A medida que los segundos transcurrían en la victoria de las Aces por 66 a 63 sobre el Connecticut Sun en el Juego 5 del martes que las envió a las finales de la WNBA, la mente de Kayla McBride se aceleraba.
Pensaba en sus cuatro temporadas en San Antonio, en cómo fue derrotada por equipos como Minnesota Lynx y Seattle Storm, y terminó no más de 8-26 en las últimas tres temporadas antes de que la franquicia se mudara a Las Vegas en 2018.
Ahora, en su tercer año en Las Vegas, las Aces se dirigen a las finales después de ganar una agotadora serie de cinco partidos contra el Sun. Se enfrentarán al Storm, con el Juego 1 a las 4 p.m. del viernes en Bradenton, Florida.
“Estoy agradecida con Las Vegas y con esta organización porque han creado algo realmente especial de arriba a abajo”, comentó McBride. “Estoy realmente agradecida por el viaje, y estamos aquí ahora en la final”.
Aunque las Aces no fueron una nueva franquicia cuando llegaron a Las Vegas, la organización cambió rápidamente a su llegada.
Dejaron atrás el nombre de “Stars” para convertirse en las Aces. Obtuvieron un nuevo entrenador (Bill Laimbeer), aunque Vickie Johnson se quedó como asistente después de entrenar al equipo en su última temporada en San Antonio.
Las Aces tuvieron la mejor elección en su primera temporada y se llevaron a A’ja Wilson. La novata en 2018 se convirtió en la Jugadora Más Valiosa de esta temporada y ha sido la pieza central del éxito del equipo.
“Este momento es surrealista”, comentó Wilson después de la victoria del martes. “No creo que nadie esperara que estuviéramos aquí, excepto la gente de nuestro vestidor y quizá algunos fuera de él. Es algo especial estar aquí en el momento”.
Laimbeer habló de un plan de tres años cuando se convirtió en entrenador de las Aces, pero no ha ofrecido muchos detalles sobre lo que eso significa. Aún así, ha construido un equipo que se ajusta a su personalidad de mente defensiva y rudas mental y físicamente.
Eso fue evidente el martes, cuando las Aces se recuperaron de 16 puntos en la primera mitad y lucharon contra el agotamiento de la naturaleza física de la serie, pero la incorporación esta temporada de la veterana Angel McCoughtry (que jugará en una final por cuarta vez) ayudó a las Aces a mantener la calma y a superar ese complicado inicio.
“Eso es lo que se necesita. Estos juegos son agotadores mentalmente cuando se van al límite en cada uno”, comentó McCoughtry. “Es físico. Te dan una paliza y no es fácil, pero tienes que ser mentalmente fuerte. Pudimos haber dicho fácilmente que esto se acabó, me voy a casa, pero seguimos luchando”.
Llegar a la final demuestra que el plan de Laimbeer está en marcha, pero no llegó de la manera que él o cualquier otra persona en la organización pudo haber predicho.
Las Aces no tienen el 40 por ciento de su alineación inicial del equipo del año pasado, que perdió contra el eventual campeón Washington en las semifinales. La pívot Liz Cambage no se reportó a la burbuja debido a una exención médica, y la escolta Kelsey Plum sufrió una lesión en junio.
Con Plum fuera, McBride y Dearica Hamby (que se perderán la final por lesiones de rodilla), son las únicas jugadoras que han sido miembros continuos de la organización desde San Antonio. Danielle Robinson dejó la organización y comenzó a jugar para Phoenix en 2017 y para Minnesota en 2018 y 2019 antes de volver a unirse al mismo equipo en la temporada baja.
“Es emotivo porque me reclutaron en 2014 y llegamos a los playoffs ese primer año, luego simplemente no fuimos muy buenas”, añadió McBride. “Aún queda ese grupo conmigo, (Robinson), Dearica, (Johnson) y Plum, y significa mucho porque recuerdas cuando estos equipos te daban una bofetada. Siempre recuerdo en mi mente que empezamos desde abajo”.