Los centroamericanos que llegaron a Tijuana en la caravana migrante tienen en promedio 6.4 años de educación, es decir, el equivalente a educación preescolar y primaria trunca, según una encuesta que realizó el Colegio de la Frontera.
De acuerdo con el coordinador del doctorado en Estudios de Migración de la institución, Rafael Alonso Hernández, el ejercicio incluyó a mil 37 migrantes instalados en el deportivo Benito Juárez.
“Se trata de un cúmulo de población que tiene acceso a servicios educativos escasos o limitados, lo que deriva después en puestos de trabajo no remunerados y violencia, por lo que las condiciones en términos de satisfactores o bienestar son mínimos en sus países y deciden salir”.
Afirmó que sumado a ello, no tienen servicios de salud, acceso a la justicia ni espacios para la recreación, lo que explica, en gran medida, las razones de la movilización.
En el estudio participaron 77 por ciento de hombres y 23 por ciento de mujeres, más de la mitad fueron jóvenes de entre 18 y 29 años de edad, y una tercera parte son personas entre 30 y 44 años, lo que es reflejo de la totalidad de los migrantes que permanecen en la ciudad fronteriza.
Explicó que se trata de población económicamente activa, en su mayoría dedicada a los trabajos artesanales, la construcción y oficios como la plomería y la carpintería.
En entrevista para Notimex, el especialista afirmó que debido a las condiciones precarias que enfrentan en el albergue, algunos migrantes padecen enfermedades respiratorias y gastrointestinales derivado también del tránsito a lo largo del país.
Alonso Hernández detalló que la encuesta es un acervo de información de primera mano que servirá como instrumento de referencia a las personas que toman decisiones en los tres niveles de gobierno, así como de orientación para los que prestan servicios de protección civil y poder contrarrestar los discursos que ocasionan estigmas o prejuicios acerca de esta población.
Afirmó que durante la espera ante un eventual cruce de la frontera a Estados Unidos, los migrantes pueden sumarse a la fuerza de trabajo de la ciudad en ramos como la construcción.
“Es gente que no sólo tiene una necesidad, sino también un gusto por el trabajo… mientras están a la espera, buscarán insertarse en algún nicho laboral que les permita atender sus necesidades inmediatas y, para ello, el campo de posibilidades es mucho.
“Si a eso le podemos sumar que existe una necesidad de mano de obra en Tijuana y otras ciudades fronterizas, podemos hacer un ejercicio importante”, aseguró el académico.
El especialista se dijo sorprendido por las muestras de rechazo que han expresado algunos miembros de la comunidad contra la caravana, sobre todo porque Tijuana es una ciudad formada principalmente por personas que llegaron de otros lados, en la que la movilidad de una ciudad a otra, incluso a Estados Unidos, es parte de la vida cotidiana.
El académico ve poco probable que en el futuro los migrantes intenten ingresar de manera masiva a Estados Unidos, porque con el paso de los días se han dispersado y ya no hay líderes de organizaciones civiles, “cada quien decide conforme a sus necesidades”.
Expuso que el primer intento fallido fue un parteaguas para que las personas se desilusionaran e identificaran los problemas reales a los que se enfrentarían en caso de volver a intentarlo.
“La frustración, el desgaste al ver la reacción que tuvo Estados Unidos, incluso al ver las muestras de rechazo de la población local, todo eso hace que las personas tengan más información y reflexionen sobre las implicaciones de sus acciones”, dijo.
“En ese sentido, parece que seguirán intentando el ingreso dosificado, como ha sucedido con varios cientos de personas que cruzan en diversos horarios y se entregan a la patrulla fronteriza, mientras que otros se quedan aquí en la ciudad”, precisó.