“Este concierto fue padrísimo, nada que ver, otro rollo, más de dos horas ininterrumpidas de lo mejor que ha producido el rock en español mexicano. Los Caifanes aquí demostraron una extraordinaria calidad”, manifestó Perla Lacroix, una de miles que se congregaron en el House of Blues el viernes 4 de mayo para presenciar a una de las mejores bandas del género.
“A los organizadores y autoridades encargadas del entretenimiento en el Mandalay Bay les pido, porfavor, más conciertos como este”, acotó Saúl Hernández junto a Sabo Romo, Alejandro Marcovich y Alfonso André a los seguidores locales de Caifanes, todavía con la euforia a flor de piel, que dejó el concierto de la agrupación mexicana en el Mandalay Bay.
El concierto de Caifanes estuvo “vendido en su totalidad” desde semanas antes que trajeran su magia musical y profundas letras a esta ciudad.
El público fue diverso, generaciones ochenteras cantaron las rolas más representativas del grupo, que tuvo una evolución a Jaguares, pero que se conformaron antes, como las insólitas imágenes de Aurora, en 1984 en la Ciudad de México.
“Nunca dejes ir al niño que todos traemos dentro, voy detrás de ti, como sombra de papel”, dijo el “Caifán” mayor, Saúl Hernández, justo antes de manifestar solidaridad con la comunidad local que pudiera ser objeto de ataques por el solo hecho de tener un color de piel diferente, o una condición social determinada, o una preferencia sexual distinta.
“Pueden pasar muchas cosas y, más allá de lo incontrolable: ningún ser humano es ilegal, siéntete digno, orgulloso de lo que eres, ya marcaste el camino para tus hijos, igual que lo hicieron tus padres contigo…Dios te bendiga hermano migrante”, dijo e interpretó una de las canciones más reconocidas de Caifanes, “Antes de que nos olviden”.
“Mátenme porque me muero”, fue el primer álbum de Caifanes, desde su concepción los productores y encargados del negocio se dieron cuenta del potencial de la banda, lo cual quedó refrendado con “El diablito” el cual los elevó a un sitio reservado únicamente para los grandes, para los consagrados; de ese álbum se desprendieron algunas de las rolas emblemáticas.
En 1990 salió a la venta “La célula que explota”, y su popularidad creció conquistando mercados y plazas tanto en latinoamérica como en los Estados Unidos y Europa. Las cosas iban muy bien hasta el lanzamiento de “El nervio del volcán”, en 1994, con lo que se les dio la oportunidad de abrir conciertos para los Rolling Stones.
Quizá la fama ocasionó la ruptura, principalmente entre Saúl y Marcovich, que por cierto -parece- no estuvo en el concierto de Las Vegas.
Este “reencuentro” deja de manifiesto que más allá de los conflictos, con buena voluntad, se puede seguir escuchando el sonido Caifán, con toda su capacidad reflexiva.
”Estamos viendo a Caifanes, un grupo leyenda, después de tantos años vinimos a revivir los éxitos que los llevaron a la cima del firmamento musical, aunque somos jóvenes, hemos aprendido a apreciar el talento y reflexionar las letras de Caifanes”, comentaron a El Tiempo, Navid Sánchez y Natalia Romero, dos admiradoras de la banda que empezaron a escuchar la música gracias a sus padres, que son originarios de Ciudad Obregón, Sonora y San Luis Río Colorado, respectivamente.