Koukla y Pontiki comenzaron su nuevo trabajo en la iglesia ortodoxa griega de San Juan Bautista hace aproximadamente dos meses.
Es 24/7, pero la comida y la vivienda están incluidas y, aunque no hay un cheque de pago real, sus jefes los aman, incluso si es probable que sea molesto cuando uno de ellos aparezca y les diga “¿Quién es una buena chica?” Mientras les rascan detrás de sus orejas.
Koukla y Pontiki son gatos que fueron adoptados por la iglesia a través del programa “Working Cat” de “The Animal Foundation”.
Koukla y Pontiki han estado viviendo en la iglesia durante aproximadamente dos meses, adaptándose a su nuevo entorno. Luego fueron liberados del espacioso recinto que sirve como su hogar para comenzar su trabajo como especialistas en control de plagas.
Nuevas casas para gatitos difíciles
La portavoz de The Animal Foundation, Kelly Leahy, afirma que el programa de adopción de Working Cat es una forma de encontrar hogares para gatos que probablemente no se convertirán en gatos domésticos debido a problemas de comportamiento o porque no están bien socializados con los humanos.
O, dice Leahy, “pueden haber sido salvajes y haber sido sacados de una comunidad pero, por alguna razón, no pueden ser devueltos a convivir con gente”.
A través del programa, los gatos acostumbrados a la interacción humana mínima y la vida al aire libre pueden encontrar hogares permanentes. Leahy comenta que casi 50 gatos que trabajan han sido adoptados desde que comenzó el programa la primavera pasada, y “actualmente tenemos docenas de gatos disponibles para ser adoptados como ‘trabajadores’”.
“Es un programa realmente importante para salvar sus vidas”.
El proceso de adopción es el mismo que se utiliza para cualquier gato o perro en la fundación, aunque no se cobra ninguna tarifa. Leahy agrega que los adoptantes deben estar dispuestos a cuidar a los gatos por el resto de sus vidas, proporcionándoles comida, agua, refugio y atención médica.
Los propietarios adoptivos hasta ahora han incluido una familia propietaria de una granja y una tienda de consignación, informa Leahy, aunque los gatos que trabajan también serían adecuados para viveros, fábricas, almacenes o “incluso el patio trasero de alguien”.
San Juan Bautista es la primera iglesia en adoptar un gato a través del programa. John Koutsulis, un miembro del consejo parroquial, comenta que la iglesia se enteró del programa después de que el Reverendo Seraphim Ramos notara que los gatos a menudo se mantienen en los monasterios griegos para controlar roedores.
“Somos dueños de apenas 10 acres de tierra y pensamos, ‘¿Por qué no tener algunos gatos ahí fuera?’”, comentó Koutsulis.
Entraron Koukla, una tabby gris (el nombre es un término de cariño equivalente a “muñeca” o “lindura”) y un siamés llamado Pontiki (“ratón”).
Pasaron sus primeras semanas en la iglesia viviendo en un recinto al aire libre, pero bastante sofisticado, mientras se adaptaban a la realidad de que ahora tenían un hogar.
Koutsulis dice que ambos se han apaciguado desde que se mudaron a la iglesia. Koutsulis, que visita a los gatos al menos una vez al día (y a menudo, varias) dice que aunque Pontiki permanece un poco distante, ahora está dispuesto a dejar que Koutsulis lo acaricie. Koukla se ha vuelto más sociable y afectuosa, incluso al punto de presionar su espalda contra la pantalla de su recinto para que los visitantes la acaricien.
Los gatos ahora tienen la libertad de vagar por la propiedad de la iglesia las 24 horas del día, los 7 días de la semana, para “controlar a la población local de bichos, por así decirlo”.
Mientras tanto, han hecho un nuevo amigo: un conejo que pasa por ahí “casi todos los días”, comenta Koutsulis. “Él solo va y los mira fijamente”.
Amor de iglesia
Los feligreses aman al dúo y han contribuido donando comida, arena, frazadas y otras necesidades de gatos, señala Koutsulis, y no es raro que los feligreses y empleados de la iglesia se detengan para revisarlos. “Esos gatos no pasan una hora sin ser revisados”, detalla Koutsulis.
Gracias a la extensa unidad de cámaras de seguridad de la iglesia, Koutsulis admite incluso ver a los gatos desde su iPhone en casa.
Él ríe. “Me pasaría horas viendo esto”, asegura.
Koutsulis adquirió bonitos collares para la pareja e incluso está pensando en pedirle al artista que está creando íconos para el santuario de la iglesia que tal vez prepare algo para el recinto de Koukla y Ponitiki.
Koutsulis, un amante de los gatos desde hace mucho tiempo (que tiene uno propio en casa), ni siquiera parece estar bromeando.
“Estoy muy apegado a estos muchachos”, expresó Koutsulis, diciendo en voz alta lo que siempre ha sido obvio, y quien seguramente será el mejor jefe que Koukla y Pontiki alguna vez tendrán.