Al hacer un recuento de sus 39 años de trayectoria artística, la cantante mexicana Lucero admitió que no todo ha sido positivo, pues existen dos momentos incómodos que ensombrecieron sus días: el escándalo de su ex-guardaespaldas y las fotos de ella junto a una cabra montés muerta.
“Fueron episodios difíciles, pero jamás pensé que era lo peor que me podía pasar, que me iba a traumar para siempre o que sería el final de mi carrera. Si bien no fue sencillo sortearlos, analicé que no todo en la vida es perfecto y que esos momentos incómodos me hicieron crecer y salir adelante”, platicó.
A 16 años del día en que su guardaespaldas apuntó con una pistola a un grupo de reporteros que intentó subir al escenario para entrevistarla, tras celebrarse las 100 representaciones del musical “Regina”, que protagonizaba, la llamada “Novia de América” abre su corazón para relatar esa experiencia.
“Me pareció que se magnificó la situación de algo en lo que yo no tenía tanto que ver. En aquel momento se dieron las explicaciones y me entrevistó Joaquín López-Dóriga.
“Me acuerdo que estaba frente a él y me sentía triste porque las cosas no debieron haber sucedido de esa manera, pero el universo a veces funciona así y no todo puede ser ideal, inmaculado e intocable; lamentablemente, a mí te tocó”.
Lucero sufrió ataques de todo tipo por parte del público y la prensa, pero sabía que tarde o temprano acabarían y que eso no derrumbaría todo aquello que había construido desde los 10 años que comenzó su paso por los escenarios.
El segundo episodio incómodo sucedió en 2014 cuando salieron a la luz unas imágenes de ella con su pareja Michel Kuri al lado de una cabra montés a la que, supuestamente, habían dado muerte. El encabezado de la nota fue: “¡Matan por diversión!”.
“Aquella vez hackearon mi mail y salieron esas fotos de la cacería, las cuales yo no hubiera publicado porque sé que es un tema muy polémico y en el que, además, no tengo que ver porque sólo acompañé a mi novio como cualquier señora que acompaña a su marido al fútbol”, explicó.
Lucero sintió que violaron su intimidad y que la acusaron de una actividad a la que no se dedica.
“Fue un tema tan polémico y también muy magnificado. Si las fotos hubieran sido mías en bikini, no pasaba nada, salvo que estuviera en la iglesia, pero fueron de una cacería y ni hablar, fue un momento desafortunado y de nuevo tuve que agarrarme de las cosas buenas para salir adelante”.
Comentó que hubo quienes consideraron que no supo manejar el caso. “Y tal vez tuvieron razón, pero tampoco creo que haya sido una cuestión de karma”.
“No fue algo que me causara depresión, simplemente, sentí que era un reto más para salir adelante. Que tarde o temprano lo dejaría en el pasado y que no me acompañaría toda la vida. Siempre he decretado que todas las cosas sean positivas, llenas de salud, bienestar, armonía y paz”.
Todo pasa por algo, dijo, y algo habrá tenido que aprender de aquello que sucedió.
“Pese a todo, no me caí. Dichas situaciones las vi como una oportunidad para tomar y retomar ciertas ideas de trabajo, de abrirme para que la gente me conociera un poco más, que supieran quién realmente soy y no lo que se hablaba de mí. Soy una mujer que no se mete en problemas, no busco ofender a nadie, no humillo y no opino sobre la vida de los demás, porque es algo que no me importa”.
Mencionó que hubo detractores que se alegraron de lo acontecido, pero ni eso la hizo desistir, al contrario, se apartó de la gente tóxica y tomó más fuerzas para continuar.
“Escuché a gente decir: ‘Qué bueno que le pasó esto, ya se lo merecía porque es bien mala onda y porque no merece ser feliz todo el tiempo’. Fue ahí cuando me di cuenta con quiénes contaba y con quiénes no; a quiénes les caía bien sinceramente y quiénes no me querían como decían porque me echaron mis cacayacas”.
Aunque haya quienes la cataloguen como rara, la intérprete de éxitos como Necesitaría y Ya no, cree que todo lo que sucede es perfecto y que así tenía que pasar.
“Son filosofías densas que no todos entendemos, pero yo trato de llevarlas a cabo. Creo que llegué a este mundo para algo, que tengo una misión.
“Nunca pensé que lo del guarura y las fotos se trataba de una maldición, pero sí tomé medidas. Por ejemplo, a mi mail le cambié la contraseña para que no volvieran a entrar. Sí fue bien incómodo todo lo que pasó, pero me hicieron una mejor persona”.
Cuando sus hijos José Manuel y Lucero se enteraron de lo ocurrido, nunca la juzgaron y eso la dejó tranquila.
“Ellos no son personas que juzguen a los demás y yo tampoco juzgo por cuanto pesan o miden. La palabra juzgar no cabe en nuestra casa, no somos de decir, tú tienes el pelo negro y tú güero. Creo que mis hijos me ven como una buena persona, como su mamá buena onda”.
Recordó que hace poco le contó a José Manuel lo del ex-guardaespaldas, pues en aquel tiempo, él tenía dos años de nacido y no lo vivió.
“Cuando se lo platiqué, me comentó: ‘Órale, qué cañón, mamá’. Pero nunca me dijo: ‘Qué rara eres, mamá’. Mis hijos no se avergüenzan de nada de lo que hago, porque están orgullosos de mí como persona, como artista y mamá. Es algo que entienden bien y eso es lo importante.
“Ellos no ven cosas fuera de lugar o incongruentes, porque trato de predicar con el ejemplo. Ningún hijo trae instructivo y ninguna mamá sabemos cómo hacerle, pero, afortunadamente, son buenos chavos y deseo que toda su vida les vaya bien porque son bien intencionados, de muchos valores, respetuosos, humildes y centrados”.
A sus casi 50 años, Lucero pide a Dios le conserve todas las bendiciones que tiene y que nunca le mande aquello que no sea bienestar, dicha, alegría y salud para su familia.
“Todo pasa por algo y es perfecto. Nunca me quejo de lo que no puedo cambiar. Y lo que sí puedo cambiar, lo veo como un aprendizaje, esa es mi filosofía”, concluyó.