CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Un líder indígena mexicano que fue condecorado con el prestigioso Premio Ambiental Goldman en 2005 por su lucha contra la tala ilegal fue asesinado a balazos, menos de un año después de que otra ganadora del galardón fuera muerta en Honduras.
Isidro Baldenegro, de 51 años, fue baleado el domingo 15 en la casa de un tío en el poblado de Guadalupe y Calvo, indicó el miércoles la Procuraduría de Justicia del estado norteño de Chihuahua. Las autoridades investigan el móvil.
Baldenegro recibió un total de seis disparos y sufrió heridas en el pecho, el abdomen y una pierna, dijeron los fiscales. Buscan a un sospechoso de 25 años que también estaba en la casa y se dio a la fuga.
Por su parte, la Fundación Ambiental Goldman difundió un comunicado en el que dijo estar “profundamente afligida” por el asesinato y exigió una investigación. Dijo que Baldenegro era un líder de los tarahumaras, una etnia de Chihuahua.
“Su trabajo incansable en la organización de protestas pacíficas contra la tala ilegal en las montañas de la Sierra Madre ayudó a proteger los bosques, las tierras y los derechos de su pueblo”, afirmó Susan R. Gelman, presidente de Goldman, según el comunicado. “Era un líder intrépido y una fuente de inspiración para mucha gente que lucha por proteger nuestro medio ambiente y los derechos de los pueblos indígenas”.
La activista hondureña Berta Cáceres, quien ganó el premio Goldman en 2015 por organizar la oposición a un proyecto hidrológico en las tierras ancestrales de su pueblo lenca, fue asesinada el 3 de marzo del año pasado por hombres armados que irrumpieron en su casa durante la noche y le propinaron 4 balazos. Un activista mexicano que la visitaba resultó herido.
Los observadores dicen que los homicidios de activistas por los derechos de la tierra son frecuentes en América Latina. De acuerdo con el grupo Global Witness con sede en Londres, más de 450 fueron asesinados en la región de 2010 a 2014.
Erika Guevara Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas, también condenó el asesinato de Baldenegro, acto que consideró es “una ilustración trágica de los muchos peligros que enfrentan los que dedican su vida a defender los derechos humanos en Latinoamérica, una de las regiones más peligrosas para los activistas”.