A Carmen no la despidió la intransigencia de MVS, sino su soberbia. Le puso un ultimátum a la empresa donde trabajaba y ésta le tomó la palabra.
Entre el todo o nada, siempre gana el nada (Florestán dixit).
En una alocución alucinante el viernes por la noche, se comparó con Julio Scherer y su salida de MVS la equiparó con el golpe a Excélsior perpetrado por Echeverría.
Sin ella en MVS la libertad de expresión en México quedaba cancelada.
Por un problema corporativo Aristegui y los propietarios de MVS rompieron. Ellos estaban hasta la coronilla de que usara como propia una empresa que no le pertenecía.
Una disculpa de Carmen por esa escaramuza habría desarmado a los dueños de MVS. Pero ganó la soberbia. O las ganas de que MVS la despidiera.
Dijo Aristegui que su despido “se planeó con mucha anticipación”, que fue un golpe a la libertad de expresión dado por el gobierno, supuestamente derivado del reportaje de la ‘casa blanca’ de Las Lomas.
En unas horas conocimos la verdad. Felipe Chao, representante de MVS, dio a conocer que la empresa le renovó el contrato después de publicarse el reportaje de la ‘casa blanca’.
O sea, su salida no se planeó con antelación, pues le habían renovado el contrato en diciembre. Incluso días antes de la ruptura le cambiaron la camioneta por una nueva, de lujo como la exigió, del doble del costo de lo estipulado en el contrato.
Lo que corresponde ahora es que Aristegui dé a conocer a las audiencias cuáles son los intereses que la llevaron a poner a la empresa entre la espada y la pared.
Que enseñe su contrato recién firmado, por ejemplo. ¿No, porque es un asunto entre particulares? Tiene derecho a no mostrarlo, pero que no siga con el discurso del atropello a la libertad de expresión.
MVS dijo que no aceptó el chantaje de Carmen que exigía, para llegar a un acuerdo, que reinstalaran a dos reporteros que fueron despedidos por anunciar que MVS se asociaba con MéxicoLeaks.
Ojalá Carmen sea igual de transparente y diga de cuánto es la penalización por rescindir su contrato. Eso es lo que se va a litigar en tribunales, no libertad de expresión.
Ella dijo en su alocución del viernes que no se iba a ninguna otra estación porque MVS era su lugar. ¿Por qué? Porque aceptar conducir en otra radio implicaría aceptar que sí hay libertad de expresión para ella, como la hay para todos.
¿O primero tiene que resolver su asunto mercantil en tribunales, y para ese fin es más rentable presionar a la familia Vargas con el gancho de la libertad de expresión?
¿Por qué no se publicó en MVS el reportaje de la ‘casa blanca’, si se hizo con recursos de la empresa? Esa pregunta no la respondió Aristegui, la dejó para otra ocasión en la que “habrá que abordar ese tema”. Lo hubiera dicho de una vez. Salvo que no conviniera a sus intereses.
Última: un sector de la izquierda (no toda) reacciona cuando “sospecha” que se coarta la libertad de expresión de uno de los suyos, pero aplaude el cierre de periódicos y canales de TV críticos a gobiernos que le son afines, como el de Maduro en Venezuela.
Censuran en sus medios en México a periodistas que no piensan como ellos, y presionan para acallar críticas a su fanatismo intolerante.