Treinta y cinco años antes de que Nevada se convirtiera en estado, el comerciante mexicano Antonio Armijo encabezó una caravana de 60 hombres y 100 mulas para abrir un camino que tiempo más tarde logró ubicar a Las Vegas en el mapa.
Entre 1829 y 1848, cientos de comerciantes, soldados, ladrones de caballos e indios nativos americanos viajaban por el camino que Armijo fundó. Varias ramas de aquel camino, recorrían desde Abiquiu, cerca de lo que hoy es Santa Fe, Nuevo México, hasta la Misión de San Gabriel en California, cerca de Los Ángeles.
Desde el territorio de Nuevo México, por lo general, se fue hacia el noroeste a través de la meseta de Colorado en el territorio de Utah y luego se disparó hacia el suroeste.
Los historiadores dicen que el rastro se derivó de una red de caminos que fueron utilizados por varias tribus de indios americanos como, Utes, Pueblos, Apaches, Hopi, Navajos, Paiutes, Shoshones, Mojaves y Cheumehuevis.
Este Camino Viejo Español, como es conocido, fue descrito un siglo después por autores como LeRoy y Ann Hafen como “el camino más largo, más complicado, torcido y ardua ruta de mulas de carga utilizados en la historia de América.”
Cerca de 135 millas del mismo trascienden a lo que hoy en día se convirtió en el sur de Nevada en el año de 1867, tres años después de que Nevada, se reconociera en condición de Estado, cuando el Congreso concedió la petición de Nevada para extender su frontera sur hasta el río Colorado, en territorio de Arizona.