Durante varios días, Kuno Becker ha observado el comportamiento de los vagabundos para desarrollar su personaje en “A la orilla del río” (Riverside Drive), obra de Woody Allen que se estrena el 19 de septiembre en el Teatro San Jerónimo.
Al hacer esto, conjugado con la psicología de “Felipe”, su papel, el actor ha comprendido mejor la posición de los mendigos de la calle.
“No ha sido sencillo encontrarlo, pero lo he logrado con el apoyo del director Salvador Garcini. A este vagabundo no lo juzgo, como tampoco lo hago con los demás que existen, más bien, trato de verlos desde una perspectiva distinta y concluyo que tal vez los locos somos nosotros y no ellos”, comentó.
Kuno Becker considera que los indigentes viven en el desprendimiento, sin el deseo de tener o ser.
“Mientras que nosotros, las personas supuestamente normales, en realidad estamos locos, quizá ellos son los únicos iluminados”, subrayó Becker.
“Felipe”, evaluó el actor, “está mugroso por fuera, pero quizá los demás están más mugrosos por dentro. Un texto de Woody Allen siempre es ideal para volver al teatro y en general, para cualquier circunstancia en la vida de un actor, simplemente porque él es un genio”, añadió.
Además, abundar en las enfermedades mentales le significa un reto, porque tiene que explorar matices de carisma en el personaje que, opina, aunque está bien escrito, es muy complejo para llevarlo a escena y su proceder tiene muchas lecturas.
“Me emociona mucho darle vida a un esquizofrénico, a un perseguido, psicópata, sociópata, maniático depresivo y bipolar”, puntualizó.