MANCHESTER, Inglaterra — La introducción del VAR en la última Copa del Mundo demostró una cosa con certeza: es casi imposible eliminar la controversia del fútbol, incluso al más alto nivel.
La tecnología, abreviatura de Video Assistant Referee, ha transformado el juego, pero no todos están de acuerdo en que el cambio haya sido para mejor.
Parte de la razón es que las reglas del juego siguen abiertas a la interpretación, por lo que todavía no hay suficientes ángulos de cámara o repeticiones en cámara lenta para llegar a un consenso unánime para cada incidente en el campo.
En algún momento, todavía se requerirá la discreción humana, y eso abre la posibilidad de discusión.
Incluso los asuntos que se pueden determinar usando evidencia cuadro por cuadro no son inmunes a la disputa. Un ejemplo clásico sería la cantidad de llamadas fuera de juego etiquetadas como “contrarias al espíritu del juego”.
Algunos argumentan que un mínimo de sentido común debería dar el beneficio de la duda al equipo atacante. La lógica es que una medida que podría ser tan pequeña como la longitud de una uña no debería ser suficiente para anular un gol.
El problema, sin embargo, surge al decidir dónde se debe establecer la nueva medida. ¿Debe ser del largo de un dedo? ¿Una mano? ¿Un brazo?
Se convierte en una decisión discrecional, y de ahí viene el tema de la coherencia, del error humano, de la controversia.
Durante tanto tiempo, los entrenadores se han apegado al mantra de querer consistencia. Por insatisfactorio que sea el uso del VAR para las llamadas de fuera de juego, es, en su mayor parte, consistente.
Sin embargo, en octubre, el entrenador del Tottenham, Antonio Conte, fue expulsado por su furiosa reacción después de que se anulara el gol de Harry Kane en el tiempo de descuento contra el Sporting de Lisboa en la Liga de Campeones.
“El VAR está haciendo mucho daño”, dijo el técnico italiano. “Quiero ver si en otro estadio de un equipo grande si están listos para anular este tipo de goles. Me gustaría saber esto.
Hubo un período en la Copa del Mundo de 2018 en el que parecía que todo era un penalti: hubo un récord de 29 en el torneo hace cuatro años. Después de eso, vino un período en el que los penaltis se repetían sin cesar debido a la cantidad de intrusiones o movimientos prematuros de los porteros, todo lo cual podía ser disecado meticulosamente en la sede del VAR.
El sistema se ha solucionado desde entonces, pero la controversia persiste.
Nos guste o no, el VAR se ha convertido en una parte intrínseca del juego desde que se introdujo por primera vez en el fútbol internacional en un partido entre Italia y Francia hace seis años.