; le extrajeron algunas células sanguíneas conocidas como células T y las modificaron genéticamente en el laboratorio para convertirlas en soldados especializados en buscar y destruir el cáncer.
El tratamiento, llamado terapia CAR-Células T, ya se ha utilizado para combatir diversos tipos de cáncer en la sangre, pero se desconoce su valor contra tumores sólidos. En las pruebas de City of Hope las células fueron inyectadas directamente en el cerebro.
Primero, Grady ya no fue sometido a más cirugías para retirarle tres de sus tumores más grandes. Después recibió seis infusiones semanales de células por una sonda insertada en su cerebro, donde se encontraba uno de sus tumores más grandes. El cáncer no regresó ahí pero los tumores restantes continuaron creciendo, aparecieron otros y el cáncer se le propagó a la columna.
Los médicos optaron por un procedimiento atrevido: colocar una segunda sonda en su cerebro, hasta una cavidad donde se crea el líquido cefalorraquídeo y verter ahí las células.
“La idea era que el mismo flujo del líquido cefalorraquídeo llevara las células T a diferentes sitios” a lo largo de la ruta que había tomado el cáncer, afirmó Badie. (Marilynn Marchione está en http://twitter.com/MMarchioneAP ).