PADEAH, Sudán del Sur (AP) — “Es la primera vez que salgo a buscar comida”, dijo Myakong Mar. “No sabía si me iban a matar por el camino”.
La mujer de 42 años, madre de cuatro niños, introduce sus frágiles dedos entre los granos de sorgo. Esta noche podrá darles de comer algo más que lirios.
Tres meses atrás, cuando estallaron nuevos combates entre las fuerzas del gobierno y la oposición en la población de Padeah, Mar huyó a los pantanos. Aterrada por la posibilidad de que la ataquen los soldados, ella y sus hijos viven de lo que pueden sacar de las aguas.
Pero cuando su hijo de cinco años fue hospitalizado por desnutrición, decidió que era hora de salir. Después de caminar durante dos horas con el agua hasta el pecho, llegó a su pueblo para recibir los alimentos distribuidos por el Programa Alimentario Mundial. Una vez que los reciba, dijo, regresará al pantano.
Su distrito, Leer, es uno de los más afectados por la guerra civil que estalló hace tres años. A esto se suma ahora la hambruna declarada por las Naciones Unidas y el gobierno sursudanés. Las autoridades dicen que unas 100.000 personas podrían sufrir de desnutrición, 15.300 de ellas en Padeah.
Pero a pesar del hambre, muchos prefieren vivir en el pantano.
“Los soldados del gobierno vienen y se roban nuestra comida”, dijo John Chol, que vive en las afueras de Padeah. La gente prefiere vivir en el pantano a ser atacada o violada.
La familia de Lulu Yurdio huyó hace varios meses. Hacía cinco días que no comía.
“Tengo hambre”, dijo el chico de 12 años, con el dolor reflejado en la mirada. “Nunca tengo comida y siempre tengo hambre”. Encargado de buscar alimentos para sus padres y sus dos hermanos, caminó dos horas y media hasta el lugar de distribución de alimentos. Dijo que su familia tenía miedo de salir.
Pero los funcionarios del gobierno en Leer dijo que los “cañones” se han ido y hay estabilidad en la zona.
“La gente puede desplazarse cuando quiera”, dijo Marco Wictia, comisionado del distrito de Dhorwang. “Véalo usted mismo”.
El miércoles, la ONU dijo que se había entregado alimentos a 114.000 personas y que se planeaba una nueva distribución en los próximos días. Las mujeres se alejaban con bolsas de comida grandes como ellas mismas, que llevaban sobre la cabeza.
En su primera visita a la zona de hambruna el miércoles, el coordinador humanitario de la misión de la ONU en Sudán del Sur, Eugene Owusu, dijo que la comunidad de Padeah y el gobierno deben colaborar para rehacer sus vidas.
“Podemos ayudar”, dijo Owusu. “Pero no podemos detener los combates. La gente tiene que regresar a casa”.
Pero la gente de Padeah sigue temerosa después de años de conflicto.
“Si sales, te matan”, dijo Mar. Recogió su bolsa con alimentos y regresó al pantano.