El puerto de Acapulco terminó el año como la ciudad más violenta para las mujeres en México, según los datos de organizaciones feministas que han contabilizado la muerte de 144 de ellas hasta la fecha en 2017.
Pese a que Acapulco, en el estado de Guerrero, ha sido uno de los mejores destinos turísticos de México por sus playas y vida nocturna, para las mujeres se ha convertido en un lugar inseguro y, según la Organización de Naciones Unidas para las Mujeres (ONU-Mujeres), es el primer municipio con más homicidios de mujeres en México después de rebasar a Ecatepec (Estado de México) y Ciudad Juárez (Chihuahua).
Rosa Delgado Álvarez, mujer, madre, profesora y residente en Acapulco, comenta a Efe que no se siente segura porque ya ha sufrido actos de violencia en la calle. “No me siento segura ni cuando estoy en casa, porque ya no confío ni en la policía. Ya solo caminar por las calles se siente la violencia por la forma de mirar de los hombres”, agregó.
Es por ello que considera que la sociedad se tiene que unir para erradicar la violencia: “Es un tema bastante complicado, difícil, doloroso porque soy mujer y todas las mujeres tenemos que unirnos”.
El estado de Guerrero ya fue el primero en México por el número de homicidios de mujeres en 1987, 1998, 2006 y 2007, de acuerdo con el estudio “Violencia Feminicida en México” elaborado por ONU-Mujeres, el Instituto Nacional de las Mujeres y el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), ubicándose en 2017 en segundo lugar del país.
De acuerdo con organismos de derechos humanos, más de 2.000 mujeres fueron asesinadas en México este año.
“Estamos en una situación alarmante porque lejos de que el número disminuya va aumentando. Estimamos que la cifra real de muertes de mujeres llega a 700”, dijo a Efe Enrique Solano López, secretario técnico de la asociación civil Mujeres y Hombres por la Equidad.
Solano estima que la cifra oficial que se maneja en el Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres (Banavim) es baja porque no se incluyen muchas muertes violentas por ausencia de una denuncia o la apertura de una investigación.
Durante 2017 se ha emitido la alerta de violencia de género en ocho municipios diferentes del estado de Guerrero a través de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim).
Se trata de Acapulco, Chilpancingo, Zihuatanejo, Iguala, Coyuca de Catalán, Ometepec, Tlapa y Ayutla de los Libres, pero faltan muchas más.
“¿Qué pasa con aquellas comunidades que ni siquiera tienen agencias del ministerio público? Las muertes de mujeres ni siquiera se registran y mueren a machetazos, a pedradas, por sus parejas, precisamente por el machismo”, señaló Solano.
“Hay un machismo institucional y uno natural. Y en el machismo institucional hay un termino técnico que se llama inopia, que es la ceguera del Estado a ver que las mujeres están viviendo violencia, física, social, patrimonial, psicoemocional y el último grado la violencia feminicida”, añadió.
A pesar del compromiso del Gobierno con la sociedad para erradicar la violencia contra las mujeres, las estrategias no han sido las adecuadas para disminuir las cifras.
Esto se refleja en los últimos feminicidios, como el de Diana Paulina, una adolescente y deportista de 13 años de edad, del municipio de Chilapa, que desapareció. Diez días después el cadáver fue encontrado en un camino de terracería con huellas de tortura, estrangulamiento y violación.
Otro caso más reciente es el de dos estudiantes de Contaduría y Enfermería de la Universidad Autónoma de Guerrero que llegaron a Acapulco y que murieron de manera violenta: uno de los cuerpos fue encontrado con huellas de tortura y con un disparo en la cabeza, y el otro apareció decapitado.
La maestra Viridiana Gutiérrez Sotelo, integrante del Observatorio Ciudadano de Violencia Hacia las Mujeres en Guerrero “Hanna Arendt” asegura que “los esfuerzos no son suficientes y no están bien dirigidos. Hay un vacío institucional para las mujeres. Lo que ha hecho el estado no ha sido suficiente; se requiere una mayor compromiso”.
Diferentes son los factores y señales que se presentan antes de llegar al feminicidio como el acoso escolar, laboral y sexual, así como la violencia familiar, entre otros.
Para cambiar la tendencia, según Gutiérrez, las mujeres tienen que denunciar los casos de violencia.
“Sabemos que los procesos de las víctimas son de ellas solamente. En este contexto de impunidad no se están atreviendo a hacerlo; sin embargo, nosotras seguimos confiando en la denuncia”, puntualizó.